Ser rico no es malo, y si tu riqueza que obtuviste en base a tu esfuerzo te alcanza para comprar la casa más opulenta, que la adquieras no tiene nada de malo tampoco. En la vida hay gente que triunfa y gente que no, pero los seres humanos hemos creado instituciones para que la gente que lo logre, lo haga respetando los derechos que tienen las demás personas. Que un empresario logre posicionar un producto en el mercado, y que gracias a su éxito pueda vivir cómodamente no sólo no es malo, sino que es admirable y se puede volver un ejemplo a seguir. Ese honor (que tan positivo o negativo sea) está dado por la ética y la legalidad con que haya adquirido ese bien.
El caso de la ahora llamada «Casa Blanca» de Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto no entra en esa categoría. Es irrisorio pensar que ese bien fue adquirido de forma ética. Un servidor público no puede ganar 7 millones de dólares con su sueldo (por más altos sean los cargos que ostente). También sería absurdo pensar que la trayectoria de Angélica Rivera en Televisa sea lo suficientemente redituable como para que tenga los recursos para comprar una casa que ni la actrices de Hollywood se pueden comprar. La casa de Meryl Streep está cotizada en 4.5 millones de dólares, la de Natalie Portman en 3.8 millones de dólares.
Que Televisa donó la parte colindante, que si Angélica Rivera, como dice Presidencia, adquirió la casa en base a su trayectoria como actriz. Pero el hecho de que la casa haya estado a nombre de Grupo Higa, esa empresa que ganó la licitación para la construcción del tren México – Querétaro, nos habla cuando menos de tráfico de influencias.
Peña Nieto había asegurado el año pasado que tiene propiedades que le fueron donadas, pero nunca explicó quien se las donó ni como. Lo de la Casa Blanca no tiene explicación, incluso la gravedad del hecho es lo suficientemente contundente como para que medios el alemán Deutsche Welle afirme que Peña Nieto podría terminar en la cárcel (cosa que sabemos, no va a suceder). Muchos quieren que Peña Nieto renuncie a la Presidencia, algunos en una pronunciación legítima, u otros líderes, haciéndolo con un interés particular, pero lo cierto es que si el sistema de justicia funcionara cabalmente, así como el Estado de derecho y las instituciones, Peña Nieto tendría que ser procesado y tendría que rendir cuentas ante la justicia.
La noticia bomba entró en un momento perfecto, por lo cual no sería descabellado pensar que alguien con algún interés particular soltó la información (así como sucedió con el famoso Watergate de Nixon, donde mucho tiempo después se supo que quien soltó la información había sido William Marl Felt o Garganta Profunda, quien tenía rencillas con el ex Presidente), y posiblemente sería alguien de círculos cercanos al Presidente o de un grupo opositor. Lo cierto es que la imagen de Peña Nieto ha quedado ya muy debilitada tanto a nivel nacional como internacional por este hecho.
Llama la atención que a sólo dos años de su mandato, la figura de Enrique Peña Nieto esté ya tan desdibujada y descalificada. Generalmente eso ocurría al momento en que el Presidente iba a dejar su cargo. La duda es ¿Qué hará Peña Nieto para recuperar algo de legitimidad? ¿Cuál será su golpe de timón cuando ya ha gastado casi todos sus cartuchos? ¿Montiel?