Dice uno: -No entiendo como hay gente que va y paga miles de pesos para ver pasar en chinga unos carros en una pista.
Luego dice el otro: -Y yo no entiendo como es que a muchos les gusta ver a once monitos patear una pelota. Y luego gritan gol cuando uno de esos monitos meten una bolita dentro de tres palos. No le veo el sentido. Son puros borregos.
En realidad, que no entiendas las aficiones del otro no implica que quienes las disfrutan sean personas ignorantes. Incluso una postura así puede denotar lo contrario, que quien emite ese tipo de juicios, tiende a hacerlo desde la ignorancia.
Esos juegos de carritos que corren y de monitos que se pasan una bola tienen ciertas reglas y rituales que le otorgan cierto espíritu a dicho juego, afición o deporte. Naturalmente quienes hacen ese tipo de juicios desconocen dichas reglas.
A mi no me gustan mucho las carreras de automóviles, pero entiendo que por alguna razón muchas personas disfrutan de ella. Y esa razón tal vez pueda justificar el desembolso una cantidad mayor a los 10,000 pesos. No todos somos iguales ni tenemos los mismos gustos.
Si te parece que sabes mucho y entiendes muy bien, ten por cierto que es mucho más lo que ignoras. Tomás de Kempis
Puedo ser crítico de algunas expresiones culturales como el reaggetón y algunas formas de expresión en la música banda, porque hacen apología al machismo o al narcotráfico, pero no al mero hecho de ser aficionado a ese tipo de música, sino a la aceptación de los antivalores que promueven (no es algo aplaudible disfrutar letras que hagan apología al narco o que denigren a la mujer). Y si hay estudios serios que afirman que los oyentes del reaggetón tienden a ser menos inteligentes (una tendencia, no una generalidad; es decir, no porque escuches ese tipo de música eres necesariamente un tonto; incluso puedes ser inteligente) tiene que ver más con la aceptación de dichos antivalores y la poca capacidad de crítica ante ellos. Por ende criticar y etiquetar a priori a quienes escuchan a este tipo de música puede ser irresponsable.
Estos tipos de música también tienen sus normas y sus rituales. Incluso para rastrear el origen de la música banda (música que no tolero), tendríamos que irnos a ese «docto y culto continente» que se encuentra al otro lado del charco.
Yo hace unos años fui a un concierto de U2 y me formé 8 horas para encontrar un buen lugar (no acampé fue porque trabajaba el día anterior; y por cierto, no me tocó la pizza gratis que Bono mandó llevar a las casas de campaña). U2 no es Rachmaninov, ni son virtuosos en sus instrumentos; es más, no es necesario tener una gran habilidad en la guitarra para aprenderse todas sus canciones (un músico tarda más en dar con el sonido de The Edge que en aprenderse sus piezas); pero la esencia de su música, sus rituales y características le imprimen eso especial que hace que vaya a un concierto y lo disfrute en demasía. Y eso no me convierte en un ignorante.
Conforme adquieres conocimientos, lees más y amplías tu cultura, te vas forjando de un criterio propio; empiezas de alguna forma a volverte más exigente con lo que percibes. Te empiezas a dar cuenta que una pieza de Mozart es mucho más compleja y tiene más matices que una pieza pop. Para disfrutarla necesitas desarrollar ciertas habilidades en tu mente, pero no por eso, la música más simple se debe forzosamente de dejar de disfrutar.
Pero aquí viene la diferencia entre quienes tienen criterio y entre quienes «pretenden tenerlo» o pretenden imponer su «nueva virtud «para demostrar su supuesta superioridad moral. Hay quienes buscan en su pretensión por ser cultos (que no es lo mismo que ser culto) de desdeñar todo aquello que es simple. Para ellos, un intelectual no puede disfrutar de un partido de futbol, ni mucho menos un director de orquesta puede escuchar música pop o rock ligero, aunque muy posiblemente no conozcan a ninguno, y si conocieran a alguno se podrían llevar una sorpresa.
Que se tenga la capacidad de saber disfrutar e interpretar lo complejo, no implica que se deba de dejar disfrutar de aquello que es simple.
Gerardo Esquivel es doctor de economía por Harvard; hace poco publicó un reporte con Oxfam sobre la desigualdad en México, reporte que fue lo suficientemente relevante como para que toda la comentocracia lo tomara como referencia: Economistas, politólogos, periodistas; todos hablaron de su trabajo.
Hace unos días, Gerardo Esquivel lamentó el desempeño del Cruz Azul (su equipo predilecto) en la Liga MX. ¿Eso lo demerita? Por supuesto que no.
Con el Cruz Azul aunque gane. 🙂
— Gerardo Esquivel (@esquivelgerardo) septiembre 19, 2015
Muchas personas no gustan del futbol, y es válido. A otros les gusta y también lo es. Hay quienes por medio de ese deporte demuestran su ignorancia (barristas violentos, o quienes llevan su afición hasta un grado de enajenación), pero su ignorancia no está dada por la afición a ese deporte.
De igual forma conozco gente muy inteligente que escucha a Luis Miguel, o que fue a ver a Kabah + OV7 para recordar su infancia. Y esas mismas personas fueron al Teatro Degollado a escuchar a una orquesta sinfónica.
Las mentes más brillantes necesitan descansar (el cerebro es un músculo), y lo simple les puede traer un momento de placer a su mente sin forzarla ni hacerla trabajar demasiado. Para un matemático destacado, ver una comedia ligera en el cine puede ser algo reconfortante.
Quien de verdad es culto, quien de verdad busca adquirir conocimientos para crecer como persona y no para imponerse frente a los demás, tiene la capacidad de disfrutar las cosas simples. Quien busca satisfacer su ego, las rechaza para reforzar la idea de que es culto, aunque si se ponen a pensar bien, esto último es un contrasentido.
Y volviendo al principio, hay quienes al tratar de presumir su supuesta cultura criticando las aficiones de los demás con argumentos como los carritos que corren o los monitos que patean bolas. De ignorantes es criticar algo que no conoces.
La cultura es algo que se debe de poner al servicio de la sociedad, no al servicio de uno mismo. Los cultos hacen lo primero, los ignorantes que pretenden ser cultos hacen lo segundo.
Y no es necesario ser culto para saberlo. Yo no me puedo considerar uno, me queda un largo camino por recorrer. Tal vez tú tampoco lo seas, pero posiblemente estés menos lejos que aquellos que pretenden restregarte su cultura en tu cara.
P.D. No es lo mismo ser culto que inteligente. El culto posee una gran cantidad de conocimientos asimilados, la inteligencia tiene que ver con la capacidad del cerebro de realizar ciertos procesos y tiene varias vertientes, como la inteligencia racional, emocional, espacial, musical y un sinfín más.