Ya analicé seriamente a todos los candidatos, promesa. Hice un exhaustivo análisis de la personalidad y plataforma política de Enrique Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones, Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero, Marcelo Ebrard, y Andrés Manuel López Obrador. Y he llegado a una conclusión, ¿quién podría gobernar mejor que todos ellos?: Pues mi perro.Y es cierto, como a todos los políticos a mi perro le gusta «el hueso», pero tiene otras características que me dice que el si podría sacar adelante al país.
Para empezar mi perro es fiel, se que mientras lo cuide y le de de comer estará ahí, preocupándose por mi, así como estoy seguro que se preocupará por todos los mexicanos. Mi perro es más transparente que cualquier político común y corriente, no hay partidas secretas ni hay que recurrir al IFAI para ver lo que hace. Cuando hace «pipí o popó» todos nos damos cuenta y lo vemos, no tiene que dar informes y mostrarnos estadísticas. ¿Y saben que es lo mejor?. Que podemos educarlo para que haga sus cosas en el lugar que queramos, así podemos estar totalmente pendiente de él. Si se nos olvida darle de comer o jugar con el nos va a chillar, pero jamás, va a «bloquear la entrada de la casa» ni va a traer a todo su rebaño para hacer una manifestación. Con mi perro no necesitamos revocaciones de mandato porque si se da cuenta de que no lo queremos, se va a ir de la casa.
Mi perro es un ejemplo de democracia directa. Porque a diferencia de los políticos que «hacen que legislan o que mandan» y hacen lo que quieren con nuestro voto, mi perro es totalmente obediente y actúa de acuerdo a lo que los ciudadanos le ordenemos, se echa al suelo, se sienta, se acuesta. Y también a diferencia de los políticos que se quedan con nuestros impuestos, mi perro, cuando le aviento una pelota, va por ella y me la devuelve tal y como estaba. Y que decir de la defensa de la nación. A diferencia de los políticos que quieren dejar entrar al ejército gringo pero que a la vez permiten que a los ciudadanos les pidan visa en Estados Unidos, mi perro se porta muy bien con los conocidos, y es agresivo con los «extranjeros» a menos que nosotros mismos le digamos que se ponga quieto. Está toda la noche al pendiente de que no entre «ningún intruso a la casa».
Mi perro no es de izquierda ni de derecha, el actúa conforme a sus instintos. El sabe lo que debe de hacer ante diversas situaciones. Su retórica son los ladridos y nada más. No nos necesita prometer nada. Por eso este 2012, yo votaré por mi perro.