Cuando los jóvenes buscan trabajo

Ago 2, 2009

Ta cabrón. Uno estudia la universidad, quiere ser alguien y cuando de pronto sale a la realidad, sucede que no va a ganar más que el albañil que va a reparar el tejado de su casa, o el pintor que con su brocha, hace que la cerca sea de color azul. A todos los que buscaban una mayor igualdad, ya la pueden ver, la diferencia entre los profesionistas y los obreros ya no es tanta. Lo malo es que uno esperaría que los obreros elevaran su nivel de vida para emparejarse con los profesionistas, y no al revés.

En España y en Europa se les llama mileuristas (porque los «gachupines» al acabar su carrera aspiran a ganar mil euros al mes), aquí ya se empieza a buscar un término, tal vez «sietemilpeseristas», aunque creo que es exagerado porque $7,000 pesos ya es bastante para aquellos jóvenes que acaban de egresar (a veces hay que empezar a pensar en $5,000 pesitos).

Los amigos dicen, -cuando mi papá salió de la carrera, encontró un trabajo y con ese ya podía pensar en independizarse. Parecía que ya tenía la vida resuelta, lo único que tenía que hacer era ser responsable y hecharle ganas. Y ahora eso es impensable, no solo porque los sueldos no te permiten independencia alguna, sino porque las empresas se esfuerzan lo mas posible en darte el número mínimo de prestaciones, y porque sabes que tu puesto no está seguro, en cualquier momento llega el recorte.

Este fenómeno ocurre en todo el mundo. Hace algunas décadas, ante la amenaza del comunismo, la derecha (y no fué la izquierda como muchos creen, en palabras de Anthony Giddens) creó el estado de bienestar, como una forma de evitar que la gente cayera en las garras del comunismo: -No desapareceré a los capitalistas que te oprimen, pero si haré que tengas prestaciones, seguro médico, liquidación, y vacaciones pagadas. Pero ante la desaparición de tal amenaza, hubo menos motivaciones para fortalecer el estado de bienestar que aunque no inventó la izquierda, son los que ahora la promueven.

México es un caso extraño, porque siempre fué una sociedad paternalista. El estado benefactor en Europa fué mas bien un trato entre «oprimidos y opresores», en México fué utilizado como una forma de tener tranquilas a las masas. En el conflicto con los sindicatos ferrocarrileros, López Mateos cedió y dió mas prestaciones sociales a los sindicatos, a cambio de que estos no se manifestaran y permanecieran subordinados al gobierno, como dice Enrique Krauze, les dió pan (mas prestaciones) y palo (los reprimió).

Ante la llegada del neoliberalismo, y la inserción al TLC (una buena idea mal ejecutada), las cosas pasaron a mi gusto, de un extremo a otro. Donde antes había «papá gobierno», ahora no hay nada, y eso mantiene a la población en la interperie. Se ha querido vender la idea de que los beneficios de los trabajadores inhiben la economía y no la deja crecer, -¿quieren una economía pujante?, hay que eliminar las prestaciones de los trabajadores, seguro social, vacaciones, y van a ver como nos volvemos tan ricos, que el trabajador se lo podrá costear por su propia cuenta y hasta le va a sobrar.

Pero eso es una pendejada. un sofisma, una idea impuesta A fortiori. Pero no solo es eso el problema, no solo es cuestión de ideologías. Porque hemos hablado de como repartir el dinero, pero ¿como crear el dinero para que nuestros queridos jóvenes ganen más?. Es cierto que el joven debe aprender a labrarse su camino, pero si esos mismos frutos los aplicara en Suecia ganaría más.

Resulta que nuestro gobierno (que es un fiel reflejo de todos nosotros) también es paternalista, y entonces dice: -Papi Obama, Mami Merkel, Papi Zapatero, porfas díganle a sus empresas que vengan a invertir a nuestro país, porque nosotros no podemos cuidarnos solitos. No tendrán que dar prestaciones ni respetar los derechos laborales, porfas, dénle empleo a nuestros pobres ciudadanos, que yo no puedo mantenerlos.

Y entonces ¿que sucede cuando el joven sale al mundo laboral?. Hay trabajos mal pagados, donde se espera todo de ellos, pero la empresa busca evadir cualquier compromiso con el empleado. Y lo peor es que en muchos casos (no en todos) los empresarios no tienen la culpa. Porque en una economía como la mexicana, la cual no avanza desde hace muchos años, no pueden ofrecer nada más. Ofrecer un trabajo bien pagado significaría no tener solvencia en la empresa. Por eso en las crisis vemos que les dan vacaciones de dos semanas a los empleados, para poder solventar sus gastos.

¿Que pasará después?. ¿Cual será el futuro de los jóvenes universitarios que creían tener segura su independencia económica?, ¿como serán los 7milpeseros en 10 años, en un país donde los puestos con un sueldo decente están demasiado competidos y ni siquiera son seguros?. Una posibilidad es autoemplearse y empezar en eso del «entrepreneur», a sabiendas de que los «puestos de trabajo» ya no son seguros, el riesgo del emprendimiento ya no es tanta desventaja. Lo único malo es que resulta que Hacienda no tiene compasión con los microempresarios. No tienen la influencia para hacerse «pendejos» con los impuestos como los ricos, ni pueden vivir en la informalidad como los tiangueros. Si, ese sector de gente de clase media que le hecha ganas, y que es la que mantiene al país, es la mas castigada. Paradójico.