Todas las reformas se han aprobado. El gobierno de Peña Nieto logró hacer lo que ni Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón pudieron hacer juntos. En tan sólo poco más de dos años lograron pasar una avalancha de reformas. Y ese logro queda muy bien para el discurso, incluso para los debates posteriores a la Presidencia de Peña Nieto: -Yo creo que el gobierno de Peña fue malo porque… -Pero aprobó las reformas. -La corrupción y la inseguridad crecieron… -Pero aprobó las reformas.
Qué tan eficientes son las reformas, el tiempo lo dirá. A ojo de buen cubero, hay puntos que son acertados y hay otros que son preocupantes. Unas eran necesarias, otras mal instrumentadas, y existen otras como la Reforma Fiscal cuyos resultados ya conocemos, que ha sido un lastre para la economía. En el forma, ha sido un logro político del gobierno de Peña Nieto, el fondo está por verse, y el fondo es lo que deberá importar, no las formas.
Pero las formas son las por el momento le sirven al gobierno para subirse al templete del éxito de una forma grandilocuente, por esto es que ahora se están dando a la tarea de presumir el logro y de convencer a los mexicanos por qué es un logro. Lo paradójico del caso es que lo están haciendo de una forma que causa fricción con ese supuesto espíritu liberador y progresista que se le ha tratado de dar a las reformas, y por eso, el primer acto fue aparecer en el programa «Hoy» con Andrea Legarreta y Raúl Araiza. Curiosamente en un programa de revista lleno de chismes, bailecitos insultos y demás contenido banal producido por una de las empresas que el Presidente Peña dijo combatir en la Reforma de las Telecomunicaciones. Había que convencer a ese auditorio que no conoce mucho del tema ni se interesa en él, pero que de alguna forma podrían correr la voz de que Peña es el héroe de las reformas.
Naturalmente ni Raúl Araiza ni Andrea Legarreta son periodistas ni conocen del tema por lo que se limitaron a casi no hacer preguntas que les fueron dictadas. Incluso Araiza publicó un tweet que dice mucho de esa entrevista: «Gracias por su tiempo a todo el equipo de asesores de la Presidencia!»
Pero naturalmente Peña tenía que dirigirse también a ese público que tiende a estar más informado que la gente que gusta de los programas de revista de las televisoras. Por eso es que el Fondo de Cultura Económica realizó en Palacio Nacional llamado «Conversaciones a Fondo» donde se invitó a varios periodistas para que entrevistaran al Presidente Peña Nieto ¿El problema? O que eran periodistas afines al gobierno, o personas que no son muy afines pero que no se caracterizan por ser muy duros (Leon Krauze, Denise Maerker). La idea era que el Presidente saliera bien parado, las críticas tuvieron que ver con algunas preguntas que todos los mexicanos se hacen «¿No se van a enriquecer algunos cuantos con Pemex? ¿De verdad nos beneficiará la Reforma Energética? Pero quedaron muchas otras, más controversiales, como las que tienen que ver con el «Pemexproa» o con el maiceo por medio de bonos a varios diputados para que votaran esta reforma. No se habló ni de Carlos Romero Deschamps, ni del Fracking. Parecio ser una puesta en escena para que el presidente tratara de «callar dudas».
Pero ni siquiera en eso le fue bien. Peña Nieto fue muy ambiguo al tratar de responder los cuestionamientos de Krauze y Maerker. Cuando León Krauze le dijo que se comprometiera a que no se iban a enriquecer unos pocos con la Reforma Energética, Peña Nieto se trató de salirse por la tangente y redundó demasiado al hablar de «mecanismos» al equiparar la estructura de las reformas con el caso de Brasil y Noruega. Krauze incluso terminó exhibiendo la ignorancia del Presidente (que por cierto, fue notorio que hizo un gran esfuerzo para prepararse ante este evento) cuando debatieron sobre el problema de la corrupción en México.
El problema es que a mí me dejó con más dudas, especialmente con la instrumentación de la Reforma. Lo que vimos fue una retórica ensalzada, adornada, muy ambigua, con el fin de que esa verborrea superficial no pareciera tan superficial. Al final nos quedamos con lo mismo. Ciertamente más del 60% está en contra de la reforma por dos razones, una que no es válida y es la que tiene que ver con el absurdo nacionalismo donde el petróleo no se puede tocar, y la otra que tiene que ver con la corrupción que ha rodeado a este proceso y que es no sólo totalmente válida, sino indispensable para tomar en cuenta y que no nos lograron aclarar.
Naturalmente Peña tratará de vender su éxito, sobre todo por razones políticas. Necesita más aprobación y le ha apostado tanto a las Reformas como a la inversión pública para tratar de enderezar aunque sea un poco la malograda economía de nuestro país. Sabe que si esto no da resultados, él y su partido estarán de patitas en la calle y ni las tortas ni las tarjetas de Soriana serán suficientes para poder consolidarse en el poder, lo cual es su máximo anhelo.