Mucha gente que no está al tanto de la política y no le importa, suele decir que «todos los partidos políticos son lo mismo, me dan igual». La gente apolítica es aquella a la que no le interesa la política, a pesar de que esta influye de forma considerable en su vida.
Lo apartidistas pueden llegar a hacer una afirmación parecida, pueden pensar que todos los partidos políticos son lo mismo (y que el 91% de los mexicanos los perciban como corruptos, la cifra más alta en el mundo, sustenta dicha afirmación). Pero hay una gran diferencia. Quienes somos apartidistas sí que estamos muy interesados en la política, aunque duela verla.
Quienes somos apartidistas lo somos por varias razones: La primera puede ser que la oferta ideológica de los partidos no nos guste o no vayan muy de acuerdo a nuestra filosofía de vida. La segunda, y creo la más importante, es que el nivel de deterioro en los partidos (que incluye darle la espalda a sus principios ideológicos fundacionales) ha llegado a un punto en que los percibimos como algo no muy distinto. Tal vez el PAN conserve un poco de ese talante conservador y el PRD un poco de ese nacionalismo rapaz, y en función de eso tengamos el criterio para percibir algunas diferencias, pero que no son las suficientes para poder depositar las esperanzas en algún partido.
Los apartidistas no necesariamente dejamos de ir a votar o anulamos nuestro voto. En algunos casos escogemos al político que logre acercarse un poco (aunque esté más «para allá que para acá») a nuestras convicciones. En otros casos escogemos a un político no por simpatizar con él, sino para evitar que llegue aquél otro que consideramos más peligroso. Los apartidistas más bien anhelamos una realidad que los políticos actuales no son capaces de ofrecernos. No tenemos que pensar en un mundo utópico, más bien tratamos de ser realistas, pero las opciones actuales no son capaces de buscar cambios posibles dentro de nuestra realidad.
Los apolíticos son muchos, son aquellos que incluso te miran con recelo sugiriéndote que «no te quejes de la situación» aunque serán los primeros en brincar en ese momento en que sus decisiones terminan alterando el curso de sus vidas. En algunos casos ellos podrán simpatizar con un partido por tradición o por costumbre, pero no estarán al tanto de lo que sucede. Algunos prefieren alejarse del tema por considerarlo «negativo» y porque creen alterará el «equilibrio de sus vidas».
Los apartidistas nos involucramos más, incluso pueden tener la capacidad de formar un músculo ciudadano, mientras que los partidos políticos por más que presuman de abarcar todo el espectro ideológico, pueden hacerlos a un lado, un ejemplo es su muy tibia reacción ante la Masacre de Ayotzinapa.
En el México actual se necesitan más apartidistas y menos apolíticos. Estar al tanto de la política debería de ser una obligación moral del ciudadano (porque influye en su vida y en su sociedad) y no debería de estar relegada a ciertos círculos intelectuales y de opinión.