Sean Penn y Kate del Castillo cometieron un error.
No sólo desde el punto de vista legal, porque quien se encuentra con un criminal buscado por el Estado, está obligado de informar a éste, de lo contrario se convertiría en un cómplice. Según un agente del Gobierno Federal que platicó con CNN Expansión, un periodista puede entrevistar a un criminal (como lo hizo Julio Scherer al entrevistar al Mayo Zambada), pero ni Kate del Castillo ni Sean Penn son periodistas. En estos momentos se debate si lo que hicieron fue un delito o no, pero lo que queda claro es que cometieron un error.
Me refiero más bien al tema de la congruencia.
Sean Penn durante mucho tiempo ha denunciado los excesos cometidos por el Gobierno de Estados Unidos, pero al mismo tiempo se ha encargado de deificar a figuras autoritarias como Hugo Chávez o Fidel Castro. Ahora, aunque reconociendo a regañadientes los nocivos efectos del oficio del Chapo, nos presenta al narcotraficante más buscado del planeta como una víctima del sistema:
El Chapo asegura que las drogas destruyen, pero no se siente responsable del daño que ha hecho, porque afirma que si él no estuviera, el tráfico y las organizaciones seguirían existiendo. También le comentó a Penn en el video que le envió, que entró a ese negocio, porque no había otra forma de salir adelante.
Kate del Castillo fue por mucho tiempo actriz de Televisa. Después actuó en películas como Colosio y La Reina del Sur, para después planear sin éxito el filme autobiográfico del Chapo.
No sé que haya pasado en Televisa o que haya acontecido en su vida, pero Kate más que volverse opositora al régimen de Peña Nieto, se convirtió en una ferviente opositora a todo lo que huela a sistema establecido, como los políticos, la Iglesia, los medios, o el matrimonio. Me imagino que a partir de ahí nació su curiosidad por conocer al capo, con quien tenía contacto desde que le escribió una carta en supuesto tono irónico (parece que en realidad lo único irónico era la ironía misma).
Basta leer el extenso artículo en Rolling Stone donde se percibe cierta admiración hacia el criminal por parte de Sean Penn.
Por cierto, ese artículo me fue útil para mejorar mi vocabulario del idioma inglés, y nada más; es poco menos que basura.
Sí, la noticia, la primera plana, es que los actores se vieron con El Chapo para entrevistarlo, el encuentro causó el suficiente revuelo como para escribir de eso. Pero el contenido del artículo es basura. Lo único relevante es que uno puede ver al Chapo hablar, y responder a preguntas mal formuladas respuestas muy predecibles y obvias.
Bueno, hay otro detalle que también es relevante, y es que viendo el video, me pregunto como el narcotraficante más buscado del mundo, y una de las personas más ricas del planeta tiene dificultad para articular frases y su léxico es demasiado pobre. No espero a una persona culta en un narcotraficante, pero me impresiona que un capo que ha creado todo un imperio y que ha tejido redes en varias partes del mundo, tenga problemas para expresarse:
Es decir, Kate y Sean Penn se sumergieron en esta «aventura» para traernos un artículo sin valor periodístico.
Y se entiende que muchos periodistas estén indignados, porque hay que recordar que gracias a capos como El Chapo, muchos periodistas han muerto en nuestro país. Los actores hicieron una entrevista a modo, donde todo lo publicado tuvo que ser aprobado por el narcotraficante, con quien convidaron, tomaron tequilas y comieron tacos:
“It’s not on par with the sacrifice of many of my colleagues in Mexico and throughout the world who have lost their lives fighting censorship. (no es parejo con el sacrificio de muchos de mis colegas en México y todo el mundo quienes han perdido sus vidas combatiendo la censura) – Alfredo Corchado”
Puedo entender (más no justificar) cómo una comunidad puede admirar a un narcotraficante porque éste ha construido escuelas, alimentado bocas y proporcionado servicios que el Gobierno no otorga. Pero no puedo comprender que personas quienes supuestamente tienen cierta preparación, tengan la osadía de admirar a este tipo de criminales, o al menos de presentarlos como víctimas.
Porque vaya, es muy válido estar en contra del Gobierno de Peña Nieto o también es válido recriminar las acciones del Gobierno de Estados Unidos, de hecho es algo sano en una democracia. Pero la congruencia termina cuando para ese efecto muestras cercanías con figuras autoritarias o hasta narcotraficantes que representan algo igual o peor a quienes te estás oponiendo.
Ya lo dijo Kate del Castillo, preferiría al Chapo que al Gobierno.
Sí, en el Gobierno hay mucha corrupción, de hecho cuando hablamos del Chapo, tenemos que hablar de la complicidad del Gobierno en varias etapas de la historia.
Pero sería estúpido pensar en tumbar a ese Gobierno y dejarnos en manos de narcotraficantes.
Porque a fin de cuentas como sociedad necesitamos un Gobierno, un contrato social, y si no funciona bien hay que arreglarlo, no tirarlo para dejarnos a la intemperie y a la merced de personas nocivas cuya ausencia de valores es notable.
También están quienes preferirían tener al Chapo en las calles con tal de no tener que aceptar que el Gobierno tuvo un acierto. Como he mencionado antes, se debería recriminar a Peña Nieto porque sus acciones tienen en mal estado a nuestro país, no desear que al país le vaya mal para ver a Peña Nieto fracasar (como se puede constatar reiteradamente en las redes).
Esos que dentro de sí lamentaron su detención porque implica darle crédito a quien consideran «el enemigo» (más enemigo que el Chapo). Mientras que al mismo tiempo, en el estacionamiento del departamento, dos niños juegan a ser narcotraficantes.
Muestra sí, de la pérdida de valores, aunque quienes dejan ver patente ese problema presuman lo contrario y afirman estar preocupados por la pobreza, la injusticia y la desigualdad. – Yo soy bueno, soy de izquierda (cuando ser de izquierda o de derecha no tiene nada que ver con la integridad o la bondad), arriba el «Che», arriba Pancho Villa, viva Chávez, el Chapo es una víctima del sistema capitalista-neoliberal, #FueElEstado.
La ideología y la necedad antes que la empatía con los semejantes.
Y mientras, miles de personas siguen muriendo a cada día por el crimen organizado. Esos parecen no importar tanto.