Es cierto que muchos mandatarios sufren transformaciones físicas a lo largo de sus gestiones. Es algo de alguna manera normal, no sólo por el natural envejecimiento que se sufre a lo largo de 4 o 6 años, sino porque estar al frente de un país y de tantas presiones que implica es algo desgastante. Basta ver los cambios que sufrió Fox, o los que ha sufrido Obama a lo largo de los años. Pero… Observen la siguiente imagen:
Si no conocieran a este individuo y les presentaran estas imágenes ¿Pensarían que sólo hay un año de diferencia entre las dos fotos? No se me haría extraño que alguien calculase varios años de diferencia.
Las diferencias saltan a la vista, las ojeras en la segunda fotografía son muy evidentes, la cara está más arrugada, en la primera fotografía se percibe una tez sana, en la segunda tenemos una imagen muy cansada y pálida (a pesar de que se alcanza a percibir cierto maquillaje). ¿Razones de este desgaste tan prematuro? Se pueden indagar muchas cosas: Algunos relacionarán su limitación intelectual con el paquete llamado Presidencia de la República, otros afirmarán que le afectan en demasía las constantes críticas públicas que recibe, o incluso que se trata de algún problema de salud, como ese que lo llevó a ser intervenido quirúrgicamente.
Puede ser también, una combinación todos o algunos de esos factores. Pero que desde luego que hay un notable contraste de ese personaje que quiere vender en los escenarios internacionales como Davos al presentarse como el reformador ovacionado, y ese personaje cansado cuyo poder queda en cuestión con temas como la inseguridad de Michoacán. Ese contraste de un «México prometedor» que pretenden vislumbrar afuera, y ese «México angustiado» que se ve desde adentro.
Vivimos en un país donde la estrategia de la simulación ya no es tan eficiente, donde los medios son difíciles de controlar, donde la ciudadanía es más (aunque no suficientemente) activa que a finales del siglo XX. La imagen del Peña Nieto de hoy es representativa de ello. Donde el maquillaje (que representa la simulación) no puede ya tapar las imperfecciones de su rostro. Su imagen dentro del país está muy desgastada, algunas de las reformas tan «aplaudidas» en el exterior son cuestionadas. Algunas con mucha razón (la Educativa y la Hacendaria) y otras por mitos históricos (la Energética).
Todos los actos de simulación y efectismo llegan tarde. Se hablan de capos de los Caballeros Templarios atrapados cuando ya generalizó el concepto del gobierno ineficiente. Igual pasó con el tema de la influenza. Pareciera que no se dan cuenta que la sociedad es cada vez más dura a la hora de exigir resultados, y cada vez cuestionará más la forma en que los presentan.
La imagen de Peña Nieto parece análoga al famoso Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Mientras busca proyectar una belleza y dinamismo eterno por medio de publicidad y publicaciones extranjeras a encargo, vemos como en en realidad se va deteriorando más. Esperemos entiendan que si quieren «mover a México» deben de tener un sincero deseo porque este país salga adelante, de lo contrario sólo el pueblo va a poder salvar al pueblo (y no lo digo en el sentido de AMLO donde él se considera todo el pueblo).