No, no vayan empezar a tratar de decirme: Se congruente, ¿A poco tú no has visto pornografía en tu vida? Como toda persona la he llegado a ver, aunque nunca me ha atraído demasiado la atención, nunca en mi vida compré alguna revista pornográfica. Y no, no tengo la costumbre de ver pornografía en Internet a pesar de que es demasiado fácil acceder a ella (y seguro con eso de la navegación privada) y la mayor parte del día (por cuestiones de trabajo) estoy frente a una computadora. Y las razones no son moralinas, no lo veo porque «es pecado, vas a arder en el infierno». Simplemente se me hace absurdo ver a dos personas teniendo sexo por puro dinero a cambio de que ya sea un puberto curioso, o un adulto sexualmente frustrado y depravado, esté agitando su falo. Además es la máxima expresión de la cosificación de la mujer, de su reducción a un objeto genital. Y curioso que muchos defensores del porno se consideran «liberales» cuando fomentan la misma reducción de la mujer a objeto de los machistas y patriarcales.
Aclarando a esto voy a entrar al tema. Una cosa es que todos hayamos visto porno en nuestra vida, y que en la juventud hayamos accedido más a ella. Que el amigo se llevó su «revista», su «película» y lo vimos todos los cuates. Otra cosa es que se promueva como algo que está bien, porque no lo está. Como lo hace Televisa con su programa La Rosa de Guadalupe (que no he entendido las pocas críticas de la Iglesia Católica ante la forma en que usan la figura de la Virgen de Guadalupe) en uno de los episodios donde tanto conservadores, religiosos, progresistas y liberales concordamos juntos en que ese programa lo que hace es destruir a la sociedad mexicana.
El formato de ese programa que ya critiqué en la primera parte, deja claro que pretende ser un espacio educativo dirigido a los jóvenes. Analizando su contenido, no tiene fondo en el que se sustenten sus argumentos, los cuales llegan ser más deplorables que los artículos de revistas del corazón impresas por la misma Televisa. Les cuento rápido de que trata el programa (qué pueden ver al final de este artículo):
Resulta que una joven de 21 años de muy buen ver, se muda enfrente de la casa de un jovencito de 14 años. Desde el cuarto de la ventana de este joven se ve el de la recámara de la mujer. Entonces la comienza a espiar, y ella al darse cuenta, más que molestarse, le empieza a montar un show e incluso se desnuda para él. El joven invita a su amigo a ver el show, este último lleva revistas pornográficas que quedan escondidas en el joven de su recámara. La mamá descubre esas revistas y la pornografía en Internet, y entonces tenemos papeles opuestos de ambos padres que poco llevan a auxiliar a los hijos. La madre se espanta como histérica y dramática al ver que su hijo ve porno (como si fuera algo que nunca podría pasar), y el padre lo ve como algo que está bien porque es «la edad». El padre incluso le dice al hijo que está bien que vea porno, pero que sea más discreto y que no lo mire por Internet porque esas páginas no son seguras. Este joven después trata de acercarse a la vecina, y consigue fajarse con ella, lo cual genera un conflicto con su madre, y al final el joven busca tener relaciones sexuales con ella, para lo cual esta se niega argumentando que lo que pasó entre ellos dos era solo un juego.
Parece que la moraleja de ese episodio es «no está mal que veas porno, sólo cuida que no lo vea tu madre. Y no es normal que te beses y deseés sexualmente con una vecina 8 años más grande que tú, mejor consigue a alguien de tu edad para estrenarte».
Voy a lo mismo. ¿Se debe de promover la pornografía como lo hace La Rosa de Guadalupe? La verdad que estoy en rotundo desacuerdo. Ciertamente la madre se alteró demasiado sobre algo que es relativamente natural que suceda a esa edad, por lo cual debería estar preparado para ello. Y más bien tendría que aprender a guiar bien a su hijo, a hablarle del valor de las mujeres, que no son un objeto genital. Pero la discusión la gana el padre, cuyo argumento termina siendo parte de la moraleja. Ver porno está bien porque todos los jóvenes la ven. ¿Dónde quedó la orientación? ¿Entonces el padre va a dejar que su hijo se eduque sexualmente con mujeres que tienen sexo por dinero? Entonces de una vez promuevan lo que se acostumbra en los círculos machistas: -Voy a llevar a mi hijo con una puta pa que se estrene y se haga todo un hombrecito-.
No sé si los individuos que se estimulan más fácilmente ante una escena sexual les significa una mayor derrama económica a Televisa. Pero su argumento es un absurdo. Alvaro Cueva, un periodista de espectáculos al que leía, hasta que le perdí el respeto por alabar esta serie, decía que uno de los mayores aciertos era que La Rosa de Guadalupe toca temas polémicos que nadie se atreve a tratar y que no caía en lo moralino. No se trata de si es moralino o no, el fondo de los argumentos de la serie es demasiado pobre que termina siendo despreciado por conservadores y liberales por igual. Muchos de esos argumentos son porque se les ocurrió a los escritores de la serie de repente, y eso en el mejor de los casos.
Como dije. La Rosa de Guadalupe busca confundir a la gente, porque la «trata de educar» con argumentos sin solidez, sin fondo, creados por alguien seguramente con poca cultura y preparación, o si la tiene, con el fin deliberado de enajenar a los jóvenes de nuestro país. Tanto desde una perspectiva religiosa, o atea, ese programa es más que una basura. El prototipo del mexicano de Televisa es ese, una persona ignorante, dócil, con aspiraciones pobres pero que trabaje mucho para dedicar el tiempo libre a las pachangas, las novelas y a la selección mexicana de futbol, consumista más allá de sus ingresos, ah, y que vote por el partido que ahora nos gobierna a todos los mexicanos.
¿Creen que esa serie les haya dejado una moraleja a los pubertos de 13 años? Yo creo que es superior el morbo.