Verónica estaba postrada sobre una cama mientras Jorge estaba completamente listo para realizar el acto, tenía que insertar el pene dentro de la vagina de Verónica. Ella tenía 19 años y el tenía 22, era su primera vez y ambos dentro de sí concordaban en que estaban llegando tarde a su primer acto sexual. Entre los rumores, dires y diretes de sus compañeros de escuela se decía que los 16 años era la edad perfecta para perder aquella inocencia, que los convertiría de niños a hombres, de niñas a todas unas mujeres. ¿Como habían llegado Verónica y Jorge hasta ahí?. Tenían 3 meses de noviazgo. Él desde un principio estaba apresurado en tener relaciones con una mujer, de cierta forma quería a Verónica, pero también es cierto que quería tener relaciones sexuales y ella era el pretexto para hacerlo. Por su parte Verónica estaba enamorada de él, de su masculinidad, de su seguridad, de su forma de ser, de su caballerosidad y en realidad no estaba forzada a tener relaciones con él, ella estaba deseosa de hacerlo. Pero había un pequeño problema, ella la deseaba a él, quería entregarse a él, en un acto sexual pleno, mientras que el no lo veía así. Verónica era atractiva físicamente para él y estaba deseoso de acostarse con ella, era todo un reto.
Mientras realizaban el acto sexual, emanaban sensaciones muy diferentes a las dos cabezas que lo llevaban a cabo. Verónica se sentía realizada, entregada, sentía orgullo de poder estar con un hombre como Jorge, se sentía mujer, se sentía querida, amada. Pero Jorge pensaba un poco distinto, el pensaba en el placer por el placer que le traía la práctica del sexo, la fricción de su aparato genital contra el de Verónica le provocaba un placer inmenso, se sentía orgulloso porque había logrado acostarse con una de las mujeres más bonitas del salón. Es cierto, Jorge de cierta forma la quería, pero el amor que el sentía por ella quedaba en segundo plano, el sexo era lo importante.
Después de aquella ocasión en que ambos se entregaron, las cosas no marcharon igual. En la cabeza de Verónica solo cabía Jorge. En la cabeza de Jorge solo cabía ¡quiero tener sexo!, ¡quiero más!. Los dos se habían vuelto adictos, se frecuentaban una que otra vez para repetir el acto, pero lamentablemente para Verónica, ella si era reemplazable, Jorge no. Jorge era lo único que había en la vida de Verónica y deseaba estar con él. Hubo en momento en que la esperada ruptura se dió. Jorge optó por buscar nuevas aventuras porque el acto sexual con Verónica ya había dejado de satisfacerle y Verónica quedó desconsolada, angustiada, no se había dado cuenta que ella no era la prioridad en Jorge, sino su cuerpo. Ese cuerpo maleable, re-utilizable, tírese y vuélvase a usar, cámbiese a una mejor opción. Jorge quería más y estaba dispuesto a hacer lo que fuera por lograrlo, Verónica solo quería a Jorge.
La historia es de lo más trillada pero es de lo más común. Porque a nivel sentimental-genético así responden los cuerpos de ambos sexos. Los hombres somos más genitales, las mujeres son más sentimentales. Lamentablemente en el acto quien muchas veces sale más lastimada es la mujer, es la que se termina sintiendo más utilizada, y esto del sexo es difícil porque entran una serie de presiones individuales, sociales, espirituales, de pareja, y cuando no se pone en claro, sobre la mesa las prioridades de cada quien al tener sexo, alguien puede salir lastimado.
Que artículo tan creepy acabo de escribir, pero ¡quiero tener sexo!.