Es cierto que muchos intelectuales y genios rehuyen de la política. Pero eso no quiere decir que dentro de esta no haya gente inteligente y preparada, más bien, por más alto sea el puesto, se debería esperar que el personaje esté más preparado.
¿Qué pasa cuando quien toma las riendas no está preparado o es un inepto? Las repercusiones podrían llegar malas, o inclusive desastrosas. El que un mandatario esté preparado y sea muy leído no es garantía de éxito (López Portillo fue el presidente más culto), pero lo contrario podría ser casi una garantía de lo opuesto.
Una persona inepta no tendría capacidad para llegar lejos. Pero cuando el poder se configura de cierta forma, podemos tener en la presidencia a alguien que no hubiera podido realizarse en algún otro ámbito de la vida. Si los ineptos llegan al poder es por una razón, y no sólo eso, sino que ellos dan la cara al pueblo como quienes los representan, cuando muchas veces actúan como títeres. Ellos no son los que mueven todos los hilos (aunque menos riesgoso es que asuman como títeres que dejándolos tomar decisiones).
George W Bush en Estados Unidos. Enrique Peña Nieto en México. De esta forma quienes abusan del poder no quedan tan expuestos ante los reclamos y los golpes, porque los recibe quien da la cara. Empresas transnacionales hicieron «su agosto» en Irak. No fueron muy señaladas, pero George W Bush recibió todas las críticas por parte de la población, no sólo estadounidense, sino mundial.
Por eso veo una contradicción en todos aquellos que criticaban (acertadamente) a Peña Nieto por ser un títere, y que ahora lo hacen culpable de todos los males que sufre el país cuando vemos que no es un hombre intelectualmente capaz de tomar todas las decisiones que un estadista tomaría. Si el régimen de Peña llega a ser un fracaso, todos harán burla de él, lo humillarán (más de lo que ya se ha hecho), pero el ni siquiera habrá tomado la mayoría de las decisiones que llevarían su gestión al fracaso. Quienes las hayan tomado recibirán menos golpes y más suaves.
El problema con este fenómeno de mediocratización de la figura presidencial, es que pone en riesgo los principios democráticos de un país. Aunque sean elegidos democráticamente (tanto a George W Bush como a Peña Nieto se les cuestiona la legalidad de su triunfo, en diferentes proporciones), los ciudadanos habrán elegido a una figura que no es la que está tomando la mayoría de las decisiones. La gente (quien tenga la capacidad para hacerlo) tendrá que deducir quien es el mayor responsable, ¿Osorio Chong, Videgaray, Murillo Karam, es más, Salinas?, y dando por sentado que la mayoría no lo va a hacer, entonces se designará a Peña Nieto como el artífice de este fracaso, mientras que los otros responsables se podrán lavar las manos.
La mediocratización del poder es de alguna forma reflejo de la sociedad gobernada (o al menos, una parte de ella). Los países menos cultos y preparados serán más proclives a tener un mandatario ignorante. En gran parte porque no tendrán la capacidad para rechazarlo en las urnas, y porque su natural ignorancia no será tan evidente dentro de un pueblo que no está mucho más preparado que la figura presidencial.