No, no voy a negar esa simbiótica relación individuo – tele. Las pantallas planas (muchas veces mal llamadas plasma porque la gran mayoría son LCD que no son lo mismo) terminan siendo una extensión del cuerpo del individuo. Los establecimientos configuran las televisiones de tal forma que la vista sea espectacular, incluso los contenidos que proyectan están hechos para que creas que la pantalla es mejor de lo que es. Naturalmente cuando llegas a tu casa en la sala de estar, donde posiblemente haya una ventana al lado y la forma que entra la luz es muy diferente al del establecimiento, te das cuenta que en realidad no es tan espectacular y termina siendo una pantalla plana normal, pero sí, es tu nueva tele.
Posiblemente tu televisión sea muy buena, posiblemente tu tele resuelva bien los negros, tenga un muy buen contraste y sonido surround para proyectar toda esa basura que, no nos hagamos, te encanta. Posiblemente te emociones por el detalle y el realismo con el que ves el humito de La Rosa de Guadalupe. Aunque ateniéndonos a la naturaleza del ser humano, te irás acostumbrando y en unas semanas lo que parecía salido de otro mundo ahora es algo completamente normal.
Pero dentro de toda esta aventura donde compraste tu nueva tele (aparato tan indispensable para el ser humano que el gobierno ya está regalando teles a la gente pobre con el logote de «Mover a México») posiblemente no hiciste un buen análisis de los precios en El Buen Fin. Posiblemente el establecimiento subió el precio de lista al doble y después ofreció el 50% de descuento, para que tú, amigo ingenuo, te la creyeras. -¡Ya viste mi tele Pedro, me costó $10,000 pesos, ya vamos a poder ver La Academia! -¿$10,000, tan caro? ¡Es un robo!, si está bien chafa tu tele. -¡Claro que no está cara, la agarré en promoción, tenía el cincuenta por ciento de descuento, deja de estarme molestando!
Posiblemente creíste que el Buen Fin era el Black Friday donde los descuentos son de verdad, y no promociones de pagos a crédito con un ínfimo porcentaje de descuento, descuentos que valen la pena hay pocos y sí se pueden encontrar televisiones a buen precio, pero hay que buscarle bien y no siempre hace eso la gente. Posiblemente creíste que con ver el precio con el descuento en el mostrador asumiste que era un descuento real, y seguramente no investigaste con días de anticipación cuando costaba en realidad tu nueva tele.
Y es que hay que ser realistas, nuestra economía no da para hacer un Black Friday. No es que las empresas sean más maquiavélicas que en Estados Unidos, es que simplemente ofrecer descuentos onerosos en la mayoría de los casos no funciona y no es rentable. Pero la gente se va con la finta, pensando que se trata de una ganga, y en la gran mayoría de los casos no es así. Pero la gente es irracional, se deja llevar por las emociones. Eso lo sabemos los mercadólogos y por eso tratamos a la gente como ratas de laboratorio creamos promociones apelando al sentimiento y no a la razón. Nosotros queremos vender productos a como dé lugar, no somos maestros que queremos poner a pensar y a razonar a los demás.
Pero tú tienes tu tele nueva ¿Qué te endeudaste?, -Aah no pasa nada, hasta el gobierno se está endeudando y todo sigue igual, todos nos endeudamos, es normal-. ¿No revistaste si esa deuda la podías pagar? ¿No te fijaste si todos esos pagos chiquitos al mes sumados dan un precio más alto que lo que te costaría tu televisión en precio de lista pagándola de contado? Porque hay que ser sinceros, el humito de la Rosa de Guadalupe es ficticio y no va a venir a resolver tus problemas económicos derivados del Buen Fin.
Pero tienes tu telesota nueva.