Cada año, los presidentes rinden cuentas ante la población sobre lo que ha sido su trabajo anual (aunque esta primera etapa consta más bien de 10 meses). Uno supondría que es un mecanismo para obligar a los mandatarios a trabajar bien, pero están tan preparados en el arte de la demagogia, que cuando lo hacen mal ya saben como disfrazar números, pronunciar sofismas, hablar de un futuro promisorio ante una actualidad negra, dar esperanzas. Y algo así tal vez es lo que tendrá que hacer Peña Nieto, porque en su primer informe presidencial, no tendrá mucho que decir, ni presumir.
Quienes somos críticos de Peña Nieto y no tuvimos buenos pronósticos sobre lo que podría ser su gobierno, lamentablemente parece que nos han dado la razón estos primeros diez meses. Incluso algunos suponían que en el primer año se iba a generar un aparente clima de que las cosas iban bien, pero esta sensación apenas existió y se difuminó muy rápido. Artículos como el de The Economist donde se hablaba del «Mexican Moment«, la detención de Elba Esther Gordillo como el quinazo del Siglo XXI, el Pacto por México, y la gente simplemente ya no se convenció. Después vinieron las exoneraciones de Raúl Salinas de Gortari y las liberaciones de Caro Quintero, las atropelladas elecciones estatales con lo cual la gente asumió que estaban ante un régimen, parecido cuando menos, a los anteriores del partido tricolor.
La economía no está bien, es notoria la complicidad de los medios con el gobierno de Peña Nieto, ni las estrategias mediáticas han ocultado el hecho de que siguen muriendo miles de personas por el combate al narcotráfico que tanto le recriminaron a Calderón, las reformas que podrían haber dado el beneficio de la duda, terminaron siendo, en palabras de Denise Dresser: cambios para seguir igual. Incluso por más traten de contener a la CNTE, la reforma educativa será algo demasiado pequeño para pensar en que los niños recibirán una educación mucho mejor.
Naturalmente en el informe, Peña Nieto hará hincapié en las reformas, porque cuantitativamente son muchas, son tres aplicadas en un solo año. Pero cualitativamente no hay demasiada diferencia entre eso y no haber hecho nada. No sé si hablará de un presunto clima de reducción de la inseguridad, que en realidad es falso porque los medios ya callan y no hablan. Hablará (lo sugieren sus spots) de sus giras internacionales con los mandatarios de otros países, aunque seguramente no mencionará cuan fructíferas fueron dichas reuniones. Hablará del combate a la pobreza, pero sin mencionar el asistencialismo electorero que ha habido en la Cruzada contra el Hambre.
Fuera de la detención de Elba Esther Gordillo (que al final fue una decisión más política que la aplicación de la justicia) y la capacidad de haber unido fuerzas para firmar un pacto (que al final terminó siendo político también), no hay nada de lo que se pueda reconocer a Enrique Peña Nieto. Tal vez por eso el exagerado nacionalismo en los spots relativos al informe, rememorando los símbolos mexicanos, los colores de la bandera, el escudo, la ridícula frase donde Peña dice que » Nadie duda que el águila le ganó a la serpiente». Incluso las frases riman en los spots como si se tratara de poesía. Pero al menos en los spots no nos habla de sus logros, y más bien parecieran videos sobrantes de campaña electoral.
Peña Nieto es una persona muy disciplinada, y por eso cuando entrena suele comunicar muy bien, su dicción es perfecta y su movimiento de manos es elocuente. Pero al final es notoria su ínfima capacidad de improvisar y pensar. Pero al final su discurso parece una presentación final de Toastmasters y no un acercamiento honesto del Presidente para con el pueblo No es casualidad que casi nunca haya sido entrevistado. Debido a esto, algunos somos escépticos con el hecho de que él esté ejerciendo todas las funciones como Presidente de la República.