Después de hablar de Grecia, de Jacobo Zabludovsky y otros temas trágicos (por ejemplo, que se acabe de escapar el Chapo, otra vez), me daré el lujo de escribir de algo que generalmente no suelo escribir aquí. No trata sobre una crítica a algo o alguien, ni trata de un análisis o exposición alguna, sino de una breve experiencia que tiene que ver con el tema de las cervezas artesanales que se han empezado a hacer un hueco en los consumidores de cerveza que estábamos acostumbrados a tomar «más de lo mismo».
Y aunque me guste la cerveza, nunca me había molestado en conocerla. Así que me di la oportunidad de hacerlo.
Fernanda nos explica la dinámica y reparte sobres, donde anotaríamos nuestras opiniones sobre las degustaciones para retroalimentar a los productores de cerveza artesanal:
Todo empieza así. Mi amiga Fer me habla para invitarme a una «cata-caminata» llamada Beer Walk que se llevaría a cabo en la Colonia Americana de Guadalajara (el centro alternativo-hipster-Condesa wannabe de ésta ciudad). La idea era pasar una agradable tarde aprendiendo sobre cervezas, sobre su historia, sobre los tipos de cerveza que existen y sobre como catarlas. Todo esto mientras hacíamos un recorrido de cuatro distintos establecimientos donde tuvimos la oportunidad de degustar 10 tipos diferentes de cerveza.
El Depósito, y cuando el principal dueño de la Cerveza Minerva hizo que ya no viéramos la cerveza de la misma forma:
Y para ello dicho recorrido comenzó en El Depósito, un bar conocido por vender cervezas artesanales y extranjeras.
Jesús Briseño, el director general de la cervecería Minerva quien además es una de las personas más importantes y expertas en México de la cervecería artesanal, nos explicó el tipo de cervezas que existen, su origen, y sus ingredientes. Jesús, una persona muy accesible y cálida, nos ofreció degustaciones de sus cervezas para que aprendiéramos las diferencias que hay entre ellas. La cantidad de malta que tienen las cervezas, los lúpulos, el tipo de fermentación, el tratamiento y otros ingredientes extras son los que le dan a cada cerveza un sabor específico. Inclusive el origen de la cerveza influye, por ejemplo en Inglaterra el agua es más dura que en los países más cercanos al ecuador, lo cual influye en el sabor de la bebida.
El Pachuco y la Blanca:
Después nos dirigimos al Pachuco, un restaurant bar que se encuentra a unas cuadras de El Depósito. Ramiro, nuestro guía quien es parte del grupo en Facebook Cheleros de Corazón, nos continuó explicando sobre la historia y el tipo de cerveza que los establecimientos nos ofrecían. Por ejemplo, en el Pachuco, nos dieron a probar una cerveza alemana, pero «muy mexicana» llamado La Blanca, para después degustar otra llamada Engel Bock originaria también del país teutón. Todo esto acompañado de ricas degustaciones. Por cierto, éste lugar se caracteriza por sus enfrijoladas deliciosas, así como sus salsas y aderezos.
Silvestre y la costilla de Edgar:
Después caminamos varias cuadras para llegar al Silvestre. La cerveza tiene muchas calorías y el haber caminado distancias algo considerables de un lugar a otro reduce un poco el «remordimiento» que nos pudo generar consumir este tipo de bebidas por más de cuatro horas casi continuas. Algo de ejercicio es sano.
Regresando al Silvestre. Edgar, quien junto con su hermano es dueño del establecimiento, nos habló un poco de la historia de su restaurant – bar. Mi amiga Fernanda decidió incluir este establecimiento debido a que por la cercanía que tiene con su agencia, suele ir a comer ahí porque dice que es un lugar «bueno, bonito y barato». Yo me enamoré de éste lugar, que tal vez no está tan a la vista porque no se encuentra en la avenida principal. Nos sirvieron unas costillas braseadas deliciosas, me gustaron tanto que en ese mismo instante le mandé un mensaje a una amiga para invitarla a cenar ahí la siguiente semana. En este lugar nos sirvieron otra cerveza La Blanca, no tan ámbar como la primera y una oscura que me encantó que llamada Ticus, producida por la Cervecería de Colima.
Primero una Indecorosa, luego una Zorra, y no es lo que estás pensando:
Ya para terminar caminamos unas cuadras para llegar al Tap Room. Éste lugar es uno de los primeros lugares en vender cervezas artesanales en la ciudad, y de entre los pioneros, es el único lugar que sobrevive. Recientemente cambiaron de administración y me comentan, el objetivo es regresarle a este establecimiento sus días de gloria. En éste lugar nos ofrecieron una cerveza de la Ciudad de México llamada La Indecorosa, cuya etiqueta tiene un curioso y atractivo diseño, y otra llamada La Zorra Imperial Peanut Stout, una de las cervezas que más me encantaron porque tiene un particulas sabor a cacahuate.
Así terminó Beer Walk, éste recorrido que comenzó a las 4:30 y terminó pasada las nueve de la noche (algo así como 5 horas). Fue una experiencia muy interesante, porque siempre he acostumbrado a tomar cerveza; pero como les conté, nunca me había molestado en aprender sobre ella. Además que siempre se agradece que se de más exposición a las cervezas artesanales que son un arte.
Ah y buen detalle de Fernanda que nos haya invitado a los 30 participantes a desplazarnos en Uber tanto para llegar como para regresar a nuestras csasas. El alcohol es como la libertad, todos los quieren y es atractivo, pero implica una gran responsabilidad; y esa es que si uno toma alcohol, no debe de manejar.