En 2002, durante su participación en el Congreso de la Lengua Española en Madrid, España, en el que también estuvo presente el rey Juan Carlos, Vicente Fox Quesada, en su carácter de presidente de México, citó a Jorge Luis Borges llamándolo “José Luis Borgues”, en lo que fue su primer desliz cultural importante.
Años después, a 2 meses de ceder la Presidencia a Felipe Calderón, Fox Quesada volvió a dar muestras de su incultura literaria cuando, en una conferencia en Los Ángeles, dijo que «América Latina debe huir de la dictadura perfecta, como lo dijo el Premio Nobel colombiano de Literatura, Mario Vargas Llosa».
Fox no sólo erró la nacionalidad del escritor peruano nacionalizado español, sino que además Vargas Llosa no había ganado el Nobel en el tiempo en que el exmandatario hizo dicha declaración, además de que éste, en su frase, se había referido a México y no a América Latina.
Los y las mexicanas, sin embargo, ya nos habíamos acostumbrado a «las puntadas» del entonces Presidente, desde su ya famoso «comes y te vas» dicho a Fidel Castro en marzo de 2002, en la Cumbre Iberoamericana, con la intención de que no se encontrara con su homólogo estadounidense, George W. Bush; o con su comentario en febrero de 2006 de que «el 75 por ciento de los hogares de México tienen una lavadora, y no de dos patas o de dos piernas...», refiriéndose a las mujeres mexicanas.
Sin embargo, por más gracioso que sus comentarios hubieran sido, no dejaba de ser preocupante que el país estuviera al mando de una persona con tan poco nivel cultural, no sólo porque era él quien nos representaba internacionalmente, sino porque sus decisiones podrían estar influenciadas por aquella notoria ignorancia. Tristemente, Fox se había convertido en el payaso del pueblo.
Desde que era candidato, algunas personas nos dimos cuenta de que, detrás de esa actitud cínica y ruda que intentaba representar al típico macho mexicano, se escondía un excelente producto mercadológico, destinado a capturar a la ciudadanía, harta de las caras estiradas de los elitistas tecnócratas que lo habían antecedido.
Lo insólito es que, a pesar de las evidentes consecuencias que vivimos, otro producto comenzó a gestarse desde su salida.
Creado desde el principio como el candidato perfecto, Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, ha estado evidentemente dirigido y amparado por Televisa y los dinosaurios innombrables del tricolor, que incluyen a Carlos Salinas de Gortari y a Elba Esther Gordillo; esta última, cual veleta, ha ido del priismo al panismo según le ha convenido, hasta terminar por fundar su propio partido político, sin embargo, no debemos olvidar que salió del cascarón durante el PRI dinosáurico.
Por ser un producto artificial y no un político auténtico, se rumoraba que el año próximo iba a ser muy revelador acerca de la verdadera personalidad de Peña Nieto, a quien supuestamente sus promotores no lo dejaban salirse del script debido a su prácticamente nula capacidad de improvisación.
Una probadita de ello la tuvimos el sábado en Guadalajara, cuando en la Feria Internacional del Libro le preguntaron si podía citar tres libros que hubieran marcado su vida, después de lo cual Enrique Peña vivió, probablemente, los peores 4 minutos de su carrera política, sin poder atinar a contestar claramente la pregunta.
El precandidato tricolor a la Presidencia de la República dijo que uno de ellos era «definitivamente la Biblia…», la cual confesó no haber leído en su totalidad, pero después se le hizo bolas el engrudo al tratar de recordar títulos y autores. Afirmó que uno de ellos había sido La silla del águila, cuya autoría la atribuyó a Enrique Krauze, cuando es obra de Carlos Fuentes; después mencionó que también ha leído «ése de caudillos», y uno que habla de «las mentiras» del mismo autor.
Ver el video donde el aspirante lucha por 4 minutos y medio por traer un título o un autor a su mente, con las risitas de fondo de los y las presentes que atestiguaban ese mal momento, me llenó de una pena ajena tal que por poco cierro la página. Pero saber que ese hombre, que ni siquiera es capaz de retener el nombre de tres de sus libros favoritos o sus autores, ya sea porque en realidad no los recuerda, o porque no ha leído ninguno pero es incapaz de reconocerlo, es el que las encuestas marcan como el que tiene mayores posibilidades de ser el próximo Presidente, me llena de una combinación entre miedo e indignación por pensar en lo que podría ser el siguiente sexenio de este país: una repetición light de un mandatario que nunca dejó de ser candidato, mientras otros intereses se apoderan de México.
Afortunadamente, Enrique Peña Nieto aún tiene que pasar por el escrutinio popular en los debates y entrevistas, que le permitirán salir del guión e improvisar, para que la ciudadanía pueda valorar realmente la asertividad, conocimientos y planes que tiene para con el país. Por lo pronto, el error le salió caro, pues en las redes sociales como Facebook o Twitter es ya objeto de burlas, críticas y nuevos chistes. En este último medio el hashtag #LibreriaPeñaNieto y #LaLibreriaDePeñaNieto son ya un trend topic a pesar de un supuesto intento de censura por parte de esta red social, donde se puede consultar desde el video donde Peña derrapa, hasta noticias de medios de comunicación internacionales como El País, quien cabecea la nota de esta forma: «El candidato presidencial que no es capaz de citar tres libros que le han marcado».
Otras menciones al aspirante son menos profesionales, pero cargadas de humor y sarcasmo, entre ellas: «¿Mi libro favorito? ¡Ah!, pues el de La insoportable levedad del Gel. -Enrique Peña Nieto. #LibreríaPeñaNieto» o «Adios Ninel, Hola Peña Nieto. #Libreriapeñanieto»