A finales del año pasado asistí a un «conversation club» porque necesitaba refinar mi inglés con el fin sacar una buena nota en el IELTS (sobre todo el speaking que lo tenía al nivel infrestructochor), y así, poder pedir una beca para estudiar una maestría fuera de mi país. El lugar era un conocido instituto de mi querida ciudad de Guadalajara.
Hace una década había asistido a ese mismo lugar, porque después de cursar todos los niveles del Interlingua, y a pesar de tener mis conocimientos de gramática relativamente sólidos, no sabía expresarme en Inglés. Así es, en Interlingua aprenderás mucho sobre gramática, conjugaciones, phrasal verbs, y demás, pero no sabrás expresarte. Bueno, entonces hace 10 años cuando asistí a este instituto para mejorar mi speaking, había un individuo, chaparrito, moreno, que parecía tener una edad bastante mayor a la que en realidad tenía. Sentí algo de repulsión (que no es algo que me pase comunmente, a menos que la persona en cuestión, sea muy desagradable), y a pesar de que trataba de convivir conmigo, yo lo ignoraba. La única vez que tuve la oportunidad de platicar con él camino a la parada del camión, me platicaba cuan desdichada era su vida, rozando los 30 años no había tenido novia, en el ámbito profesional no le iba muy bien, era un profesor de medio pelo.
Y entonces entendí por qué sentí repulsión hacia esta persona. Nadie quiere estar con un perdedor. Su cara no se me olvidó.
10 años después, cuando regresé a ese instituto (al cual fui ya una sola vez, porque después encontré mejores opciones para practicar mi speaking), me topé con la sorpresa de que este individuo seguía ahí. Como su cara no se me olvidó, lo reconocí a primera vista. Asumo que, a menos que se tratara de una coincidencia (no lo creo porque conocía bien a los gringos que dirigían el conversation club, y a quienes laboraban en el instituto), había estado yendo ahí durante esos 10 años, o al menos, durante parte de este transcurso de tiempo.
Yo supondría que si asisto por tantos años a un conversation club, mi nivel de inglés va a ser bastante bueno. Pues resulta que hace 10 años, este hombre hablaba mal el idioma de Shakespeare, y ahora lo seguía haciendo igual de mal. Me frustró. De igual forma, este individuo parecía ser inexistente en el salón, a nadie le importaba. Su aspecto quesque bonachón no servía para despertar simpatías entre quienes acudían ahí.
Con el tiempo me he dado cuenta de la fuerte relación entre el trato de la gente y el estado mental de una persona. Yo, como la mayoría de los individuos de este planeta, y como tú también muy posiblemente, he tenido momentos muy buenos durante mi vida, así como momentos de desdicha.
Todos en cierto grado tenemos nuestras miserias, y lo último que queremos hacer es estar con alguien que nos ayude a ahogarnos más.
La diferencia de trato con respecto a ambas situaciones es bastante diferente. Cuando tu vida va viento en popa, es más gente la que te busca; cuando no, básicamente solamente lo hacen tus mejores amigos (porque ya has creado un lazo afectivo con ellos, inmune al estado de ánimo) y tus seres queridos; y a veces no con la misma frecuencia.
Y no los culpo, a veces no es algo que suceda a nivel consciente, y es algo que yo hago también. No es como que siempre tenga que existir un razonamiento de por medio así: «Juan anda deprimido, no lo voy a buscar porque no quiero escuchar sus historias». Simplemente las personas tendemos a buscar a otras personas que estén bien, porque es parte de la selección natural, y porque siendo realistas, todos en cierto grado tenemos nuestras miserias, y lo último que queremos hacer es estar con alguien que nos ayude a ahogarnos más.
Voy a poner un ejemplo. Hace dos años me propuse bajar de peso. Varios kilos después, subí una fotografía a Facebook del «antes y después» y me di cuenta de lo siguiente. Primero, ese tipo de imágenes son los que más likes reciben, esas imágenes donde «has logrado algo» más que tus comentarios sarcásticos o tus críticas al gobierno. Segundo, no es el hecho de que estés más delgado, es la fuerza de voluntad que la gente valora, porque es atractivo.
Las publicaciones que tienen más likes en Facebook suelen ser aquellas que tienen que ver con un logro personal, esas que muestren que tu vida va viento en popa.
Y cuando esto ocurre, la gente te empieza a pedir consejos, te comienza a preguntar como le hiciste. Vaya, en su justa proporción, terminas siendo una especie de ejemplo para algunos.
