¿Por qué nos encanta romper los Récord Guinness?
Préndale a la televisión. Sintonice alguno de esos noticieros matutinos o programa de revista, siempre hay un récord que se está rompiendo: La enchilada más grande del mundo, el vaso de jugo de naranja más grande, la mentada de madre más grande del mundo, la torta ahogada, la rosca de reyes, la piñata, la pirámide de vasos inspirada en Star Wars. Basta entrar a la página oficial para ver cómo México destaca por romper este tipo de records.
Lo peor del caso es que eso nos da orgullo.
Los Récord Guinness, curiosa iniciativa de la famosa cervecera que lleva el mismo nombre, anima a los curiosos a romper cualquier tipo de récord para plasmarlo en el libro que publican anualmente. Cuando hablamos de «récords» hablamos de cualquier tipo de «récord» por haber. Es decir, desde 100 metros corridos en trajes de baño, hasta el ser humano más longevo del mundo. Algunos de sus registros sí, son interesantes, pero muchos otros son poco menos que circo o una divertida forma de perder el tiempo. Los nuestros no suelen ser los más ingeniosos, sin faltar a la verdad.
Y se me hace curioso porque México no es un país donde estemos acostumbrados a competir. Muchas de nuestras empresas se han desarrollado en condiciones monopólicas y quieren mantener su status quo. No somos un país meritocrático, las palancas importan más que el esfuerzo, la inventiva o la iniciativa: Ser hijo de alguien para aspirar tal puesto, estar en la «prepa oficial» (que no necesariamente es la que tiene la mejor calidad) para poder entrar a estudiar a la universidad pública sin examen de admisión, tener contactos en el Gobierno para que a mi empresa le vaya bien.
No acostumbramos a ganarnos las cosas con base en el esfuerzo, sino que más bien, aprovechando el status quo y la cuestionable estructura social en la que vivimos (de la cual tanto nos quejamos, pero de igual forma echamos mano) tratamos de subir escalones en la pirámide social. No, no nos gusta competir.
Por eso es que los Récord Guinness funcionan en nuestro país. Si te pones a pensar bien, en muchos casos no estamos compitiendo contra nadie. ¿En cuantos países se hacen tortas ahogadas? ¿En cuantos países se preparan enchiladas? Tampoco necesitamos ser creativos, no es lo mismo juntar a 1,000 músicos aficionados para tocar un cover de Foo Fighters y que suene bien, que hacer una rosca de reyes, que es una rosca común, pero que mide un kilómetro.
Lo más triste del caso, es que muchas veces se le da más cobertura noticiosa a este tipo de actividades, que a los records que se rompen y sí valen la pena. Mexicanos que ganan torneos de robótica, campeones de las matemáticas, científicos connacionales que logran trascender en otros países.
Los Récord Guinness en México funcionan porque no se requiere de un enorme esfuerzo ni de disciplina para romperlos. Juntar a cientos de personas para mentarle la madre al Gobernador de Jalisco (que sí, es Récord Guinness por ser la más grande del mundo), no sólo no requiere de esfuerzo, sino que es fácil encontrar los voluntarios que deseen participar.
Mientras que en todo lo demás, en lo que sí importa, preferimos mantener nuestros privilegios donde no tenemos que salirnos de nuestra zona de confort.