En todos los países existen élites (hasta en el más igualitario) y en cierta forma, más que indeseables, son necesarias. Existen seres humanos más fuertes y capaces que otros; es parte de la naturaleza de nuestra especie. Pero las élites al estar en la parte más alta de la sociedad, tienen una mayor responsabilidad para con ella. Sí, son privilegiados, y por ese hecho es que se espera más de ellos. Pero en México no pasa eso, las élites viven aisladas, viven un un mundo propio, aislados del resto de la sociedad de la cual sólo se sirven.
A Bill Gates, a Steve Jobs y a Mark Zuckerberg se les percibe como líderes. Pregúntale a los americanos cuales son los líderes de Estados Unidos en este momento y algunos mencionarán sus nombres. Sin ser perfectos y necesariamente puros, los americanos se benefician de la mayoría de sus élites (no por eso, no existen algunos prietitos en el arroz, ni por eso tampoco existen quienes buscan enriquecerse desmedidamente) por el simple hecho de que ascendieron fruto de su esfuerzo y su inventiva.
Mientras el próximo nuevo empresario está en su garage, o está en un sucio cuarto planeando una nueva idea; en México, los mirreyes están gastando toda la fortuna de sus papás en darse una vida. Educados en el Colegio Miraflores, o en el Instituto Cumbres, escuelas de «vocación religiosa», se sienten herederos de lo que hicieron otros, más que pensar en forjar su propio camino. Los nuevos mirreyes están muy lejos de ser parte de la nueva camada empresarial global a quienes tratan de imitar mediocremente (porque no saben trabajar), y están muy cerca de el Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, aunque ni Elizabeth, ni siquiera Darcy, llegaban a ser tan pedantes como nuestros jovencitos privilegiados, que preocupan más del vestir, de las marcas, que de las nuevas ideas y de los nuevos proyectos.
En México todavía no somos muchos los que hablamos en término de start ups (más visto en una clase media con mayor responsabilidad social) y en nuestro país faltan muchos ricos que lo sean gracias a su emprendedurismo. Muchos buscan irse por el camino fácil de la política (algunos ni siquiera se corrompen en el transcurso, sino que inician ya corrompidos y con la convicción de que van a hacer negocio y no a servir, y ya lo están antes de afiliarse al Partido Verde), o piensan más en términos de herencia; mientras que emprender es como un «juego secundario», como la «gasonilera» de Javi Noble .
Los mirreyes no son el futuro del país, son el pasado, son aquello que los países desarrollados han dejado atrás. Más proclives al rentismo, a la misoginia, a la petulencia, a la discriminación y a la falta de sensibilidad. Más parte de ese mundo que culminó en la belle epoque y que fue destruido con las guerras mundiales, donde los hijos de los rentistas se dieron cuenta de que se tenían que poner a trabajar. Si bien, nuestra fallida Revolución Mexicana podría haber tenido efectos similares (frente al rentismo en épocas del porfiriato), sólo consolidó a nuevos potestados que se sirvieron de los demás para continuar con la tradición rentista: Políticos, empresarios al servicio de los políticos, empresas que crecieron gracias al cobijo del gobierno y al sometimiento ante éste, y no gracias al libre mercado. Al menos los empresarios de esa época de alguna manera se tuvieron que poner a trabajar, sus herederos ni siquiera hacen eso.
México está podrido porque sus élites lo están. Porque sus élites se han acostumbrado a servirse de la sociedad en vez de dirigirla. Ellos ya perdieron esa posibilidad, y tal vez habrá que depositar la esperanza en las clases medias de donde ciudadanos busquen surgir para posteriormente reemplazarlos, aprovechando la cultura del mundo global, que en este aspecto, es mucho más benévola que la nuestra.
Y los mirreyes se esmeraron en buscar grabar el video de graduación del Colegio Cumbres con la misma cámara que rodaron House of Cards. Pero se les olvidó que para que el producto quede igual, hace falta edición, fotografía, y sobre todo, actores profesionales y no jovencitos misóginos petulantes: