Sin duda, el sábado (día en que escribo este artículo) fue un día muy importante en el deporte mexicano. La selección olímpica de futbol ganó el oro, un triunfo histórico sobre Brasil (quien no ha podido ganar nunca dicha presea) y por todo lo que significa. Por su lado María de Rosario Espinoza, si bien no pudo obtener el oro (un asunto con los resultados copeteados de los jueces), se vio muy bien y obtuvo más que merecido el bronce, para así convertirse en uno de los muy pocos atletas en ganar preseas en dos olimpiadas diferentes.
Creo que el desempeño de México en las olimpiadas fue bueno, se nota un progreso en el deporte donde antes se hablaban de una o dos medallas en una olimpiada, ahora hablamos de 7. Este es el mejor resultado desde Los Angeles 1984 y en número de medallas solo es superado por las olimpiadas en México 68. No solo esa es la buena noticia, muchos atletas que no ganaron medalla, mostraron ser más competitivos (y ya ven que algunos dicen que solo lleven a los que puedan ganar medallas), hay varias promesas para los juegos de Río en 2016. Cierto, falta mucho para decir que tenemos un país competitivo en deporte, pero en mi percepción el rumbo es bueno, la mentalidad en los deportistas ha mostrado un cambio, y algunos directivos (por cierto, la presencia de Olegario Vázquez Raña, fue como un balde de agua fría) como que ya empiezan a medio ponerse las pilas. Los atletas están más preparados, existe más infraestructura y oportunidades.
El futbol es la medalla más importante. Algunos piensan lo contrario, pero les explico mis razones: México es un país tradicionalmente individualista, todas las medallas que hemos ganado desde hace más de medio siglo ha sido en deportes individuales, o bien de parejas (clavados sincronizados). El ganar una medalla dorada en deporte de conjunto es muy bueno, y más en un deporte que hasta hace poco, despertaba muchas pasiones pero no entregaba alegrías. Esta presea es el mayor logro en la historia del futbol mexicano, ni más ni menos. Y lo mejor, es que los jugadores y el cuerpo técnico hicieron los complejos a un lado y mostraron una cara que necesita urgentemente el país, una cara ganadora.
Muchos minimizarán el triunfo de la selección alegando que hay cosas más importantes como la situación política del país. Ciertamente lo son, pero eso no es privativo del festejo del campeonato más importante, incluso esto se puede abordar de otra forma. El hacer el contraste entre unos deportistas con una actitud positiva y ganadora, con un presidente electo que huele a corrupción, autoritarismo y a triunfo con trampa, nos dice que las cosas no tienen que ser necesariamente como lo segundo y sí como lo primero. Incluso me atrevo a decir que el despertar ciudadano, la disipación de la pasividad de la sociedad, aunado con un cambio de mentalidad en nuestros atletas, es un buen augurio. Esa misma mentalidad derrotista de antaño de -no se pudo, no lograré ganar medalla, las circunstancias no lo permitieron- es muy parecida a eso de -así es la política, todos roban, todos compran votos, pero ¿Qué le hago?, así es México-.
Naturalmente no debemos de quitar el dedo del renglón de lo que sucede en nuestro país, incluso estos triunfos deben de servir como aliciente. Si los deportistas pueden ganar medallas, nosotros podemos construir democracia. Ciertamente, nuestro deporte puede dar mucho más, pero ya hay avances, y debemos de seguir en el camino no solo para ganar más medallas, sino para fomentar la cultura del deporte en nuestro país. En lo particular me voy con un buen sabor de boca, no tanto por el número de medallas, sino por la actitud, cada vez hay más actitud ganadora y menos ratones verdes.
Felicidades a todos nuestros atletas