En casi cualquier país del mundo, cuando un nuevo presidente llega, se vive un buen ambiente, de esperanza, de pensar que el siguiente pueda hacerlo mejor que el que se va (independientemente de si lo logre). Pero en México no sucedió así, si bien no todos están contentos con la gestión de Calderón, pareciera que preocupa más el que viene.
Hoy me dispuse a caminar más de 3 kilómetros de mi casa hacia el hotel Hilton donde José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA iba a dar una conferencia que abriría un encuentro llamado «La Calidad de las Democracias en América Latina». Después de más de 30 minutos de camino me dijeron que dicho personaje había cancelado el evento. En lugar de enojarme, aproveché mi camino de regreso para meditar sobre lo que ahora estoy escribiendo. Y es que sinceramente no veo muy buenos ánimos en la transición presidencial que viene.
El cerco presidencial, que tiene el objetivo evitar cualquier percance debido a las obvias manifestaciones, muestra la cara de una realidad donde hay descontento con la que será la nueva figura presidencial. Porque es el PRI, porque es Peña Nieto, porque muchos cuestionan la forma en que llegó al poder. Se vive entre muchos mexicanos un ambiente tenso sobre lo que podría pasar en su gestión. En cuestiones económicas algunos le dan el beneficio de la duda más no en las que conciernen a la democracia. Muchos temen el regreso del dinosaurio tal y como lo conocimos. Algunas reformas propuestas (como la desaparición de la SSP para concentrar más fuerza en la Secretaría de Gobernación) huelen a PRI rancio.
Cuando ganó las elecciones. En las principales urbes del país, sobre todo en el Distrito Federal, se sintió un ambiente parecido como cuando eliminan a la selección mexicana de futbol de algún mundial. Ahora ese ambiente se vuelve a repetir, ese muro colocado en San Lázaro, ese cerco presidencial, del cual Murillo Karam se deslindó, y el cual Marcelo Ebrard criticó fuertemente. Todo indica que Peña Nieto solo se ganará el apoyo de la gente hasta que muestre resultados óptimos y estos se reflejen en la sociedad. Se antoja difícil que regrese el PRI tal y como era antes, no porque hayan cambiado (son los mismos), sino porque están ante una sociedad diferente, que critica los cercos, vacía el Zócalo, que busca informarse, que muestra un mayor escepticismo.
El cerco lo refleja todo, un distanciamiento entre el presidente y los ciudadanos, un acto de desconfianza donde queda patente que quienes no votaron por él no lo quieren. La gente tiene miedo y tal vez tengan razón para tenerlo. Pero quienes llegan saben que tendrán que irse con mucho cuidado si no quieren prender la mecha. Será una tarea titánica lograr la unión nacional. Calderón no lo logró, Peña Nieto lo tendrá muy complicado.