Calificación: 3.5 de 5 (las primeras dos tenían el 5 redondo)
No, no soy un fan de las series, no me gustan, el formato me invita a hacer dos cosas que se me hacen igual de aberrantes. La primera es la tradicional y es esperar religiosamente el capítulo de la semana como doña con su novela; la segunda opción es, si tengo todos los capítulos disponibles a la mano, verlos todos en un solo fin de semana. Debido a esto, he visto muy pocas series en mi vida, porque no me gusta quedarme picado, y una serie que sí lo lograba era House of Cards. El sarcasmo de Kevin Spacey, la mano de David Fincher en los primeros dos capítulos que le dieron una dirección; política, ¿Qué más podía pedir?
La segunda temporada termina con Frank Underwood en el escritorio de la oficina oval de la Casa Blanca haciendo su doble golpeteo con el puño en la mesa. En ese momento pensé que ahí se debería de haber acabado House of Cards. La serie era tan buena que esas dos temporadas bastaban, y temía que un alargue pudiera diluir la calidad de la serie y se fuera a perder. A pesar de que la segunda temporada fue casi igual de buena que la primera, ya notaba algunos indicios de desgaste. Lamentablemente mis temores se hicieron realidad, y sí, la tercera temporada ya no fue lo mismo.
La serie sigue siendo entretenida, pero ya no es lo mismo, ya no tiene esa magia. Uno sentía mucha empatía con Zoe Barnes o con Peter Russo. Los personajes que salen en la tercera temporada no tienen el mismo impacto, como es el caso de Jackeline Sharp. Qué decir del escritor, toda la trama del escritor que escribiría el libro de las reformas de Frank Underwood fue innecesaria y aburrida. Éste carecía de personalidad, de carisma, era totalmente prescindible. Con Petrov no se molestaron en ser más sutiles, basta un segundo para encontrar su evidente parecido con Vladimir Putin. Si bien este fue el mejor de los personajes que aparecieron en la temporada 3, no logra tener ese impacto de los personajes de la primera temporada.
La trama no me gustó tanto, la tercera temporada muestra a un Frank Underwood más débil, menos capaz. Qué decir de Claire, que la quisieron hacer tan «humana» que su personaje se diluyó. Extrañé a esa Claire despiadada que corrió a varias personas de su empresa sin piedad para satisfacer sus ambiciones. Ahora tenemos una Claire cuya sensibilidad la termina metiendo en aprietos con su esposo. ¡Es que se enfocaron demasiado en la pareja Presidencial!, tanto, que por momentos creí estar viendo una telenovela. Ni qué decir del final, digno de una novela de Televisa. Si bien la actuación de Kevin Spacey en la discusión con la mujer de su personaje Underwood fue sobresaliente, el final fue un cliché, un recurso muy gastado. ¡Te dejo, me voy! ¿Estará Frank Underwood ebrio, solo y devastado en la cuarta temporada? No lo creo, seguramente habrá una reconciliación (y apuesto que será en el primer capítulo).
La historia de Doug Stamper tampoco deja tan bien parada a la serie. Su historia se me hizo algo también muy gastado y poco original. Mejor hubieran matado al personaje. Remmy Dalton también se diluyó al integrarse al equipo de trabajo de Frank Underwood, pasó a ser un personaje con menos chiste. Hasta a Meechum que no se caracterizaba por hablar y sí como alguien con una capacidad de sumisión bárbara lo extrañamos; en la tercera temporada fue un accesorio más. Si alguien no hubiera visto las primeras dos temporadas, no se hubiera dado cuenta de que él era un personaje y no un extra.
Si House of Cards hubiera terminado en la segunda temporada se hubiera convertido en una leyenda. Una serie que sería recordada en varias décadas. Lamentablemente decidieron hacer la tercera temporada y las cosas no salieron tan bien. Tal vez les hizo falta otro empujoncito de David Fincher, tal vez Kevin Spacey no debió venir a México a visitar a nuestro querido gobierno porque «Todo es culpa de Peña Nieto». O simplemente, ahí se debió quedar.
Y porque me volví a acordar que extraño a Zoe Barnes, porque viva se la llevaron, viva la queremos. Bueno, más bien, la aventaron, y está muerta. Pero queda claro que #FueElEstado.