¿Qué pasaría si quitáramos el agua de los ríos y colocáramos en su lugar Coca Cola? Bueno, la respuesta no es difícil de adivinar. Prácticamente todo ser vivo en la confluencia de esos ríos desaparecería (tal vez a excepción de algunas bacterias que se saldrían con la suya).
Otra pregunta:
¿Por qué en México tenemos muchos pobres con problemas de obesidad?
Respuesta: Coca Cola.
Y comienzo con estas dos preguntas para ir a donde quiero ir. Es que en México consumimos Coca Cola como si fuera agua, como si se tratara del líquido vital. México es el mayor consumidor per cápita del mundo: los mexicanos consumimos en promedio 675 botellas de 237 mililitros por habitante al año, es decir, dos botellas de Coca Cola chicas diarias por habitante o medio litro diario). A su vez, bebemos en promedio un litro de agua (los expertos recomiendan consumir entre 2 y 4 litros al día), es decir, por cada dos vasos de agua, consumimos uno de Coca Cola.
Pero la Coca Cola no es agua. La Coca Cola (y sus similares como Pepsi y Big Cola) contiene gases y una gran cantidad de químicos, algunos nocivos para el cuerpo:
No sólo eso, la Coca Cola daña el riñón, el pancreas, provoca obesidad y aumenta el riesgo de contraer diabetes (esto a pesar de las campañas mediáticas de la refresquera para lavar su imagen).
No, no es que tenga algo en contra de los refrescos, más bien critico la forma en que los consumimos y la forma en que nos los venden. Entiendo que compremos refrescos para la fiesta, para una reunión, para un partido de futbol; entiendo que estos sean consumidos de forma esporádica. Lo que no entiendo es que se coloquen refrescos en la mesa de las familias que se disponen a consumir sus alimentos, sustituyendo al agua natural o a las aguas frescas; ni tampoco que se beba este tipo de productos con el argumento de que el agua no tiene sabor (detalle cultural, el agua potable no es completamente incolora, inodora ni insípida como te enseñaron en la escuela, porque ésta contiene minerales; solamente el agua destilada tiene dichas propiedades).
Alguna vez lo comenté. Hace algunos años consumía mucha Coca Cola Light con el argumento de que «no engordaba». En algún momento de mi vida dejé de consumirla, y el cambio que sentí en mi cuerpo (inclusive en mi mente) fue drástico. Seguramente mis riñones y un sin fin de órganos vitales están agradecidos conmigo. Al «desintoxicarme» me di cuenta que le estaba metiendo veneno a mi cuerpo.
Y regresando al inicio del artículo. Si cambiamos el agua de los ríos por Coca Cola y casi todo ser vivo, en consecuencia, muere: ¿Por qué deberíamos de esperar que éste refresco sea completamente benévolo con los humanos?
Luego entonces, Coca Cola lanza un comercial donde trata de mostrar su solidaridad con los indígenas enviando a un grupo de jóvenes bien a la comunidad Mixe en Oaxaca para llevarles la navidad (que vaya que la navidad, sobre todo en su versión americana, nada tiene que ver con los usos y costumbres de esta comunidad que se terminan por ver agredidos). ¿Qué es lo que llevan estos jóvenes? Sí, Coca Cola.
Para la refresquera, ser solidario con los indígenas es llevarles felicidad marca Coca Cola (una felicidad muy distinta del concepto de felicidad que ellos tienen), sin importar si alteran sus usos y costumbres, y sin importar las consecuencias que este tipo de bebidas tendrán en su salud. Coca Cola entiende que la gente es lo suficientemente ignorante (incluso la subestima de más) para hacer creer que llevar refrescos con un sin fin de sustancias químicas a una comunidad acostumbrada al autoconsumo es un lindo detalle, al tiempo que invaden su cultura con profundas raíces con otra artificial y orientada al consumismo:
Coca Cola vende momentos, vende felicidad, vende lo peor de una cultura insípida y artificial; patrocina eventos deportivos en los cuales los deportistas tienen casi prohibido consumir sus productos por parte de sus entrenadores o cuerpo médico. Coca Cola va a todos los pueblos y pinta muros con la marca de su refresco, invade camisetas de futbol, espectaculares, comerciales, hace product placement, y todo lo necesario para mantener su cuota de mercado; y no sólo eso, sino que busca también que cada vez más personas consuman, y lo hagan de una forma más frecuente.
Por eso varios pueblos están tapizados con Coca Cola, y también varios barrios marginales. Para que la gente, incluso la de escasos recursos, sustituya el agua por la Coca Cola como el principal líquido de consumo.
Y como Coca Cola vende momentos. Entonces nos muestran a una pareja de dos novios caucásicos, parecidos y felices (o bien, negros o latinos cuando se quieren subir al tren del mame multicultural), a una familia saludable, a una comunidad solidaria. Pero en realidad tenemos niños sedentarios consumiendo sus productos frente al televisor, tenemos adultos con un preocupante pero normalizado sobrepeso eructando debido a los gases que tiene el refresco. Esos son sus consumidores más frecuentes.
Y así es como tenemos una gran cantidad de personas obesas y diabéticas (sin importar su clase social ni sus ingresos). Un líquido que parece más bien una sustancia química que un producto natural sigue siendo la predilección para muchos mexicanos. Porque a pesar de las piedras en el riñón, la diabetes o el riesgo de eructar en la cara de tu novia cuando tratas de besarla, porque a pesar de eso, tiene sabor. Ah ¡Y es cool!