Disculpen si hoy me pongo un poco Geek, yo se que sale un poco con la temática del blog, pero a veces es bueno darse un respiro y hablar de otras cosas, claro, sin quitar mi actitud crítica (y a veces cínica) sobre lo que estoy hablando. Y es que hoy quiero hablar sobre los smartphones. Que básicamente como todos saben, son teléfonos celulares que ofrecen servicios extras, básicamente como conexión a Internet, posibilidad de reproducir música, aplicaciones web especiales para estos teléfonos, correo electrónico y un sin fin de posibilidades.
Yo personalmente no tengo uno porque no lo necesito, trabajo desde mi casa donde tengo naturalmente conexión a Internet y cuando visito a mis clientes llevo mi laptop, pero hay otras personas que por la naturaleza de sus trabajos (en especial aquellos que se trasladan de un punto a otro) les es muy útil este tipo de aparatos, aunque muchas personas los utilizan por moda, por un impulso consumista, o porque necesitan estar «conectados» en cualquier tiempo y a cualquier hora, como si estar alejados de Internet por un rato fuera algo inhumano o algo inevitable.
Los mercadólogos sabemos bien que las empresas buscan convertir deseos en necesidades y esta no es la excepción. Años antes podíamos vivir ya no sin los mentados smartphones, sino sin teléfonos celulares, y no nos sentíamos impedidos de nada. Es cierto, este tipo de aparatos aumenta la productividad, pero también se vuelve un círculo vicioso, al hacernos dependientes de una tecnología para poder funcionar.
Bien, algunas personas dicen que este tipo de aparatos promueven conductas antisociales. Yo no lo creo tan así, de hecho en algunos casos, son útiles para las relaciones sociales, en especial en la comunicación a distancia. La gente que se escuda en estos aparatos como una forma de comportamiento antisocial, es la misma que antes se escudaba en los libros, los videojuegos, nada nuevo.
Lo que si veo malo de la dependencia de estos aparatos es que mucha gente entra en crisis cuando ya no tiene el servicio disponible. Algo que pasó cuando el sistema de Blackberry se cayó en varias partes del mundo (incluído México). El Smartphone se vuelve una extensión de nuestro cuerpo, el humano post-moderno tiene que estar junto con él, sino se siente limitado. La necesidad que crean estos aparatos es tanta que incluso los altermundistas o los del plano los anticapitalistas, los utilizan como medio de comunicación para estar en contacto.
Hoy se habla mucho de ellos, sobre todo por el lanzamiento del iPhone 4S, la muerte de Steve Jobs (a quien se considera uno de los gurús de estos aparatos) y por la caída del sistema de Blackberry. Por el contrario yo me siento tranquilo de no tener uno. Pero yo se que en algún momento de mi vida, cuando mi trabajo me lo solicite, tendré que hacerme de uno.