Se destapó algo que ya se sabía, que mucha gente rica tiene su dinero en paraísos fiscales, lo que ahora sabemos son los nombres. Sólo son algunos, porque Mossack Fonseca no es la única empresa que presta dichos servicios.
La investigación realizada por por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y el diario Süddeutsche Zeitung, es una de las más relevantes del siglo. Así de simple. No hay mucho que pensarle.
Futbolistas, dictadores, directores de cine, empresarios corruptos, presidentes (uno de ellos, Sigmundur David Gunnlaugsson, Primer Ministro de Islandia, ya renunció), prestanombres, amigos de políticos. En esa lista hay personas de todos colores, de izquierda, de derecha, liberales, conservadores, delanteros, millonarios de países desarrollados y subdesarrollados. A todos te los puedes encontrar aquí.
En un mundo cada vez más desigual, con una democracia liberal cada vez más débil y proclive al ascenso de gobiernos autoritarios, una noticia de este tamaño es devastadora.
Los más puritanos tratarán de encasillar este problema en la dicotomía «estado-mercado». El izquierdista dirá: – Ahí están las consecuencias del capitalismo, unos pocos millonarios voraces lo acumulan todo dejando a todos en la pobreza, necesitamos un estado más grande y fuerte. El liberal (neoliberal) argumentará: – Esto es debido a la existencia del Estado, la gente no quiere pagar impuestos por que el gobierno es ineficiente.
El problema va más allá de aquellas discusiones de niños de primaria tratándola de hacer de economistas. El problema es uno de principios. Si algo falta en este mundo son principios e ideales.
Nos hemos acostumbrado a ser cada vez más individualistas, me importo yo, y me sirvo de la sociedad. Algunos ni se molestarán en justificarse, algunos otros inventarán excusas, que la carga fiscal es pesada, que no se utilizan bien sus impuestos. A pesar de la ineficiencia del gobierno para usar de forma óptima los impuestos de la gente, estas personas al poner su fortuna en paraísos fiscales, están privando de escuelas públicas para niños que quieren tener mayores posibilidades de movilidad social, están privando a muchas personas de recibir atención médica.
Ser rico no es malo, los mejores merecen tener más, pero sí que es malo no retribuir nada a la sociedad, una persona privilegiada tiene un compromiso con la sociedad; sin ésta, los ricos nunca lo hubieran sido. Somos animales sociales, dependemos de los demás: socios, subalternos, empleados, gobierno, otras empresas, servidores públicos, etc.
Su excusa es menos válida cuando la tendencia actual dentro de la mayoría de los gobiernos es cobrar menos a las empresas, sabiendo que una carga tributaria excesiva termina frenando la productividad. Pero no, los inmiscuidos no se destacan por ser venezolanos, ni cubanos; son mexicanos, son islandeses, son árabes, españoles, ingleses o argentinos (sospechosamente no aparece ningún estadounidense).
La constante en el mundo actual es la corrupción, organizaciones como la FIFA que se encargan de organizar el deporte con más aficionados en todo el mundo forman parte de redes de corrupción, gobiernos, empresas que tenían una gran reputación como Volkswagen falsean información. La percepción cada vez más presente de que la solidaridad está supeditada a la ley de la selva.
En el mundo actual cada vez escasean más ideales y aspiraciones; se nos invita a tomar lo que alcancemos a agarrar porque este mundo es extremadamente sombrío y competitivo. La gente ya no cree en nada, ni siquiera en ideologías obsoletas; la comunidad no importa, vivimos en dentro de un mar de personas las cuales no nos importan. Estamos tan inmersos en nuestras vidas rutinarias, en nuestros miedos, en nuestro proyecto de vida en el cual sólo nos incluimos a nosotros mismos.
En una sociedad escasa de ideales, valores y principios, compuesta por hombres tan débiles de espíritu, cualquier demagogo, cualquier charlatán puede venir y aprovecharse de ellos, lo estamos viendo, lo estamos viviendo.
Tu futbolista favorito, el que debía ponerte el ejemplo; aquel mandatario de ese país tan ejemplar y ejemplo a seguir en las discusiones de la sobremesa. No es un problema que tenga que ver con corrientes ideológicas. Tanto en el liberalismo como en el conservadurismo se denota esta pobredumbre espiritual y de valores. Incluso las instituciones que tienen para muchos, el monopolio de la moral (por ejemplo, la Iglesia) forman parte del problema.
No, no se trata de regresar a un estadio anterior donde el hombre era un «ser social por la fuerza», ni de ser puritanos, ni adoptar régimenes nacionalistas. Se trata de un trabajo que debería partir por lo individual, de reconocernos como individuos que formarnos parte de una sociedad, de reconocer la responsabilidad que tenemos para con ella.
Y sé que es una tarea difícil, sobre todo cuando el individuo ve que aquellos integrantes de la sociedad también trabajan para sí mismos, cuando ve que Televisa da la nota de #PanamaPapers, pero al mismo tiempo no menciona que su vicepresidente está envuelto en ese escándalo, y menos aún, Juan Armando Hinojosa, el contratista de Peña Nieto, más difícil se ve cuando un empresario como Salinas Pliego dice que la «desigualdad no es el problema» para después ser exhibido, también, cuando uno ve a los Porky’s violando mujeres, ocuando uno ve a un gobierno contratando hackers para ganar una elección, donde todo se vale. Entonces posiblemente el individuo piense que preocuparse por la sociedad sería como darse un balazo en el pie, pero por algún lado se tiene que empezar; tal vez ese agujero en la planta sea un sacrificio que debamos de tomar para pensar en un cambio de consciencia.
Ese gran reportaje hizo que nos cuestionáramos como sociedad global, si es que no hemos perdido la capacidad de cuestionarnos.