Si yo fuera la hija de un empresario adinerado quien forjó su empresa desde abajo, y vistiera un Dolce & Gabbana de más de $100,000 pesos ¿Tendría algo de malo si me tomara fotos con éste? ¿Tendría algo de malo si lo presumiera en la revista Quién? Por supuesto que no, porque es dinero que se ganó mi padre a través de su trabajo, y el cual pudo financiar mi vestido.
El problema es que el papá (adoptivo si quieren) de Sofía Castro no es un empresario exitoso, es el Presidente de la República, y a diferencia de un empresario que ha hecho crecer a su empresa, su papá ha fracasado rotundamente en su empresa llamada México. Su papá es servidor público que vive no con el dinero que produjo, sino con el dinero de todos los mexicanos. Peña Nieto gana $120,000 pesos al mes. Su mujer, Angélica Rivera, una prostituta actriz de Televisa, no trabaja ya desde hace algunos años en el medio y se ha dedicado a ser la Primera Dama.
Ese pinche vestido cuesta lo que gana Peña Nieto en un mes. ¿Ustedes comprarían una prenda que tiene el valor neto de toda su quincena? Muy difícilmente lo harían. Incluso una prenda de $1,000 pesos para alguien que gana unos $15,000 al mes es un lujo y es un gasto que no se hace todos los días. Entonces no se explica a Sofía Castro se le puede ocurrir presumir un vestido de estos en su visita a Londres. Porque ni siquiera es la primera dama, sino que es una de tantas hijas que tiene la pareja presidencial.
En esta foto, simplemente nos muestran que más que ser una familia de servidores públicos, son más bien una familia que se sirven del pueblo, una familia mantenida del erario que cree que puede enriquecerse a toda costa. Esa foto muestra la pedantería de la familia Peña Nieto, esa simple foto anula todos los spots donde afirman, que están gobernando para nosotros. Están gobernando para sí mismos. Ese pinche vestido lo pagamos tú y yo con nuestros impuestos.
¿Cuánto costó el vestido que portaba Michelle Obama cuando su esposo ganó la Presidencia? ¡30 dólares!, $450 pesos. Es decir, se necesitarían más 200 vestidos como los de Michelle Obama para comprar el vestido de Sofía Castro. Es cierto que ante la Reina Isabel no te vas a llevar trapos, ni mucho menos te vas a poner la camisa del América que te compraste afuera del estadio. Pero no hablamos siquiera de la Primera Dama. Hablamos de la hija. Ese vestido no tiene ninguna justificación.
El mensaje de esa foto es el siguiente: -A mi me la pelan pinches proles mexicanos, yo hago con su dinero lo que se me pegue la regalada gana. Y se entiende, porque ante tal descrédito que tiene Peña Nieto y su familia, un buen mecanismo de defensa sería incrustarse en una burbuja, donde se puedan sentir más que los demás y se puedan servir de los demás. Viéndonos menos sentirán las críticas con menos fuerza. Si Sofía Castro leyera esta nota, seguramente pensaría (a pesar de tez blanca) que soy un naco proletario perdedor. Soy de clase media (loser), tengo sólo un automóvil (loser).
La hija de la «actriz» así como todos los de su familia viven como los típicos rentistas de hace dos siglos quienes vivían de sus posesiones, se dedicaban a no hacer nada y para quienes trabajar era una humillación. En el mundo actual ser rentista es algo menos que ser un haragán. En el mundo actual se admira a quienes crecen en base a su trabajo y a su inventiva, no a quienes maman del dinero que todos nosotros producimos.
En un país tercermundista se puede gastar mejor que en un país primermundista. Y es que los Obama saben que están ahí para servir a su pueblo y tienen que ser prudentes con los gastos. No, los de nuestra familia presidencial no lo ven así.
Y no, no le tengo envidia a Sofía Castro. Prefiero ser un clasemediero que tiene que trabajar pero que tiene su honor intacto, a una persona que a pesar de sus riquezas es repudiada por la mayoría de los habitantes a los que su papi gobierna.