Lo voy a poner claro: Yo soy desarrollador web, a eso me dedico principalmente. Imaginemos que tomé un curso hace algunos años por el que pagué una buena cantidad de dinero, y que gracias a éste aprendí HTML, PHP y jQuery (que era lo que estaba de moda hace pocos años); con ese conocimiento pude ganar los suficientes clientes para mantenerme, pero estuve siempre cerrado a esos lenguajes. Pasan por un decir, cinco años, y súbitamente me doy cuenta que ya todos están programando con frameworks trendy como Node.js o Angular.js, que nunca me molesté en aprender y de buenas a primeras me doy cuenta de que me he quedado obsoleto y he perdido ingresos porque los clientes quieren sus proyectos con Node.js.
En nuestro caso hipotético, imaginemos que en vez de asumir que me he quedado obsoleto, le exijo al gobierno que prohiba a los desarrolladores probar en node.js porque eso afecta a mis bolsillos y porque yo hace años pagué un curso para especializarme en PHP y jQuery. Además de eso, hago manifestaciones «virtuales» hackeando las páginas de los clientes a quienes les desarrollaron aplicaciones web en node.js, los insulto en las redes sociales y los amenazo con ir a golpearlos. ¿Se oye absurdo no? Bueno, eso es lo que pasa con los taxis.
Los taxistas creen que por haber pagado una placa ya tienen el derecho de poseer el monopolio del transporte público, creen que ello les da el derecho de jodernos a los clientes que queremos un mejor servicio. Sus argumentos son estúpidos, afirman que los servicios privados son piratas sólo porque no han sido contemplados en el reglamento urbano (por su mera novedad) cuando muchos de los taxis que circulan en las calles son piratas y de ellos no dicen nada. El modelo del taxi se creó para satisfacer las necesidades de los usuarios que deben de transportarse, no para satisfacer las necesidades de los taxistas ni de sus gremios, eso es algo que debe de quedar claro de una vez por todas.
No, no hay «otro lado de la moneda», los taxistas nunca se esmeraron en mejorar su servicio, peor aún, ni ahora lo quieren hacer ni con ayuda del gobierno, no quieren incorporar tecnología a sus unidades, quieren trabajar «como siempre», con taxímetros alterados, con unidades en mal estado, no quieren mejorar, no quieren hacer esfuerzo alguno, el que Uber y demás modelos privados los orillen a hacer algún esfuerzo lo perciben como un atentado, como una «empresa extranjera ilegal» que quiere quitarle sus honrados empleos.
Si ellos estuvieran dispuestos a poner de su parte, estaría de acuerdo en que el gobierno de alguna manera les eche la mano para que puedan ser competitivos y de esa manera el servicio de taxis mejoraría en beneficio de la población. Pero no quieren, y si no quieren, deberían de atenerse a las consecuencias. Los taxis podrían mejorar su servicio, podrían incorporar una App o incluso subirse a la aplicación de Uber (como sucede en Estados Unidos donde se puede pedir un taxi por medio de la aplicación), incluso podrían solicitar trabajo en Uber con un sueldo no menor al que perciben actualmente. Entonces no hay manera de ayudarlos, y bajo esa premisa nadie los debería de ayudar.
Los taxistas responden poniendo en jaque a la ciudad, hacen manifestaciones, bloqueos, destrozan automóviles de Uber y similares porque no les parece. Mientras Uber va a Campus Party a mostrar su tecnología a los geeks, los taxistas cierran las avenidas principales para manifestarse en contra de lo que ellos asumen como «injusto».
Aquí los taxistas defienden sus «derechos» en las inmediaciones del Aeropuerto de la Ciudad de México. Los gobernantes los apoyan por interés político, más nunca para beneficiar a la ciudadanía
Sí hay «otra cara de la moneda», pero no a favor de los taxistas. Los choferes de taxis hablan sobre la reducción de sus ingresos y la escasez de trabajo. Sucede que Uber también emplea gente, y que los taxistas traten de boicotear a Uber en aras de defender «su trabajo», perjudican el de los otros y evitan que se creen nuevos empleos. Cuando golpean automóviles privados, están perjudicando económicamente tanto a sus propietarios como a los choferes que los conducen. Creen que el transporte privado les pertenece, creen que es suyo, pero están equivocados, el transporte privado es, como ya dije, para satisfacer las necesidades de los usuarios, no sus necesidades.
Los taxistas creen que secuestrando y amedrentando van a cumplir con sus objetivos. Pero los taxistas son como una hormiga a la cual se le pisa constantemente, al primer pisotón va a ser mucho alboroto, pero al segundo quedan inertes, y parece que los taxistas ya se han puesto en posición para volver a ser pisados.
Y por cierto, las autoridades deberían de ser más duras con los taxistas que violentan a los demás trabajadores, los cuales, según ellos, afectan sus intereses. No se vale que destruyan carros (como en el video que está unos párrafos atrás) y que queden impunes, deberían de ser sancionados con todo el peso de la ley. Con estos hechos demuestran una vez más porque muchos de nosotros ya no queremos volver a tomar algún servicio de taxi.
Para terminar, comparto un muy buen video de una amiga mía sobre el tema: