Poco Ortodoxa, una reseña social y filosófica

Abr 27, 2020

Poco Ortodoxa es una miniserie que nos habla sobre las diferencias culturales y las distintas formas en que los seres humanos construimos la realidad a partir de patrones culturales y sociales.

Poco Ortodoxa, un análisis filosófico

Advertencia, este artículo tiene spoilers.

A mi parecer, Netflix ha estado publicando contenido muy interesante que despiertan la reflexión y el debate sobre ciertas cuestiones sociales. Esto es algo que hay reconocer ya que estamos muy acostumbrados (y no sin razón) a señalar la tendencia a la frivolidad de la industria cinematográfica.

Poco Ortodoxa, uno de los nuevos lanzamientos de la compañía estadounidense, es una de esas series que pueden ser útiles para tratar de entender de mejor forma al ser humano y su relación con la sociedad.

La miniserie, que está basada en hechos reales, y más específicamente en el libro autobiográfico de Deborah Feldman, trata de una joven llamada Esther Shapiro (Esty), quien huye de la comunidad judía ortodoxa de la dinastía jasídica Satmar que habita en el sur de barrio de Williamsburg de Brooklyn en Nueva York, la cual es básicamente es un microcosmos que, a pesar de formar parte de una ciudad liberal como lo es Nueva York, está totalmente aislada de ella.

Evidentemente, como la serie está basada en hechos reales, no es difícil concluir que el barrio existe y la comunidad también. Dicha comunidad, que se trasladó a Hungría después de la Segunda Guerra Mundial y que parte de su esencia está marcada por el trauma del Holocausto (lo que explica su cerrazón), se instaló en el sur de Williamsburg, una zona que contrasta con el norte del barrio (donde hay cafés hipsters y vida urbana) por ser un tanto pobre y desaseada, aunque a la vez es una zona segura dada la cooperación entre los integrantes de una comunidad que ha batallado para mantener su microcosmos tan alejado de la ciudad en la que está enclavada producto de la obvia tensión con las autoridades y que, a su vez, es producto de una drástica diferencia cultural. Por ejemplo, la férrea oposición de los vecinos a las ciclovías, molestias de la alcaldía por la separación de mujeres y hombres en los camiones, o carteles con restricciones sobre la vestimenta dentro de ciertos establecimientos.

En cuentas resumidas, la película trata sobre una drástica distinción entre los valores de dicha sociedad ortodoxa judía y los de una sociedad liberal como la de Berlín a donde Esty huye.

Individualismo y colectivismo

Mientras que las sociedades liberales occidentales son individualistas, es decir, están orientadas hacia el individuo, muchas otras como las asiáticas en esta serie son más bien colectivistas, no necesariamente en el sentido económico como los regímenes comunistas, sino en uno más bien social donde la esencia del individuo se explica en relación con los demás y no consigo mismo. Las distintas sociedades, como es bien explicado en el libro Cultures and Organizations, suelen diferir en diversos ámbitos: unas son más individuales que otras, algunas son más adversas al riesgo o tienen una mayor distancia con la autoridad que otras. El shock cultural que uno vive cuando se va a vivir a otro país así como las formas de gobierno o incluso la cultura empresarial, argumentan los autores de dicho libro, son producto de este tipo de diferencias culturales.

Pero las comunidades ortodoxas son colectivistas en demasía. El individuo no se puede explicar si no es en relación con la comunidad a la que pertenece. En el Williamsburg donde crece Esty las normas son muy estrictas y rígidas, el individuo básicamente no existe si no es cumpliendo con los roles que la comunidad espera de él o ella.

Como se puede esperar de una sociedad colectivista, Esty se casa por medio de un matrimonio arreglado con Yanki Shapiro, un hombre demasiado inseguro de sí mismo que no es capaz siquiera de sostener la mirada pero que, debido a las convenciones, mantiene una posición dominante en la relación. Todo apuntaría a que sería un matrimonio feliz hasta que comienzan a surgir los primeros problemas que comprometen el rol que este matrimonio tendría que cumplir en su comunidad: Esty tiene problemas para embarazarse, lo cual lleva a Yanki a pedirle el divorcio ya que un matrimonio sin hijos es algo así como una falta grave dentro de esa comunidad y solo va en su búsqueda cuando se entera que está embarazada.

Pero ese no es el último problema. Es evidente que Esty tiene cierta necesidad de independencia reflejada en las lecciones de piano que recibe de una mujer que está atrasada con la renta (y que la ayudará a salir del país). En realidad nunca pareció terminar de ser feliz en una comunidad donde la intimidad básicamente no existe, donde los problemas conyugales son conocidos por toda la familia que ejerce presión sobre el matrimonio para que cumpla su rol.

Esty y la realidad

No es lo mismo hablar de la realidad tal cual es (esa que Kant describe como el noúmeno) que de aquella realidad subjetiva que los seres humanos abstraemos de aquella y que es la que estamos limitados a conocer. Ello es notorio cuando Esty llega a Berlín e intenta socializar con un grupo de jóvenes que, a la postre, la terminan aceptando dentro de su círculo: Esty construyó su realidad a partir de un microcosmos tan restringido como lo era su comunidad que hasta sus amigos de Berlín conocían más sobre Nueva York sin necesidad siquiera de haber estado ahí que ella misma. Los individuos construyen su realidad con base en los patrones culturales y los paradigmas que dan forma al contexto en el que se encuentran insertos, y es evidente que los amigos de Esty tienen «más mundo» que ella. A Esty se le ve como ingenua o ignorante, a la cual todo le parece extraño y novedoso.

El shock más grande es evidentemente para Esty, ya que a pesar de que la sociedad liberal de Berlín le es atractiva, no la entiende por completo ya que es algo completamente desconocido para ello. Lo único que parece saber (y le basta) es que ahí no sentirá aquella presión social sofocante de su comunidad judía y, por ende, podrá desarrollar su personalidad sin que alguien le diga cómo tiene que ser. Sus amigos también sufren una suerte de shock ya que no entienden muy bien a Esty, pero no tienen tantos problemas ya que viven en una sociedad multicultural y tienen la «ventaja de estar en casa». Incluso ellos la terminan «guiando» en su proceso de adaptación.

Las sociedades individualistas, retomando el libro Cultures and Organizations, tienden a aceptar más a los «foráneos» dentro de su comunidad que las colectivistas. Es claro que no cualquiera puede ser parte de la comunidad dinastía jasídica Satmar e incluso los requisitos para sus integrantes pueden ser abrumadores, y por otro lado podemos ver que, a pesar del shock cultural evidente y algunas complicaciones producto de las diferencias culturales, los amigos de Berlín terminan adoptando a Esty.

Diferencias culturales

Una de esas complicaciones tiene que ver con la franqueza. Los integrantes de las sociedades individualistas son más francos entre sí mientras que los de las sociedades colectivistas intentan evitar tener roces con los suyos. En países como Estados Unidos o los europeos la gente no tiene problemas para decir «no» mientras que en sociedades un poco más colectivistas como México, algunos países de América Latina o Corea del Sur, ello es una tarea más complicada y la gente suele ser más redundante a la hora de expresarse.

Después de que Esty toca el piano, una de sus amigas de Berlín le es franca y le dice que, aunque tiene un talento natural, no tiene la práctica necesaria para poder ser admitida en la orquesta. Si bien la retroalimentación de su amiga puede ser desesperanzadora para cualquier persona en la situación de Esty, ella queda profundamente devastada ya que la franqueza no forma parte de los valores que ella aprendió y ésta puede ser interpretada como una descortesía o tal vez hasta un insulto.

Yanky, al igual que Esty, también sufre de un fuerte shock cultural al llegar a Berlín. No sabe siquiera cómo tratar con la gente, a diferencia de Moishe quien está «más vivido» y quien incluso se puede dar el lujo de trasgredir algunas de las reglas de su comunidad, algo que para Yanky es impensable. Aquella frase de «lo que pasa en Berlín se queda en Berlín» refleja mucho de la conducta de Moishe. Como nadie de su comunidad ve lo que hace, puede darse permisos que serían poco menos que alta traición dentro de la comunidad a la que pertenece.

Dado que tiene más mundo y sabe más cómo moverse en él, Moishe tiene más malicia y es básicamente quien coordina toda la búsqueda y quien termina encontrándose con ella. La labor de Yanky, por su parte, termina siendo inútil. Moishe logra confundir a Esty (quien afortunadamente luego visita a su madre quien la desengaña) mientras que Yanky termina humillado al tratar de convencer sin éxito a Esty, ya adaptada y adoptada por Berlín, de que regrese a Williamsburgh. Quien conoce más el entorno en el que se mueve se desempeña mejor en él, y es demasiado obvio que Moishe le lleva una gran ventaja a Yanky al respecto.

El rape como simbolismo

La cabeza semirrapada de Esty termina convirtiéndose en el simbolismo más importante de la historia ya que se puede interpretar de forma distinta desde las dos culturas que se contraponen en la serie. En la dinastía jasídica Satmar las mujeres deben raparse y usar una peluca ya que es símbolo de modestia: el cabello es un símbolo de atracción al que ahora sólo tiene derecho el esposo. En Berlín ello puede ser visto como uno de los tantos peinados que refuerzan y dejan patente el individualismo, donde no hay una convención que diga que las mujeres deben utilizar tal o cual apariencia. Podemos ver esa transformación en el antro al que acude con sus amigos, donde la cabeza rapada se mantiene constante pero el significado termina mutando de su tesis (la modestia) a su antítesis (la reafirmación personal).

El rape termina rebelándose a sí mismo manteniéndose igual en apariencia pero cambiando todo lo demás: los labios pintados, el look, la actitud de una Esty que deja su timidez del lado y comienza a bailar pero, sobre todo, los valores que ese corte de cabello representa. Ya no es Esty la judía ortodoxa, sino una mujer independiente, quien se ha encontrado consigo misma huyendo de aquel entorno que la había formado pero que no formaba parte de su esencia, la cual en realidad podría explicarse por lo primero y lo más natural: su madre, quien siempre formó parte de esa sociedad occidental-liberal de Berlín.

Conclusión

La serie no me parece en sí una crítica a la comunidad ortodoxa pero sí refrenda los valores liberales occidentales en ese huir de lo ortodoxo hacia lo liberal, de la sujeción a una comunidad a la independencia. Lo que sí me parece es que plantea una suerte de contraste, tal vez una suerte de llamamiento a comprender que la realidad y tal como la concebimos está muy influida por los valores culturales bajo los cuales crecemos y que en nuestra especie existen formas muy distintas de construir la realidad y que la nuestra no tendría por qué ser la definitiva.