La globalización es un proceso inminente e inevitable. El querer cerrarse a este proceso es negar la evolución natural del ser humano. Los avances sociales y tecnológicos han propiciado este fenómeno que no lleva unos pocos años como unos creen, sino que es un proceso que ha tomado siglos y que ahora se está consolidando. Muchas veces se relaciona la globalización con el neoliberalismo, porque este sistema económico la acelera. Supongo que por eso existen los globalifóbicos o los llamados altermundistas, pero en realidad no es necesario implementar una política neoliberal en una nación para abrirse a la globalización. Más bien, es una de las formas más imprudentes de hacerlo, y en realidad existen otras alternativas donde el estado juega un papel preponderante para poder preparar a un país para entrar a este fenómeno globalizador.
Las políticas neoliberales recomendadas por el FMI comenzaron a ser aplicadas en Chile (donde por cierto no se aplicó la receta completa) bajo el gobierno del dictador Augusto Pinochet, uno de los pocos países donde se tuvo éxito con dichas políticas (aunque sin embargo no lograron mitigar las diferencias sociales). Pero en América Latina, a través del Consenso de Washington, los resultados fueron más bien magros. El sistema de sustitución de importaciones que implementaban los países latinoamericanos (incluído México) se había deteriorado, la inflación en estos países había crecido enormemente (nosotros lo vivimos con Echeverría y López Portillo) y muchos de los países habían caído en crisis, por lo que se tuvo que recurrir al FMI y a Estados Unidos. Ellos recomendaron a los países en desarrollo aplicar las medidas neoliberales prometiendo crecimiento y estabilidad macroeconómica. Había que liberalizar, bajar aranceles, privatizar, mantener la inflación estable y el papel del gobierno debería de ser mínimo.
La receta era igual para todos los países. Naciones como México, Argentina o Brasil y otros más tomaron las recomendaciones. ¿Que pasó?. Si se logró la estabilidad macroeconómica, pero no se generó el crecimiento esperado y peor aún, la brecha entre ricos y pobres se disparó. El problema fué que los países no estaban preparados para abrir sus fronteras y privatizar sin estrategia alguna, pero como la intervención del estado según los neoliberales debería ser mínima, entonces no hubo estrategia alguna. También el FMI y sus compinches prometerían que no habría crisis bajo este nuevo sistema, pero una fuga de capitales desató una en México y posteriormente se desataría otra en Argentina.
Por otro lado países como China y Corea del Sur se han abierto a la globalización con una economía de mercado, pero sin implementar una agenda neoliberal. A pesar de las presiones de la FMI y la Organización Mundial de Comercio (OMC), han decidido hacerlo a su manera. El estado interviene activamente en la economía para preparar a sus países hacia la apertura económica. No bajan aranceles ni liberalizan ni privatizan de golpe como recomienda el FMI, sino que lo hacen estratégicamente. El estado se encarga de fortalecer internamente los sectores económicos antes de liberalizar sus economías, el estado se encarga de fortalecer sectores como la salud y la educación para que estén totalmente listos antes de abrir su economía. Y no por nada China y Corea del Sur han logrado tener niveles de crecimiento que ya envidiaríamos en América Latina.
Todo país necesita una estrategia económica para progresar. El neoliberalismo es la negación de esa estrategia, porque se deja la economía a la inercia del mercado. Y es totalmente falso que el mercado pueda autorregularse eficientemente. De hecho, en los países con mayor nivel de desarrollo, el estado sigue jugando un papel crucial dentro de las economías. En cambio en países como Estados Unidos que han apostado demasiado por el mercado, y a pesar de ser una potencia mundial, no se ha logrado generar el nivel de bienestar que han logrado varios países europeos con ayuda del estado (ej: Suecia, Dinamarca, Finlandia). Un ejemplo del fracaso del mercado es el sector sanitario de Estados Unidos, donde millones de habitantes no tienen cobertura médica de ningún tipo, por lo cual no tienen ningún tipo de protección al adquirir alguna enfermedad o sufrir un accidente grave.
Es cierto que el mercado es más eficiente que el estado en la mayoría de los sectores económicos porque el mercado genera competitividad, mejor calidad en los productos y por ende, precios más bajos. Pero ese mercado tiene que ser regulado por el estado, porque de lo contrario el sistema colapsaría. El estado tiene que intervenir para que no se generen monopolios privados (lo que minaría la competencia), o como cuando el mercado colapsa (como ocurrió en la crisis del 2008). También existen sectores donde el mercado no puede generar mayor bienestar que el mercado por si solo y donde se necesita la ayuda del estado en conjunto para generarlo; uno de los mejores casos son la educación y la salud. En los países más desarrollados la educación y la cobertura sanitaria universal son un imperativo.
El neoliberalismo, socialmente hablando, es un sistema demasiado pragmático y utilitarista. Deja del lado el humanismo al preocuparse más por el funcionamiento del mercado o por los índices de inflación, que por el bienestar la población o el pleno empleo. El neoliberalismo es incapaz de impartir justicia social: Sería justo que cuando creciera un país, ricos y pobres vieran crecer por igual sus economías, pero en el sistema neoliberal los ricos se hacen más ricos, y los pobres más pobres, al tiempo que la clase media ve decrecer su tamaño. Los fundamentalistas del mercado, en cambio creían en la economía de la filtración (o del goteo, como le llamara Ronald Reagan), donde los beneficios de los ricos se iban a filtrar a los pobres. Eso nunca ocurrió y ahora queda más que demostrado que las políticas neoliberales generan mayor desigualdad social, lo que se traduce en un mayor descontento por parte de la población.
¿Por qué la economía neoliberal sigue prevaleciendo en el globo terraqueo cuando inclusive recientes Premios Nobel de Economía de los propios Estados Unidos como Joseph Stiglitz o Paul Krugman han criticado fuertemente este sistema, o cuando ha mostrado su fracaso en un diverso número de ocasiones?. Si el neoliberalismo beneficia a los ricos, estos se hacen más ricos, y por lo tanto más poderosos (a veces que hasta el propio gobierno), entonces tal vez no habrá nadie quien los pare. Aunque a veces parece que se acercan ahí algunos Obamas o Lulas a decirles –Tranquilitos, no se malpasen.