Había un maravilloso mundo donde se podía correr por el verde pasto iluminado por el candente sol, el cual rodeado de unas pequeñas nubes felices y un hermoso arco iris, daba vida a ese paisaje donde brincaban curiosos conejitos, donde volaban inquietas palomas a través de los frondosos y fuertes árboles, y donde junto con las ardillas encantadoras y las tortugas con su fuerte caparazón, se aprobaban las reformas estructurales y se hacían espléndidos spots donde se recreaba este mundo tan maravilloso que dicen, fue la envidia del creador, al superar al paraíso como la tierra perfecta. -¿Corrupción? jaja, -dijo el ratoncito feliz con sus grandes orejas, -eso no existe en esta tierra. -¿Impunidad? -dijo la ardillita Chong. -Esa palabra nunca la hemos utilizado aquí, esa palabra aplica para otros mundos muy muy lejanos de nuestra tierra perfecta.
Al estar en este mundo le pregunté al topo Murillo, (quien se encargaría de velar por la seguridad de esta hermosa tierra, pero por ser el mundo más perfecto nunca tenía trabajo y se dedicaba a contemplar la hermosura del cielo azul arropado por el arrebatador arco iris) que pensaba de la masacre de Ayotzinapa -Señor topo, eso queda en esta tierra ¿Qué no?. -Sí, mire, fue un pequeño incidente menor el cual hemos resuelto para mantener la paz y la concordia en esta hermosa tierra, la cual a pesar de ser perfecta, siempre estamos moviendo y transformando. Pero pase usted, señor curioso, le presento a nuestro dios Enrique, no sólo es perfecto y misericordioso, es un gran pen… pensador, su hermosura es perfecta, su copete, su forma de sonreír, su porte. El le sabrá contar más de este pequeño problema.
Me postré ante el Dios, me hinqué y ante su tronar de dedos le dije, lo que usted ordene señor licenciado Presidente Dios Don Enrrrrique. Le quería preguntar sobre Ayotzinapa pero estaba ocupado tomándose selfies con unas querubinas que cargan con deliciosos alimentos en una bolsa y una tarjeta de un supermercado celestial amarillo. Al terminar me atendió y le pregunté. Dios Enrique ¿Qué me dice de Ayotzinapa? Antes de venir aquí me dijeron que muchos de los seres de esta tierra estaban muy molestos, incluso trataron de quemar el arco iris que se impone ante el bello paisaje de su hermosa tierra.
Dios Enrique me dijo -Señor curioso, este mundo es tan perfecto que me tomó un millón de millones de años para crearlo ¿ve ese avión? ¿no se le hace muy lindo? Todos es perfecto aquí. Algunos seres malignos nos envidian tanto que inventan historias. Mire, le obsequio esta televisión donde podrá conocer las maravillas de este mundo y verá que lo de Ayotzinapa ha sido un incidente menor, tan menor, que me preocupa más que las selfies que me tomo con mis querubinas salgan bien. Aquí la indignación no existe, es más, hasta todos los mundos extranjeros nos aplauden, aparecí en una revista la cual es un orgullo para todas las especies que viven en este mundo. Porque no hay mundo más perfecto que el nuestro.
De pronto me di cuenta que el Dios Enrique estaba sujetado de unos grandes hilos que parecían moverlo ¿Un Dios con hilos? Pero el Dios Enrique con su porte y su inteligencia divina me comentaba que esos hilos representan la conexión que tiene él con el cielo, de donde se inspira para mantener a todo este mundo perfecto y las ardillas y los conejitos puedan correr por el verde pasto de este precioso mundo.
Luego volteé a la ventana y vi una gran aglomeración de gente que al parecer estaba alebrestada y molesta. Le dije al Dios Enrique ¿Y ellos quienes son? ¿Por qué están indignados, no me había dicho que no había gente indignada? El Dios Enrique me respondió. Te equivocas, ellos están haciendo un ritual de adoración, los fuegos que cargan representan la luz divina, incluso vea como ahora me adoran con un ritual ancestral: -eeeeeeh puuu, eeeeeh puuuu-. ¿No ves lo hermoso que es este mundo que hemos creado en más de 70 años, y que los mínimos problemas que hay son sólo por lo que hicieron esos duendecitos mágicos azules cuando vinieron a visitar este mundo?
A pesar de mis dudas me fui convencido, este mundo es el mejor que había conocido en mi vida y sé que ningún otro podrá superarlo. Ese Dios Enrique es un bombón, las ardillitas, los conejos, los renacuajos, y en especial, los ratoncitos de orejas grandes, todos me han convencido de que he estado en un lugar glorioso al cual quiero volver a regresar.