En las últimas semanas han surgido algunas publicaciones sobre la posibilidad de crecimiento que tiene México, nuestro país. Así como lo hizo Brasil hace algunos años, que se convirtió en la nación promesa que puede despegar al primer mundo. Ese optimismo para México lo hacen notar The Economist y el economista Thomas Friedman. Suena alentador que en algunos lados del mundo se diga que México puede crecer y evolucionar hacia otro estadio más desarrollado. Pero yo preferiría guardar un sano escepticismo antes de irme con mi sombrero mexicano y mi jersey de la selección a celebrar al Zócalo estas noticias.
No soy un experto en economía, no estudié esa carrera. Pero partimos de que gran parte de los argumentos están apoyados en cambios coyunturales, a los cuales, sí, se debería agregar un buen manejo de la macroeconomía del ex Presidente Felipe Calderón. Pero esos vientos a favor, porque afortunadamente es una realidad que el panorama luce favorable para nuestro país, son debido a una situación externa (aunque claro que no hay que borrar nuestro mérito por tener la capacidad de aprovecharla hasta cierto punto) y no a cambios profundos que necesita nuestro país. Thomas Friedman habla de la inversión que estaba en Asia, y que México atrae a nuestro país, y de la atracción de industria automotriz, aeronáutica, y una mayor especialización de los empleados mexicanos en ese ramo. Algunos explican que las posibilidades de aumento de inversión se debe a que los salarios en China han empezado a subir y por lo tanto se ha hecho más atractivo invertir en México. El panorama mundial se ha acomodado de cierta forma en que México sale beneficiado, esto aunado como ya repetí, a un buen manejo de la macroeconomía que ha mantenido al país estable en un momento de crisis económica mundial.
El problema es que ningún país en el mundo se ha convertido en potencia mundial por una casualidad coyuntural. Y lo cierto es que no es la primera vez en que los vientos soplan a nuestro favor. El problema es que para que se pueda transformar esta coyuntura en un cambio real, se necesitan cambios profundos en nuestro país, que va incluso mucho más allá de las reformas estructurales propuestas. De hecho The Economist menciona uno de esos problemas y tiene que ver con los monopolios que no permiten la libre competencia (véase telefonía, televisión entre otras).
La pregunta también es qué hará México con esa posible alza de la inversión extranjera. Qué estrategia habrá. Si no hay ninguna, y esperamos que esta inversión solamente genere empleos como siempre se ha hecho, pasaremos a ser poco más que un centro de maquila, que tendrá que competir por sus precios bajos. Si se crea alguna estrategia dentro de nuestro país, como, vaya, las que se han creado en países como China; con el fin de absorber el know how de las empresas que invierten para que con el tiempo nosotros creamos nuestras propias empresas de cada vez más alto valor agregado, entonces podremos tener un fortalecimiento real desde dentro, para competir afuera.
Para poder aspirar a ser un «grande», México necesita cambiar totalmente todo lo que tiene que ver con la educación. Cierto que hoy Peña Nieto promulgará una reforma educativa, que sí, no hay que negar que es un avance, pero no deja de ser un cambio pequeño, una sola de tantas cosas que deben de hacerse. También se debe de hablar de la inversión en ciencia y tecnología. México no invierte ni el 0.5% (la mitad de lo recomendado por la OCDE) y Peña ha prometido que en 6 años se invertirá el 1% del PIB en este rubro, al menos es un avance, porque este sector se ha dejado completamente del lado y se ha subestimado.
El gobierno actual tiene la posibilidad de hacer los cambios. Se negó a hacerlos mientras fue oposición con objetivos más bien electorales y de poder que ideológicos o prácticos. Ahora que están en el poder, pueden generar concenso en algunos temas importantes dado que los otros partidos como oposición han mostrado más apertura que ellos mismos como opositores. El problema, es que parte de los problemas que se deben de solucionar, toca a las estructuras y los cotos de poder del partido actual. El partido en el poder tiene la oportunidad de redimirse, apostar al desarrollo, sacrificando dichos cotos, diciendo adiós a lo que le ha dado fortaleza, como la ignorancia y pobreza de la gente, y cambiando esa intención de voto representada en medida por gente que recibe una despensa a cambio de un voto, o gente afiliada a sus estructuras, por gente que diga ¡Ah mira, ahora sí los priístas hicieron bien las cosas!.
Claro que hay un sano escepticismo, seguimos viendo esa corrupción y esas viejas prácticas dentro de ese partido. Pero como dije, un país no puede desarrollarse por medio de una coyuntura, pero si puede aprovecharla como pretexto para hacer los cambios profundos que se necesitan y ahí sí, aspirar a algo más. La duda es si, quienes mandan en el país, pagarán el precio y estarán dispuestos a ceder en pro de México.
La publicación de una revista no es una garantía. Hace unos años se habló de Brasil como potencia emergente y ahora se ha venido desinflando. Pero tampoco las revistas pueden hacer pronósticos acertados cuando eso depende más de las decisiones de una nación. Se podrán decir muchas cosas, incluso aseveraciones donde se dice que dentro de ella hay propaganda a favor del gobierno. Pero creo que la realidad es esa, hay un buen momento coyuntural, pero no pasará nada extraordinario si no se hacen cambios, extraordinarios.