Calificación: 1.5 de 5
Hay películas que realmente no entiendo por qué se hicieron, algún despistado podría pensar que Temporada de Patos es una película «compleja e incomprensible» pero alguien que tenga la mínima noción de cine sabrá que esta es una obra completamente pretenciosa y que en el fondo simplemente no tiene nada. Pareciera que es una película «difícil de entender» pero en realidad es que no hay nada que entenderle. Esta obra dirigida por Fernando Eimbke, nos habla sobre la rutina de un niño (Flama) que vive uno de esos horribles «commie blocks» de Tlatelolco, quien se encuentra jugando a los videojuegos con otro amigo (Moko). Flama no sabe con cual de los padres irse a vivir, su mamá está pensando en irse a Morelia y su amigo Moko (quien siente una atracción tanto sentimentual y sexual por él) teme perderlo por esa causa. Los niños piden una pizza para disfrutar la tarde en la cual su madre ha salido del hogar, lo que involucra en la historia a Ulises, el cual llega segundos después de los tradicionales 30 minutos de garantía. Además Rita, una vecina que les pide prestada la cocina para hacer un pastel también es parte del elenco.
La película tiene como eje central un cuadro donde aparecen unos patos, que simboliza su contenido. La película es en blanco y negro, precisamente para reflejar el tedio que viven los personajes enclaustrados en el departamento donde se ha ido la luz, pero el problema es que este efecto (que además se nota pretencioso) termina también por generar tedio en el espectador. En la película se trata de reflejar temas como la soledad, conflictos de identidad sexual, frustración, y problemas familiares; pero lo hace de una manera muy desatinada y el argumento de la película a mi consideración es bastante, pero bastante forzado. Rita, la vecina, pide la cocina para prepararse un pastel, y luego nos enteramos que el pastel era para su cumpleaños porque no tenía con quien festejarse, ¿Quién en sus cinco sentidos se prepara un pastel para festejarse a solas un cumpleaños sin compañía de nadie?. Debería suponer que tiene amigos, o al menos sus familiares que la irían a festejar; y en el peor de los casos ante la ausencia de seres queridos no festejar.
Por otro lado está la situación de Ulises, un repartidor de pizzas frustrado porque no ha dado el ancho en su vida. Llega segundos tarde al departamento con lo cual la pizza debería ser gratis; Flama le dice que no se la va a pagar y Ulises amaga con no retirarse del lugar hasta que se la paguen y dura ahí varias horas (abandonando prácticamente una jornada de trabajo) para después enterarnos que al menos en la película, al repartidor no le cobran las «pizzas extemporaneas» a menos que reincida muchas veces ¿entonces para que se queda?. El repartidor para salir de su mediocridad tiene un plan bien detallado, donde a través de los ingresos que reciba como repartidor comprará pericos para aparearlos y venderlos lo cual le dejaría bastante dinero. Pero al final, termina renunciando a su trabajo como repartido ¿por qué razón?, no lo sabemos y no tiene sentido alguno. Otra cosa que me llamó la atención fue la obsesión de Rita con las Freskas (nótese el Brand Placement), esos dulces de chocolate que tienen un color dentro. Los niños le dicen a Rita que hay un juego donde uno tiene que adivinar el color de la Freska, morderla y atinarle a dicho color. Rita para eso se come toda una caja con cuantos quien sabe cuantos paquetes de Freskas, y no le atina a ninguna, lo cual es estadísticamente imposible porque ese producto solo tiene como 5 variedades de colores. ¿Qué tienen que ver las Freskas con el argumento de la película?
La producción también es deficiente, y contribuye al aburrimiento de quien está viendo esta película. Y las actuaciones en general son acartonadas, dignas de actores novatos con poca experiencia en el cine. Al final no encuentro la razón de ser de la película, ya no digamos una moraleja. Es una película que se queda en el aire y provoca la sensación de que el espectador en realidad no vio nada.
Muchos critican y subestiman al cine mexicano, y caen en prejuicios porque creo que en México si hay obras de bastante calidad, incluso a nivel internacional. Pero este tipo de películas son las que hacen que los detractores del cine mexicano tengan argumentos para calificar a la cinematografía mexicana como «chafa y pretenciosa».