Desde el terremoto de 1988, la cultura civil en México comenzó a transformarse. Ante la incapacidad del gobierno para responder, la sociedad se organizó para rescatar a los suyos u partir de ahí comenzaron a florecer varias organizaciones civiles de toda índole. El sismo de 2017 fue prueba de ello donde, a diferencia de 1988, ya existían organizaciones bien conformadas que con su expertise ayudaron a hacer más eficiente el rescate de personas (además, claro, con la ayuda de tecnologías más avanzadas).
Las organizaciones civiles como tales no representan necesariamente a toda la población, ni la representan en todo. Más bien suelen atender problemas muy específicos y suelen adquirir un alto grado de especialización en ello: que si unos se preocupan por los niños con cáncer, que si otros buscan solucionar problemas de movilidad, etcétera. Gracias a esta peculiaridad, estas organizaciones llegan a adquirir más conocimientos que el Estado dentro de esas problemáticas específicas que desean mejorar.
Así, las organizaciones civiles son un complemento del Estado mas no una sustitución de éste. Sería un error pensar que las OSC deben sustituirlo, pero de la misma forma es un error pensar que todo el quehacer público debe de ser «propiedad del Estado».
Las organizaciones civiles democratizan más la sociedad ya que permiten a diversos ciudadanos incidir en lo público. Su presencia puede servir como contrapeso del Estado, pueden llevar a cabo tareas que el propio Estado es incapaz de resolver (ya sea por desinterés, falta de alcance o capacidad) o incluso pueden trabajar de la mano con éste para solucionar problemas muy específicos.
Esas OSC que desprecia AMLO, como el IMCO, Mexicanos contra la Corrupción y demás, surgieron como un contrapeso al gobierno. Aunque sostienen una postura liberal en lo económico, no son parte del status quo. Todos fuimos testigos de que su postura ante el régimen de Peña fue lapidaria.
Pero en México organizaciones civiles en México las hay liberales, y también de izquierda y de todos colores y sabores. El Estado no puede aspirar, como afirmara López Obrador, a purificarlas, ello sería atentar contra los derechos políticos y civiles de los individuos. La única obligación de las OSC para con el Estado tiene que ver con el apego al Estado de derecho, el respeto a las instituciones y a su entorno.
Es cierto que la mayoría de quienes conforman las organizaciones civiles en México viene de una clase relativamente acomodada, y evidentemente suele tener una mayor representatividad que la gente que vive en la base de la pirámide, ya que los primeros tienen tiempo y recursos para involucrarse en el quehacer político en tanto las personas que viven en condiciones más difíciles no suelen tener mucho tiempo y no suelen tener acceso a un buen nivel de educación (que suele ser indispensable para formar una OSC). Pero recordemos que las organizaciones civiles como tales no buscan representar los intereses de toda la sociedad en su conjunto sino que buscan resolver problemas específicos. Recordemos también que las OSC no vienen a sustituir al Estado.
Tampoco se sigue que el hecho de que la mayoría de quienes participan en las OSC vienen de clases medias o altas implique que solo defiendan sus intereses. Muchas de las OSC buscan combatir problemáticas que afectan a los menos privilegiados.
Y tampoco implica que haya que ser rico para tratar de incidir en una OSC. Es posible que el hecho de que los más afortunados suelan involucrarse en actos de caridad o filantropía haya creado la percepción de que las organizaciones civiles son para ricos. La realidad es que incluso estudiantes jóvenes de clases medias sin mucho presupuesto pueden conformar sin problema una OSC.
Si descalificáramos en automático a las OSC por el hecho de que las clases medias o altas tienen más representación que las bajas, entonces tendríamos que descalificar a priori cualquier tipo de manifestación o activismo. No tendríamos por qué esperar a que la sociedad de nuestro país fuera muy igualitaria o se haya acabado la pobreza, más aún cuando incluso hay OSC que buscan de alguna u otra forma, atacar o aminorar las causas que mantienen una sociedad profundamente desigual.
Que la mayoría de quienes integran las OSC provengan de clases medias, medias-altas o altas, no implica que, como dice AMLO, estas organizaciones (evidentemente las que están bien constituidas y descartando las que utilizan la figura jurídica para cometer abusos) busquen mantener el status quo y los privilegios.
Las declaraciones de AMLO son un golpe y un mensaje de desprecio hacia un sector civil que, si bien todavía es incipiente, que ha crecido de manera sostenida en los últimos 30 años y ha adquirido una mayor relevancia en lo público. Con sus declaraciones le manda un mensaje a la ciudadanía diciéndole que es el Estado quien tiene la completa rectoría sobre lo público y que ella debe de sacar sus manos.