Estoy de acuerdo en que se deba gobernar pensando en los pobres e incluso que sea prioridad para el gobierno.
Estoy de acuerdo en que la clase política ha sido, en general, poco sensible ante los sectores menos privilegiados de nuestro país, a los cuales no ven más allá de valores numéricos, o bien ven como votos que se pueden acarrear o si es que les importa en lo más mínimo.
Estoy de acuerdo en que, de la misma manera, la estructura social no abona mucho para que los pobres tengan oportunidad de dejar su condición. En cuestión de movilidad social estamos más abajo que cualquier país desarrollado.
Estoy de acuerdo en que parte del sector más privilegiado (aunque no puedo generalizar y decir que todos así son) no lo es por el mérito, por el talento, el trabajo duro o la competencia, sino por los compadrazgos, los favores, etc, y que esa es una de las razones por la cual la movilidad social es casi nula. Por tanto, estoy de acuerdo que ese vicio debe romperse y esos privilegios deben terminar.
Pero eso no significa que se deba polarizar a la sociedad y acrecentar un conflicto de clases que ya se muestra latente, menos significa que haya que estigmatizar a dichos sectores y ponerle etiquetas de buenos o malos. Los ricos no son ni más buenos ni más malos que los pobres, la única diferencia estriba en que sus decisiones, buenas o malas, generan un mayor impacto dentro de la población dado que su posición social tienen más poder. Pero la corrupción, la tranza, todo ello existe en todos los niveles socioeconómicos.
Entendiendo esto, lo que se tiene que hacer es crear un Estado de derecho donde nadie pueda estar encima de la ley, donde la gente de dinero no tenga ninguna preferencia ante la ley, donde quienes tienen dinero lo tengan por mérito y no por favores y donde la estructura social no les impida a los pobres avanzar para abandonar su condición, donde puedan tener las herramientas para superarse y que ahora no tienen como una buena educación, que tengan un techo mínimo.
No nos engañemos por quienes polarizan a la sociedad. A los que aspiran a la división, como bien decía Orwell, no les importan los pobres, solo odian a los ricos y ya.