Muchos alguna vez batallamos con las calificaciones en la escuela. Nunca fui un «niño diez»; más bien era un alumno promedio que en algún momento recibió una reprimenda al llegar a la casa con calificaciones no satisfactorias. ¿Pero saben? A más de una década de dejar la universidad (donde sí tuve notas más altas, porque vaya, estudiaba lo que me gustaba), no encuentro relación alguna entre las calificaciones de la secundaria o preparatoria que obtuve y mi situación actual.
¿Por qué? Porque las calificaciones son menos importantes de lo que parecen; vaya, al final del día son pocos relevantes. Y si el Conacyt te pide un promedio no muy alto (8.0) para que te otorgue una beca en un posgrado, lo hace solamente para asegurarse de que tus estudios no te valieron madre.
No, no estoy sugiriendo que los padres fomenten a hijos mediocres en la escuela ni que los consientan por irse a examen extraordinario. Las calificaciones de alguna manera ayudan a medir el desempeño de éstos en el colegio, pero en realidad sirve para poco más. Las calificaciones miden de una forma a veces un tanto imperfecta el aprovechamiento escolar de los niños, pero no evalúan la calidad del conocimiento que reciben, ni la calidad de quien imparte la clase. No es lo mismo un 10 en una secundaria pública que un 10 en Harvard.
“Sean cuales sean sus calificaciones, éstas rápidamente se convierten irrelevantes en sus vidas. Porque en la vida no te van a preguntar cuáles fueron tus notas. Si éstas significan algo, es sólo lo que eras en ese momento pero no te definirán para el resto de tu vida”.
-Neil deGrasse Tyson-
Pero si bien las calificaciones logran medir de cierta forma el desempeño del individuo en la escuela, en la vida real se requiere mucho más que la obtención de un número; las calificaciones se vuelven irrelevantes primero, porque es algo extraño que en una entrevista de trabajo te pidan tus notas, porque saliendo de la escuela puedes seguir adquiriendo conocimientos y llenar esos «huecos» por no prestar mucha atención a clase (además de que posiblemente haya una tendencia donde el alumno obtenga notas más bajas en aquellas áreas que no son de su interés) y porque en el mundo real se necesitan otras habilidades que no te enseñan en la escuela, habilidades que pueden ser más importantes que las notas escolares.
La pedadogía usada en las escuelas es más bien propia de una sociedad industrial ya caduca, llena de reglas fijas, horarios preestablecidos, timbres que suenan, orientadas a inculcar a los alumnos conocimiento de una forma mecánica y poco reflexiva. – Apréndanse estas fechas, ¿Quién dijo esta frase? ¿Cuándo nació Morelos?. El tipo de individuo que requiere la sociedad de la información difiere bastante del modelo que buscan la mayoría de las escuelas.
En el mundo actual donde el individuo tiene que valerse por sí mismo, donde los empleos de por vida ya casi no existen, donde la seguridad social es menor y se espera de él resultados concretos más que horarios y asistencias perfectas, se necesitan inculcar otro tipo de habilidades que me parecen indispensables y las escuelas las ignoran. Naturalmente hay más cosas por mejorar, y sin ser experto en pedagogía me atrevo a sugerir tópicos o materias que por puro sentido común, deberían de ser enseñados en las instituciones educativas:
1.- Seguridad personal:
Las escuelas valoran a los alumnos en cuanto al desempeño escolar (la boleta de calificaciones casi determina el valor de los alumnos). Quien está en la tabla de honor es un ejemplo a seguir, quien no lo está se convierte en lo contrario. Porque siendo honestos, no les enseñan mucho a valorarse como personas. Para que un individuo se desarrolle en sociedad satisfactoriamente, lo más conveniente es que su psique esté sana. Una persona sin confianza en sí mismo tendrá más problemas para sobresalir; si en la actualidad hay demasiada literatura sobre como adquirir seguridad es por alguna razón.
Las escuelas deberían de apuntar a esto, los alumnos deberían de recibir una atención más personalizada para trabajar sobre su psique, ayudarles a desarrollar las habilidades para las cuales son más aptos y sobre todo, confianza sobre sus habilidades. Hoy en día con una educación tan estandarizada, un probable genio de la ciencia podría sufrir dentro de clase y sufrir reprimendas frente al salón porque las matemáticas no son lo suyo.
2.- Relaciones sociales:
¿Qué pasa si un cerebrito no sabe vender su idea? Sus talentos posiblemente serán desperdiciados. Los niños diez que no desarrollan habilidades sociales terminan pasando desapercibidos, o escondidos bajo el escritorio de un empleo mediocre.
El niño tímido que se sentó en primera fila y siempre obtuvo diez posiblemente crezca y se sienta frustrado porque los que estaban hasta atrás y le aventaban avioncitos de papel están teniendo éxito y él no. No es que haya estado mal que obtuviera notas buenas, sino que no se molestó en desarrollar habilidades sociales y al darse cuenta que en la vida real tenía que hacerlo, se dio cuenta que estaba en desventaja.
Por eso en una institución deberían de enseñar a los alumnos a relacionarse, a hacer networking, a saber vender sus habilidades y sus servicios. No todos tenemos las mismas habilidades, hay quienes tienen un carisma nato, pero una institución educativa debería de ayudar a quienes no la tienen o no son tan capaces, a desarrollar sus habilidades hasta un punto aceptable de tal forma que su «imbecilidad social» no sea una desventaja.
3.- Finanzas:
No estoy sugiriendo en sí una materia de finanzas en el sentido estricto. Más bien estoy sugiriendo que a los alumnos les enseñen a administrar el dinero. Un problema que tenemos arraigado en nuestro país es que no sabemos administrar nuestro dinero, al grado en que alguien talentoso y que «sabe moverse» podría quedar en la ruina.
Desde como organizar tus ingresos hasta los gastos fijos. Que necesitas un seguro de gastos médicos, necesitas ahorrar para el futuro, instrumentos de inversión (que yo nunca he probado, para ser sinceros), todo eso es muy importante. Ya no estamos en la época en que hacíamos carrera en una empresa, teníamos nuestro seguro y nuestro ingreso fijo. Esa modalidad es cada vez más escasa. Los ahora alumnos posiblemente tendrán varios empleos o trabajarán de independientes para varias empresas, eso hace que sea más necesario aprender a administrar su dinero; y eso es algo que nadie enseña en las escuelas.
Conclusión:
El conocimiento es muy importante, de hecho es indispensable para formar individuos preparados, hábiles y críticos. Pero para que ese conocimiento funcione y pueda ser aplicado, se debe de enseñar al alumno a poder interactuar en su entorno. Porque la idea más revolucionaria se puede quedar en el papel si su creador no sabe comunicarla.