Los mexicanos tenemos que aprender de nuestra historia, la cual tiene círculos incompletos y heridas que no se han logrado sanar. El aspecto cultural de la sociedad mexicana está permeada por el autoritarismo que se vivió desde la Nueva España y también con el clero. Dicho autoritarismo no lo inventó el PRI (es más, no es solo el PRI quién ha heredado dichos comportamientos), aunque si se encargó de representarlo durante 70 años. En las primeras décadas funcionó, porque a pesar de la poca convicción democrática, había desarrollo, progreso, y varios de los políticos, estaban mejor preparados y a pesar de todo parecían tener un mayor compromiso con el país. Naturalmente estas buenas intenciones se disolvieron y lo peor y lo más rancio del partido tricolor no solo salió a flote, sino que a doce años de dejar el poder no se ha ido. Y ha seguido siendo rentable por el letargo que ha vivido la sociedad mexicana, pasividad también heredada desde las épocas de la corona. Por eso es que creo que la #MarchaantiEPN es una buena noticia.
No tuve la oportunidad de asistir, pero por toda la información que ha llegado, creo que las manifestaciones lograron su cometido; a excepciones del SME que intentó integrarse y algunas otras trivialidades, esta manifestación no se politizó, y naturalmente no podrán relacionar esta marcha con López Obrador, el PAN o cualquier otro agente. El número de asistentes no fue tan impactante (aunque si lo suficiente para ver avenidas abarrotadas), pero no es algo preocupante, más que muchas de las manifestaciones que dieron la vuelta al mundo el año pasado comenzaron igual y ya en movimientos posteriores fue que se empezó a unir más gente. A pesar de eso, creo que esta es la manifestación ciudadana más importante llevada a cabo desde 1968. Podríamos hablar de las manifestaciones surgidas después de las elecciones de 1988 y 2006 respectivamente, pero ninguna había tenído un impacto a nivel nacional y sobre todo, no se había originado desde la ciudadanía. Esto porque estas manifestaciones se llevaron a cabo simultaneamente en varias ciudades de la República Mexicana.
Afortunadamente no se llevaron a cabo actos de violencia por parte de los manifestantes, lo cual los hubiera podido desacreditar. Aunque lamentablemente en algunos lugares como en Colima (donde el candidato Enrique Peña Nieto daba un mitín) algunos manifestantes fueron reprimidos por simpatizantes y parte del equipo de Peña Nieto por medio de la violencia, aunque también fueron contados los casos, más cuando existía la posibilidad de que los adherentes al candidato del «copete» trataran de reventar las manifestaciones, cosa que también habría sido difícil no solo por el número de participantes, sino porque nadie llevó propaganda política y tanto López Obrador (sobre todo él) como Josefina Vázquez Mota se deslindaron de la marcha.
La noticia es buena, y me parece bien que los mexicanos empiecen a salir de las calles a manifestar su oposición ante una opción política que representaría una involución. Posiblemente será necesario hacer más marchas, pero también a la vez creo que todo esto no debería tener como único objetivo, mostrar el repudio ante el candidato armado por las televisoras y grupos de facto. Es decir, los manifestantes tienen que ser más propositivos y buscar incidir en el mundo político desde su posición como activistas para lograr cambios positivos en el país. Porque en caso de que por medio de estas manifestaciones se lograra tumbar la posibilidad de la llegada a la presidencia de Peña Nieto saldría la pregunta ¿y qué sigue? ¿a dormir y buenas noches?. Por eso es la insistencia en aprender de la historia. La manifestación del 68 fue memorable, pero terminó absorbida y nos dejó con una profunda herida debido a las medidas tomadas por el gobierno de Díaz Ordaz. También podemos ver lo que se ha hecho en otros países como España. Los ciudadanos aprovechando en este clima podrían aprovechar para lograr incidir en el quehacer público, podrían presentar propuestas, crear un pliego petitorio, y que esto no se trate solo de tumbar a un candidato, sino de buscar mejorar a nuestro país. Porque como comenté antes, la situación política es una respuesta hacia la idiosincrasia de la sociedad, y esta no va a cambiar mientras los ciudadanos no tomen un papel más activo dentro de ella, a lo cual, a mi parecer, no solo tienen el derecho de, sino que están obligados a.
Si algo creo que logrará esta manifestación, es el hecho de que las autoridades tendrán que pensársela dos veces antes de cometer actos que perjudiquen al país. Pero se necesita ir más hacia allá. La sociedad se tiene que involucrar. Esta marcha a mi parecer es el principio, es como cuando una persona despierta, se talla los ojos, y se da cuenta que es de día. Pero falta ir a asearse, bañarse, desayunar e ir a trabajar. No desperdiciemos esta oportunidad y dejar que esto quede en un intento frustrado, o en el único objetivo de evitar la llegada de Peña Nieto a la presidencia. Estas energías hay que aprovecharlas para terminar de despertar y darnos cuenta que los ciudadanos tenemos más poder que el que pensábamos y que podemos ser agentes de cambio. Si logramos esa transición, se habrá logrado al menos uno de tantos cambios que necesita esa «idiosincrasia mexicana» si no, esto quedará como una simple anécdota. La democracia no implica solamente ir a votar cada tres años por el menos peor, consiste en participar activamente, se necesita de una democracia participativa, y este tipo de democracia no es delineada por alguna reforma o alguna ley, sino por la activa participación de los ciudadanos en el quehacer público.