Televisa, Luis Videgaray, y Carlos Salinas tendrán una difícil tarea: Poder mantener en buen estado al «títere» dentro de la presidencia. Un hilo que se rompe, un presidente que se cae.
Es casi seguro que las instituciones darán el fallo a favor de Enrique Peña Nieto, no solo porque las pruebas de López Obrador no son lo suficientemente contundentes legalmente hablando (la compra de votos en cantidad es algo muy difícil de comprobar) sino porque, sin querer llegar a la paranoia, veo un sesgo de las «instituciones» a favor de Peña Nieto, como la irrisoria decisión de afirmar que no hay pruebas de que Televisa hizo propaganda encubierta en su favor (pruebas que todos los ciudadanos tenemos en la mano al haber visto durante más de 6 años como promocionaban en demasía al candidato).
Dentro de todo esto hay algo seguro, la presidencia para Peña Nieto será algo muy difícil, y más si quiere volver a gobernar como antes (tomando en cuenta que en el Estado de México gobernó «como antes»). ¿Por qué digo esto? Peña Nieto llegará con un tufo de ilegitimidad muy alto. Los que dudaban de la legitimidad de Calderón en el 2006 eran poco más del 30%, y eso fue suficiente para que esto fuera una carga, que determinó hasta cierto punto el rumbo de la presidencia. En el caso de Peña Nieto todavía no aparece algún estudio que revele que porcentaje de la población duda de su legitimidad, pero me atrevo a decir que es más alto, más de la mitad de la población. Ante la falta de un estudio profesional, decidí hacer una encuesta en varias redes sociales (que al momento de escribir esto está en curso), que si bien no puede representar cabalmente la opinión de todos los ciudadanos, si nos puede dar una idea, y es que en este estudio, la mayoría de las personas que votaron por López Obrador o Josefina Vázquez Mota, creen que las elecciones fueron fraudulentas (más en lo que tiene que ver la compra de votos, que en el proceso electoral); esto seguramente será un lastre para Peña Nieto, más porque tampoco hay forma de comprobar «que no lo hizo» y porque muchos ciudadanos conocen de viva voz algún caso relacionado con la compra de votos.
A diferencia de Carlos Salinas en 1988, Peña Nieto llega con una pésima imagen de su persona. En los gobiernos del PRI, siempre se presentaba a un Presidente omnipotente, paternalista, dadivoso, el Presidente era «El Presidente», al cual se le tenía mucho respeto (miedo). Y el problema es que para la mayoría de la población, (discúlpenme por las palabras pero así lo describen) Peña Nieto es un pendejo, y un títere; lo cual daña mucho su imagen en aras de buscar ser «El Presidente». La población ante la frustración de ver un personaje así en la Presidencia, como una forma de catarsis, buscará al menos, esperar que cometa errores (que seguro lo hará) para burlarse de él, algo así como lo que sucedió con George W Bush en los Estados Unidos.
Ante esta situación, podría estar la posibilidad de llevar a cabo un quinazo. Para quienes no sepan que es esto. Es una tradición donde los presidentes que llegan con dudas sobre su legitimidad o capacidad al poder, llevan a cabo algún acto para recobrar la legitimidad. Carlos Salinas lo hizo al meter a la prisión a «La Quina», Ernesto Zedillo al meter a prisión a Raul Salinas, y Felipe Calderón al declararle la guerra contra el narcotráfico. Pero esto incluso será difícil porque Peña Nieto tiene compromisos con aquellos personajes de dudosa procedencia que podrían ser candidatos. Uno podría pensar en Elba Esther Gordillo como la opción más fuerte, pero ella misma ya está pensando en dejar el sindicato. También ciertamente cada vez más gente ya conoce esta tradición y por lo mismo, si Peña Nieto llegara a meter a la cárcel a alguien, o regresar la seguridad al país (pactando con los cárteles), muchos pensarán que efectivamente, fue un quinazo y le restaría fuerza a dicha acción.
Peña tendrá una Presidencia muy difícil, porque quiere regresar al pasado y ya lo empezó a hacer con la censura de los periodistas que hemos visto. Pero ante alguna eventual mala decisión que afecte a la ciudadanía, el mundo podría venírsele encima. Siempre he dicho que México es una olla de presión a punto de explotar, y al dar un paso en falso, a Peña Nieto le podría explotar, sí, en la cara. Y podríamos ver, no sé, a Marcelo Ebrard tomando posesión, tal vez no en el 2018, sino antes.
Por cierto como off-topic. Si algo me da un poco de aire, es el ver a Manlio Fabio Beltrones como coordinador de su bancada en la Cámara de Diputados. No es que me termine de simpatizar este personaje, y de que tiene cola que le pisen, la tiene. Pero es de los muy pocos priístas en haber metido propuestas (sobre todo cuando estuvo en el senado) que coadyuvaran en el crecimiento de una incipiente democracia.