Nunca me había sentido tan orgulloso de la sociedad mexicana, estaba viendo las fotos de las marchas del día de ayer (que en este caso no fueron convocadas por #YoSoy132) y la verdad es que se me salió una lágrima, parece ser que los mexicanos hemos tomado conciencia de nosotros mismos y nos empezamos a dar cuenta que el cambio está en la sociedad. Algunos creen todavía que hubo fraude en las urnas, yo no lo creo así, yo más bien creo que este se fraguó en la compra de votos, que tal vez legalmente no se le puede llamar fraude, pero moralmente sí, porque a fin de cuentas el PRI de Peña buscó todas las alternativas para imponer a su candidato, alternativas que atentaron contra la democracia.
Siempre cuando hablábamos de marchas en México hablábamos de grupos de interés, sindicatos como el SNTE o el CNTE, bloqueos de AMLO, y cosas así. Ahora hablamos de centenas de miles de personas que salieron a las calles para manifestar su inconformidad ante la llegada de un candidato, y sobre todo a la forma en como llegó. En México no tenemos recuerdo de una marcha a nivel nacional de estas magnitudes, ni siquiera la de 1968 tuvo un tamaño tan grande. Que a ciertos políticos les pueden beneficiar las marchas, es cierto, pero también es cierto que fue la gente la que decidió salir a las calles. Algo que me llama la atención y aplaudo es que hasta ahora, por inmensas que hayan sido las marchas, no se han registrado conatos de violencia, y eso hay que recalcarlo porque las marchas siempre tienen el riesgo de ser infiltradas por porros y gente indeseable que no dudaría en ningún momento en usar la violencia. El único antecedentes es que en una marcha de la semana pasada, algunos vándalos graffitearon un paso a desnivel, el cual fue limpiado por integrantes del movimiento #YoSoy132, quienes manifestaron su repudio al vandalismo.
Naturalmente un despertar ciudadano no debe de terminar en una marcha, sino empezar en ella. Si no fuera así, estas marchas solo servirían de catarsis ante una inconformidad, el siguiente paso y el más difícil, es en el cual se debe construir. Los del movimiento #YoSoy132 ya han pensado en ello, y han logrado cosas como la transmisión del segundo debate en cadena nacional, y el organizar un debate propio al cual solo se ausentó Enrique Peña Nieto. Yo veo difícil cambiar la realidad donde Peña llegará a la presidencia, pero estos movimiento seguramente orillarán al nuevo presidente a hacer las cosas bien y a tener que negociar. El que el PRI no tenga mayoría en las cámaras, es una muy buena noticia para el movimiento, porque podrían pensar en negociar con la oposición algunas reformas, sobre todo aquellas que estén encaminadas a construir democracia.
Por ahora no se pudo revertir un resultado, pero el natural crecimiento económico del país (lento, rápido o como sea), hará que más gente tenga acceso a Internet y a diferentes medios de opinión, por lo cual en un futuro serán más aquellos que se inconformen con la llegada de un posible régimen autoritario, y serán menos los que accedan a vender su voto debido a su falta de recursos. Salir a la calle no es una actitud «bananera» ni son ninis que se deberían poner a trabajar. En casi todos los países desarrollados, la gente sale a la calle a mostrar su inconformidad, saben que no pueden quedarse quejándose de los políticos en la entremesa. Es natural que la gente tenga miedo en regresar al pasado, que probablemente el gobierno de Peña no sea tan autoritario como antes, pero esto más debido a los cambios y a las circunstancias.
Si algo le podemos agradecer a los gobiernos panistas, es que crearon las condiciones para que esto se pudiera dar, hubiera sido difícil pensar en una manifestación así en los tiempos del PRI. Es una realidad que ha aumentado la libertad de expresión en México y muchos lucharon por ello. Por otro lado ciertamente ni López Obrador ni Josefina se me hacen de lejos la solución que necesita México, pero aún con la mediocridad que representan los opositores, la forma en que han colocado a Peña en la silla presidencial se me hace totalmente reprobable e indignante. El problema para mí no es que no hayan llegado los que se asumen como perjudicados (AMLO principalmente), sino la forma en que llegó el beneficiado y por eso yo estoy totalmente de acuerdo con las marchas, y se me hace sí, más prudente que se hagan en fin de semana para que estas no rompan tanto con la vida diaria.