Basta ver el tipo de publicaciones que provocan más likes en Facebook. Hace un tiempo hice un análisis, tal vez con un método científico no muy riguroso (eso que llamamos «a ojo de buen cubero») de los posts de mis amigos en Facebook, y los que tienen más likes son aquellos que tienen que ver con un logro personal. Si a una persona la admitieron en una universidad de tal país para estudiar una maestría, si se graduó, si le dieron el trabajo que tanto estaba buscando, etc. De hecho en mi caso, mis publicaciones con más likes y comentarios son del estilo, que si bajé de peso, que si me invitaron al consejo de Grupo Reforma, o que si esto o lo otro. La gente prefiere estar con aquella gente a la que le va bien, y no es algo que haga necesariamente por interés, sino por salud mental.
Todas esas publicaciones que reflejan una buena salud mental tienden a ser atractivas, esa imagen tuya muy contenta o contento con tus amigos (no es que necesites estar rodeado de gente, ni tener muchos amigos, pero sí saber que eres querido), con tus familiares, tú abrazando a tu hermana en su boda, con una amiga entrañable. Muchas de esas publicaciones generan engagement porque te percibes como una persona atractiva, una persona mentalmente sana, y con una autoestima aceptable.
Si por el contrario, alguien publica algun post o comentario en Facebook sobre una situación difícil como una depresión o una mala racha en su vida, posiblemente la primera vez reciba engagement por parte de sus amigos quienes le preguntan que ocurrió y lo tratarán de apoyar moralmente. Pero si lo empieza a hacer constantemente, dichas publicaciones terminarán en el olvido. Además, pienso que Facebook no es un espacio para estar ventilando a todo el mundo tus problemas personales.
No, no te estoy sugiriendo que busques ser popular en Facebook, ni que midas tu autoestima con base en el número de amigos que tienes en la red, ni mucho menos, que pienses que vales menos porque recibes menos likes que tus amigos (por ej, tus publicaciones concienzudas sobre el gobierno casi siempre van a tener menos likes que las selfies de tu amiga en bikini, porque hay muchos hombres calientes allá afuera). El punto es que, a la gente le es más atractiva aquella gente que está bien, que logra cosas, que tiene un proyecto de vida, vaya, que su vida tiene sentido.
Luego te preguntas por qué en Facebook la mayoría de las personas «narran» una historia de vida mejor que la que realmente tienen.
Tampoco se trata de tener miles de amigos, y medir tu autoestima por la cantidad de amigos que tienes, sino por la calidad. Puede que seas una persona introvertida (que no es lo mismo que timidez o inseguridad) y tus amigos sean pocos, pero esos pocos amigos te respetan y te admiran.
Posiblemente por eso sentí repulsión ante aquel individuo del instituto, porque vaya que esto funciona también a nivel inconsciente y el cuerpo lo expresa. Ese hombre no me tuvo que explicar que se sentía un desdichado para saberlo, su lenguaje corporal lo denotaba. Yo no fui el único que sentí repulsión. Al final, una persona sin un proyecto de vida, sin autoestima y sin una personalidad propia no es atractiva para nadie.
No es para nada una casualidad, que este tipo de imágenes cursis acompañadas con música de campanitas suela gustarle mucho a la gente:
Y al final no se trata de sobreactuar para que los demás te acepten, menos se trata de hacer cosas por aprobación personal. La respuesta es sencilla (pero difícil de ejecutar), se trata de trabajar en uno mismo, de adquirir confianza con la práctica, porque la confianza no es algo que se decide tener; es virtualmente imposible, por ejemplo, tratar de cortejar a una mujer con un desplante de seguridad sin tener experiencia en el asunto, la confianza se adquiere con la práctica, mediante el «acierto y error».
La aceptación del prójimo es como el dinero, no se trata de buscarlo, se trata de hacer lo que te apasiona para que éste llegue solo.
Si la gente no te trata bien, te subestima, no tienes los amigos que quisieras tener (puede que estés satisfecho con tener unos pocos, o puede que no), si sientes que allá afuera no te respetan, que tu opinión es irrelevante para los demás, entonces hay mucho trabajo por hacer. Los seres humanos tenemos la fortuna de, (a pesar de las limitaciones genéticas, o estéticas) tener el suficiente margen de maniobra para tener una vida más que digna, saludable, y ser felices.