![¿Qué tan de izquierda es AMLO?](https://elcerebrohabla.com/wp-content/uploads/42706143_10157965667079782_1689042068640366592_o-645x401.jpg)
Cuando afirmo que López Obrador no ha comenzado bien su gobierno, hay quienes me afirman que esa es la característica de las «izquierdas radicales». Así, equiparan a López Obrador con Chávez, Castro y demás caudillos. Me dicen: «así empezó Chávez», esta es la «cubanización de México».
Naturalmente estas personas están haciendo un análisis muy superficial, maniqueo y lleno de sesgos de confirmación.
La realidad es que ideológicamente López Obrador es una persona moderada si atendemos a la dicotomía «derecha – izquierda». Hay quienes dicen que lo podríamos ubicar en el centro político (lo cual no me suena muy descabellado). La presunta radicalidad no es el problema de López Obrador, el problema es otro.
Evidentemente AMLO tiene algunos rasgos que sí podrían catalogarse como de izquierda, pero también demasiadas razones como para no colocar a López Obrador dentro de la izquierda radical e incluso podemos ver rasgos que hasta podrían ser categorizados como «de derecha»: el hecho de que busque un gobierno austero (incluso al punto de adelgazar al Estado eliminando puestos competentes) choca mucho con esa izquierda dura que muchos le achacan. Su ambición de recuperar la rectoría del Estado es, digamos, muy mesurada. Aunque la relación con los empresarios no es necesariamente la más tersa, tampoco es como que exista un conflicto frontal con todo el empresariado e incluso tiene, como cualquier gobierno, a sus empresarios favoritos y uno de ellos (Salinas Pliego) está completamente involucrado en la logística de algunos de sus programas sociales a través de «Banco Azteca».
El Estado benefactor (welfare) que propone tampoco es demasiado ambicioso, y nada diferente podríamos decir de su postura displicente ante temas ecológicos y medioambientales que tanto abraza la izquierda.
En lo social tampoco vemos un gobierno que sea demasiado de izquierdas. En algún momento puede dejar subir al estrado a una persona de la comunidad LGBT porque sabe que parte de sus bases son liberales en lo social y atentar contra los derechos recientemente ganados podría ser un riesgo para él, pero también podemos observar rasgos que incluso podrían catalogarse como de «derecha». Promover una cartilla moral o apelar a valores cristianos constantemente e incluso a pasajes de la Biblia generarían mucha indignación dentro del progresismo si algún gobierno del PAN se hubiera atrevido. Recortar presupuesto a las guarderías y estancias infantiles, que son necesarias para la mujer que trabaja, tampoco es algo muy «progre». ¿Y qué decir de la Guardia Nacional?
Muchos le criticamos a AMLO la excesiva improvisación en la que ha caído este gobierno tan deseoso de hacer grandes transformaciones en poco tiempo. Pero esos errores difícilmente pueden ser atribuibles a cuestiones ideológicas. Combatir la corrupción, ese mantra que tanto se ha repetido, y que ha ejecutado de forma tan torpe, no es propio de una postura ideológica y puede ser abrazado desde la izquierda hasta la derecha. El combate al huachicoleo que tantas molestias ha generado entre los automovilistas no es algo «de izquierda o de derecha». Cancelar el aeropuerto, por más absurdo que nos parezca a algunos, no es algo que tenga una fuerte connotación ideológica.
Pero que no sea un izquierdista radical no significa que López Obrador no sea un demagogo o no sea un nacionalista. Si prescindiéramos de la dicotomía entre «izquierda – derecha» y utilizáramos el de «globalista – nacionalista», podríamos explicar de mejor forma el fenómeno López Obrador y por qué causa tanto resquemor. Utilizando esta dicotomía tal vez sí se podrían encontrar más similitudes con Maduro, pero también podríamos encontrar más similitudes entre él y Trump, que entre él y Pedro Sánchez, Presidente de España e izquierdista del PSOE a quien le dio un paseo en su Jetta cuando visitó nuestro país.
La preocupación de AMLO no es su carácter de izquierdista radical, en esa faceta sí se perciben diferencias considerables incluso con la izquierda de Maduro. La preocupación estriba en su condición de populista donde, al igual que sus símiles como Trump o Viktor Orban, muestran desprecio por el orden institucional, por los contrapesos e incluso la prensa (que al igual que Trump, aunque no la censura, sí la ataca constantemente). AMLO puede descalificar sin ningún empacho a calificadoras foráneas como Fitch, pero de igual forma Trump puede hacer lo mismo con cualquier institución global.
Sin importar si es un izquierdista o derechista, este desprecio por el orden institucional siempre va a conllevar un riesgo político y tal vez hasta económico. Y a diferencia de Trump (a quien considero todavía más demagogo que AMLO), donde existen los contrapesos institucionales para inhibir sus pulsiones autoritarias, en México tenemos a un López Obrador con unas instituciones más endebles, con mayoría en las cámaras y con una oposición tanto política como civil casi inexistente. Si bien, yo no creo que su régimen se vaya a convertir en una dictadura como sus más férreos detractores afirman, sí veo algunos riesgos que puedan traducirse en algunos retrocesos e inestabilidad, sobre todo producto de la improvisación de su gobierno y su constante desprecio a la técnica en algunos rubros.
Por todo esto, cuando me dicen «por fin llegó a un izquierdista al poder», yo les pediría que matizaran un poco su afirmación. Se me hace muy complicado mostrar a AMLO como la más precisa manifestación de lo que una izquierda es.