¿Por qué nos cuesta tanto trabajo empatizar con los demás?

Feb 18, 2020

¿Por qué a veces es muy difícil empatizar, ya sea con la mujer que sufre violencia o con quienes no son cercanos nuestros? ¿Por qué a veces nos cuesta trabajo sentir lo que el otro siente?

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo empatizar con los demás?

Si la empatía significa ponerse en los zapatos del otro, entonces no existe una empatía perfecta como tal, sino, en dado caso, una empatía aproximada a la cual podemos aspirar con mucho esfuerzo.

Partamos de la idea de que los seres humanos somos seres subjetivos que construyen la realidad a través de la experiencia. Nada de lo que pensamos o imaginamos puede estar fuera de aquello que hemos conocido o experimentado personalmente. Incluso los sueños más bizarros e inimaginables son simplemente peculiares disposiciones de diversos elementos que ya conocemos por medio de la experiencia. No podemos imaginar nada nuevo de la nada.

Si los seres humanos no hemos experimentado lo que otra persona sí ha experimentado, entonces no podremos terminar de experimentar en carne propia lo que la otra persona está sufriendo. Las construcciones de la realidad que los distintos seres humanos tienen nunca van a ser exactamente iguales, lo que hace muy complicado entender exactamente que es lo que el otro está pasando. Y en este sentido, las construcciones de la realidad entre hombres y mujeres tienden a ser más diferentes que entre las de personas del mismo género por obvias razones.

Podemos aspirar, solamente, a entender los sentimientos y experiencias del otro solo de forma aproximada a través de nuestros propios esquemas. Si quiero tratar de entender la emoción de mi amigo siente al caminar por las calles de Dubai (donde yo no he estado) puedo echar mano de los esquemas que ya tengo: sé, por medio de fotos que he visto, más o menos como es Dubai, conozco el sentimiento de la emoción y sé qué es caminar. Uso esos esquemas para imaginarme la situación, pero es muy probable que cuando vaya a Dubai me encuentre con que la sensación no va a ser la misma que me he imaginado, e incluso es muy posible que ni siquiera sea la misma sensación que mi amigo sintió: tal vez yo me frustre por el calor y ni siquiera me sienta emocionado. ¿Ven lo difícil que es?

Algo análogo ocurre cuando, tomando lo que ha ocurrido en los últimos días, los hombres tratamos de empatizar con lo que las mujeres sienten y reaccionan hacia estos hechos (y lo mismo pasa cuando una mujer trata de empatizar con un hombre). Creemos que sabemos, pero es muy probable que estemos equivocados, porque no solo se trata de hacer un perezoso ejercicio de imaginación, sino un esfuerzo intelectual que solo se da por medio de la voluntad porque:

1) Es importante escuchar aquello que sienten para tener elementos que nos den el mayor número de elementos posibles bajo cuales hacer nuestro juicio. Más información (que creará nuevos esquemas) nos dará más elementos para el ejercicio, mientras que los prejuicios solo nos darán información errónea que obstaculizarán la tarea.

2) Luego imaginemos que, después de ese esfuerzo intelectual, ya sabemos que las mujeres se sienten más vulnerables por el tipo de violencia que ellas sufren y que nosotros no sufrimos.

3) Pero como no hemos experimentado exactamente lo que ellas sienten, solo podemos imaginarnos ello a través de situaciones análogas que hemos vivido. Es decir, a través de nuestros propios esquemas, entonces tenemos que encontrar situaciones análogas que sí hayamos experimentado, como recordar algún momento en el que nos sentimos vulnerables.

4) El ejercicio nos va a acercar más a aquello que una mujer siente pero nunca sentiremos exactamente su sentimiento propio. Incluso podemos sentirnos mal y hasta llorar al imaginarnos lo que la otra persona está pasando, pero eso no quiere decir que sintamos exactamente lo que aquella persona siente.

Y es a lo máximo que podemos aspirar. Así que cuando me preguntan si un hombre puede sentir lo que una mujer siente (y viceversa), la respuesta es no. Solo podemos darnos una idea aproximada a través de nuestros propios esquemas, y el problema es que los prejuicios, paradigmas o preconcepciones juegan un papel muy importante aquí. Como se requiere esfuerzo intelectual (e incluso desgaste emocional) para hacerlo, entonces es una obviedad que no empatizaremos con quienes no nos interesan, nos son indiferentes o relegamos, y sí nos esforzaremos por hacerlo con quienes sí nos importan.