Yo antes tenía muchos prejuicios sobre los homosexuales, si bien no era abiertamente homofóbico y respetaba que ellos pudieran relacionarse sin ser molestados, me costaba verlos como iguales. En algún momento tuve que convivir con ellos y todos esos prejuicios se me cayeron. Al final del día para mí un gay es una persona normal que tiene una preferencia sexual diferente.
A la fecha yo tengo mucho escepticismo sobre si ellos deberían poder adoptar hijos, todavía no sé el efecto que pueda en un niño tener dos papás o dos mamás, habría que preguntarle a los niños que quieren porque ellos también tienen sus derechos por los cuales velar, pero ese debate debería ser más profundo y concienzudo que afirmar que los gays son «anti natura«, argumento que utilizan muchas personas que ven en los gays algo degradante per sé. Bajo ese mismo nivel de argumento podría afirmar que no permitir que los sacerdotes se casen es anti natura porque el organismo está diseñado para reproducirse, o que dos ancianos no deberían casarse porque ya no pueden procrear.
La aversión hacia los gays tiene que ver mucho con los prejuicios. En 1990 la OMS dejó de considerar a la homosexualidad un trastorno mental; si esa era la excusa ¿Por qué no existió nunca algún movimiento ansiófobo o una postura «obsesivocompulsifóbica»? En la actualidad muchas personas tienen trastornos mentales y muchos de ellos conviven en sociedad sin ser víctimas de rechazo alguno, entonces entiendo que el motivo del rechazo no es la supuesta condición mental.
También existe la falsa creencia de que los homosexuales son personas débiles, por eso utilizamos términos como «joto, puto, maricón». Yo no me imagino que sería plantarme frente mis papás y decirles «soy gay» con el riesgo de que sea expulsado del núcleo familiar, para eso hay que tener carácter y mucho. Y si éste es expulsado tiene que valerse por sí mismo y muchos lo logran. Los gays son sensibles, pero la sensibilidad no tiene alguna relación con la falta de carácter, eso es un mito que nos hemos creído los humanos por mucho tiempo.
Entiendo el escepticismo ante las nuevas propuestas y ante los cambios, y en cierta medida es bueno que existan, los cambios no deben de ser abruptos y deben de ser buenos, todos deben de someterse a prueba para determinar si son convenientes o no, pero deben de sustentarse con hechos. Está bien que la Iglesia Católica defienda su postura, pero es conveniente que lo haga con base en hechos reales y fuera de todo prejuicio (más pruebas fundamentadas y menos «los gays me dan asquito»). El que el Papa Francisco, si bien conserva la misma postura que la Iglesia ha tenido hacia diversos temas, invite a no discriminar a los homosexuales, es un gran avance en este sentido:
Si una persona es gay y busca a Dios, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? – Papa Francisco
La decadencia moral no va por ahí; en mi experiencia los homosexuales «más desequilibrados y promiscuos» son aquellos quienes han sido expulsados del núcleo familiar, quienes terminan resentidos porque sus padres no les dieron la oportunidad de poder formarse, ¿Qué tanta importancia le puede dar a los valores que no ha terminado de adquirir un individuo que ha sido rechazado?. La familia, sí, es muy importante, y los homosexuales también esperan que sus padres les den valores y les den cariño. Todos los gays que conozco y que son aceptados dentro de su núcleo familiar llevan una vida armónica y equilibrada como cualquier persona y son hombres de bien, al igual que se espera de los heterosexuales. El rechazo familiar es lo que fomenta la decadencia moral, lo que lleva a los individuos a la perdición, a las drogas, a la prostitución y al vicio; mientras mas gays sean rechazados, más posibilidades terminarán de caer en este tipo de problemas.
Es también una absurda generalización descalificar algo porque tal propuesta viene de alguna ideología (que significa no querer pensar), por ejemplo, yo estoy en contra del aborto, y esa postura no la comparto con los liberales, pero si generalizara (falacia ad hominem), entonces tendría que estar en contra de los gays, del derecho de la mujer a votar, del derecho de los negros y del derecho de la mujer a trabajar y hasta a opinar en la mesa. A veces en este tipo de discusiones se necesita más cordura y tolerancia (y lo digo por ambos bandos que llegan a las descalificaciones e insultos para defender su postura), tenemos que pensar en como aspirar a ser una sociedad mejor y eso es un tema muy complejo, de mucho análisis, de echarle mucho coco.
El día en que no hablemos de los gays como gays, de nosotros y ellos, y sean consideradas personas normales con una preferencia sexual diferente (así como yo soy hombre o mujer o tengo el pelo de cierto color) habremos dado un gran paso como sociedad.