Ciego el que no quiera ver, lo que nos temíamos todos ha regresado, el presidencialismo está de vuelta, aquello que representa un peligro por las consecuencias que ha tenido para la nación esa forma de hacer política. El PRI es el mismo de siempre, es el nuevo viejo PRI, ni siquiera en su cara más reciente, puesto que Ernesto Zedillo separó la figura del Presidente con la del partido. Peña se encargó de regresarlo a su estado anterior. El mismo Camacho Quiroz, Presidente del PRI, en la asamblea pasada, afirmó que eran un partido vertical en torno al Presidente (más propio de una dictadura que de un régimen democrático). Todo apunta, lamentablemente, a una regresión.
Al PRI no se le puede pedir mucho, porque el autoritarismo y el paternalismo es lo que les ha funcionado, es parte de la cultura tricolor. Todos los priístas alineados como soldaditos en torno al «Señor Presidente» (aunque detrás de la figura de un Presidente limitado, haya alguien detrás), donde pueden haber elementos muy valiosos, pero que debido a esa supeditación, no lograrán incidir tanto como lo sería un partido con vocación democrática. Camacho Quiroz le dice, en la tradición viejopriísta, a Peña Nieto, «Presidente, compañero Enrique Peña Nieto» (una versión light de ese comunistoide «camarada» que se usaba para llamar a los dictadores soviéticos).
Esta regresión incluye la cooptación de las instituciones que procuraban la democracia (o algo de democracia) en el país, debido a que esta es un estorbo para las formas de gobernar del PRI. Regresa el Tlatoani, la dictadura perfecta. Habrá que pensar hasta donde pueden llegar ante un entorno que parece haber cambiado algo de los años 80 a la actualidad. Lo triste es que ese cambio no lo fue tanto, no se les está haciendo difícil regresar las instituciones a donde estaban, regresar todo a donde estaba. Aunque tal vez lo que se antoja más difícil, será acabar con la pluralidad de información ganada de tajo, en parte por el precio que podrían pagar, y también porque los nuevos medios como Internet hacen casi impensable poder restringir la información al nivel que se hacía anteriormente. Aún así, si podemos ver una disminución de voces críticas debido al bozal selectivo. Por esta razón callaron a Pedro Ferriz de Con.
Este es el PRI de siempre, el de las traiciones, el de los manotazos, el que «hace justicia» castigando a algún personaje nocivo para la nación como Elba Esther Gordillo, pero con propósitos políticos y no de justicia.
Algunas personas, columnistas, que todavía creen en un «Nuevo PRI» afirman que el hecho de que el interior del partido sea autoritario, no quiere decir que así lo sea fuera de este. Pero la historia nos han dicho que van de la mano. Siempre que el PRI ha estado supeditado al Presidente, toda la nación lo ha estado. En el sexenio en que un Presidente decidió romper con ello (Zedillo) también se dio una apertura más democrática. También se afirma que de esta forma, al no haber obstáculos, el PRI podrá sacar al país adelante. Ojalá pudiera pensar que sea así, pero este mismo esquema nos gobernó por 70 años, y ese sistema pocas veces fue exitoso, y cuando lo fue, fue en las primeras décadas de gobierno donde lograron cierto desarrollo. Quien presumiblemente está detrás de Peña Nieto (lo cual es notorio por la forma de hacer política y el programa económico) bajo en este mismo régimen, nos colocó en la crisis económica más profunda del siglo XX.
Por ejemplo, La imagen institucional del Gobierno de Jalisco es igual a la de la Presidencia de la República, Lo que sugiere fuertemente la supeditación del primero ante el segundo, y que seguramente la presidencia tendrá control férreo sobre los gobernadores de los estados como antes, exceptuando de alguna manera, los que todavía están con la oposición. pero la presión del PRI es tal, que políticos como el Jefe de Gobierno de Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, ha estado muy de cerca del gobierno de Peña Nieto, en una actitud que algunos podrían ver incluso como servil, posición que presumo yo tiene que ver con cuestiones de supervivencia y de que le sería totalmente contraproducente voltearle la cara al «Señor Presidente» como sí se pudo dar el lujo Ebrard con Calderón en gran parte de su mandato.
No, no importa que en las redes sociales, se burlen de la figura de Peña Nieto. Todas las afectaciones a la autoestima de Peña quedarán subsanadas, cuando los gobernadores y políticos lleguen en fila uno a uno y decirle «Disculpe usted, Señor Presidente».