Así se encuentra la alberca olímpica de Atenas a 8 años de haber organizado las olimpiadas
Muchas ciudades del mundo sueñan con hacer una olimpiada, acá en Guadalajara, cuando el «gober piadoso» Emilio González Márquez prometió unas olimpiadas para Guadalajara, el estadio Omnilife donde se llevaron a cabo los Juegos Panamericanos el año pasado, se vino literalmente abajo. Es que una olimpiada tiene un gran significado para la ciudad que la organiza, pero a veces, termina siendo contraproducente organizarlas, porque una olimpiada a veces no solo no ayuda a que una ciudad crezca, sino todo lo contrario.
Las olimpiadas muchas veces son dadas, o bien a ciudades cuyos países están consolidados, o a países que van en camino al desarrollo o al progreso. En el primer caso podemos mencionar a Londres, a Sidney o a Atlanta (horribles aquellas olimpiadas), en el segundo caso tenemos a Seul, Beijing, a Río de Janeiro y a la Ciudad de México. En el caso de Brasil y México, dada su economía prometedora, se les otorgó tanto las olimpiadas como el mundial a dos años de distancia. Tenemos un tercer caso donde las olimpiadas se le otorga a una ciudad por lo que aquella simboliza, como fue el caso de Atenas.
En los tres casos tenemos ejemplos donde la debacle (económica o total) de una nación se gestó después de haber organizado unas olimpiadas. En el primer caso Londres es un ejemplo, y es que sucede que la economía estaba bien en Europa cuando ganaron la sede, pero al momento de organizar dicho evento se vivía una dura crisis económica, que ni siquiera los empleos temporales que genera el evento subsanaron el problema que viven. A pesar de que no tiraron la casa por la ventana y organizaron unos juegos austeros, la realidad es cruda. Gran Bretaña pagará las olimpiadas con ajustes y austeridad en los próximos 10 años.
El segundo caso es más llamativo. No incluiría a Beijing, porque China, es China. Pero si podríamos incluir a México. El modelo de sustitución de importaciones que había sido todo un éxito en las últimas décadas al punto que los chinos, sí, los chinos, vinieron a ver «como le hacíamos»; empezó a mostrar signos de deterioro justo en la época en que México organizó ambos eventos. Ni que decir del asunto social donde la Masacre de Tlatelolco ordenada por Díaz Ordaz fue llevada a cabo solo 10 días antes de la inaguración de los Juegos Olímpicos. La razón por la cual a México le dieron los eventos, de diluyó; vinieron los gobiernos de Echeverría, López Portillo, y los contemporaneos que tumbaron literalmente la economía del país. De Brasil se hablan muchas cosas buenas, pero algunos ven con un poco de temor la organización de las olimpiadas y el mundial, por el impacto que pueda tener sobre la economía, y también por el ambiente económico mundial que se respira.
El tercer caso, y el más doloroso, es Atenas. Las olimpiadas fueron un factor directo para que Grecia se viniera abajo en su economía. No estaban preparados económicamente para organizar unas olimpiadas, quisieron tomar el riesgo y se postularon con el argumento de que en esta ciudad se organizaron los primeros juegos. Ahora Grecia es el país que más sufre en Europa, cuya inclusión en la eurozona se tambalea, y donde han tenido que deponer presidentes y llamar a elecciones extraordinarias para buscar a personas que puedan con el difícil paquete.
Para contender en unas olimpiadas no solo es necesario tener la capacidad en infraestructura de hacerlo, sino tener la capacidad económica. Porque muchos países sin dichas capacidades podrían endeudarse y tirar la casa por la ventana para hacer unas olimpiadas decentes, pero esto a costa de su economía. Muchas veces el endeudamiento termina siendo más grande que los ingresos generados por el posicionamiento de la ciudad, y es que muchos todavía ven la organización de unos juegos olímpicos como un orgullo y no como algo que pueda beneficiar a una entidad.