Creo que la política moderna no se puede entender sin las películas de Luis Estrada que han hecho una parodia de la forma de hacer política en México, de una forma frontal, directa, y muy satírica. La Ley de Herodes fue la primera que se atrevió a enfrentar al régimen priísta que en ese entonces todavía gobernaba, aunque se remontó a finales de los cuarenta cuando gobernaba Miguel Alemán. Luego le siguió, tal vez sin tanto éxito como la primera, Un Mundo Maravilloso que hacía un crítica del neoliberalismo y de la forma de gobernar del PAN. Después vino la exitosa «El Infierno» que satirizaba el problema del narco, para llegar ahora con otra película arrebatadora desde el título de la película (alusiva a la famosa frase de Vargas Llosa).
¿De qué trata La Dictadura Perfecta? El tema central es como los medios de comunicación pueden incidir malévolamente en la política, colocando presidentes en el poder y desinformando a la población. La trama empieza cuando el Presidente de la República (donde de alguna forma, las limitaciones actorales de Sergio Mayer logran hacer una acertada y escalofriante sátira de Peña Nieto) comete un desliz y recurren a la televisora (TV MX) para distraer a las audiencias. Para eso utilizan un video donde el gobernador Carmelo Vargas (Damián Alcazar) recibe dinero de un narcotraficante (parodiando los videoescándalos de Bejarano y Ahumada). Éste, afectado en sus aspiraciones presidenciales, recurre a la misma televisora (o como dice el mismo Carmelo, le da las nalgas) para lavar su imagen, la cual envía a Carlos Rojo (Alfonso Herrera) para que se haga cargo del trabajo y por medio de la misma dinámica (que una noticia tape otra) aprovechan el secuestro de unas niñas para elevar el rating del gobernador (parodia del caso Paulette).
A diferencia de las otras tres películas, en ésta no tenemos al personaje principal (siempre interpretado por Damián Alcazar) donde éste comienza su historia desde la base de la pirámide social (burócrata, méndigo, migrante) y por medio de la corrupción va creciendo, haciéndose poderoso y enriqueciéndose. Damián Alcazar en este caso comienza como un gobernador corrupto y termina como Presidente de la República. Incluso el papel de «personaje principal» se lo pelea con Alfonso Herrera (ex RBD) quien se encarga de crear todo el teatro. Lo curioso y señalado en esta película, no es solo el hecho de que Grupo Televisa había apoyado a la producción de esta película con 20 millones de pesos (apoyo que retiraron tras ver la versión final), sino que la mitad del reparto de la película han trabajado para Televisa y actuado en telenovelas de la televisora. Está el caso de Alfonso Herrera, Osvaldo Benavides, Sergio Mayer, Saúl Lizaso y Arath de la Torre.
La obra recrea los males que sufre el país en política, desde el cinismo y la corrupción, hasta el narcotráfico y el doble discurso. Al igual que hace con los medios de comunicación donde satiriza de una forma burda y grotesca la forma en que estos tratan de incidir en la opinión de la gente. Las puestas en escena relativas a la televisora (como las noticias) son poco menos que impecables y bien ejecutadas. Tal vez algunos habrían esperado una mayor participación del personaje de Sergio Mayer (la alusión a Enrique Peña Nieto es clarísima aunque el actor lo niegue) pero en sus pocas intervenciones logró hacer reír jubilosamente a los espectadores en el cine. La falta de escrúpulos tanto en la política como en los medios queda bien reflejado. Si algo yo le recriminara a esta película (conociendo las inclinaciones izquierdistas del director) es la parodia santificada de López Obrador encarnada en Agustín Morales, el opositor apodado «El Mesías» quien tiene aspecto de político completamente honrado y santurrón (interpretado por Joaquín Cosío quien no hizo para nada un mal papel, pero que no estuvo a la altura de «El Cochiloco» en El Infierno»).
Esta obra es acertada, sobre todo por los tiempos que se viven en el país. Si bien es una parodia y los temas son recreados de una forma exagerada y burda, logra abordar bien los males que sufre el México actual, la falta de ideas sobre la abundancia de intereses y deseos del poder por el poder. La película tiene ese «toque» que poseen las tres anteriores obras de Luis Estrada, y las actuaciones son lo suficientemente aceptables como para que esta obra termine saliendo bien. Le auguro éxito a esta película, la cual ya tuvo la suficiente relevancia como para que la proyectaran en el senado y los senadores del PAN, PRD y PT la aplaudieran.
Lo mejor de todo es que esta cinta puede verse en todos los cines (con todo y parodia del Presidente) a pesar del ambiente de censura que se comienza a vivir en el país. A pesar de que algunas instancias pusieron trabas, no fueron las suficientes como para evitar que tú puedas ir a tu sala de cine más cercana a ver esta película.