Desde que la especie humana aprendió a socializar (básicamente desde el inicio de su existencia) las jerarquías se han manifestado. El líder de la tribu siempre estuvo en una jerarquía superior a la de los demás, el filósofo estuvo en una jerarquía superior a la del alumno, el del gobernante al del gobernado, el de quien es más inteligente o más hábil sobre el que es menos hábil. Esas jerarquías nos han servido como un marco de organización y referencia para que la civilización pueda ser tal.
En una época donde la deconstrucción del lenguaje y el cuestionamiento del orden social se han vuelto una característica constante, el argumento de la inutilidad de las jerarquías ha resonado una y otra vez. Quienes argumentan ello afirman que detrás de una jerarquía siempre hay un ejercicio de dominación de una sobre otra, o que dicha jerarquía reduce la libertad del individuo; aunque en realidad, cuando la jerarquía es justa y no implica sometimiento, más bien la amplía.
Sí, las jerarquías se han llegado a usar como pretexto para la dominación, pero las jerarquías no son intrínsicamente opresivas. Las jerarquías naturales están muy lejos de ello.
Una jerarquía tampoco implica sometimiento, sino el reconocimiento de en que dado ámbito, una persona está en un nivel superior de la otra y, como consecuencia, la comprensión de los roles que existen dentro de esa jerarquía: el padre está en una jerarquía superior del hijo, el médico está en una jerarquía superior del paciente, y también el maestro del alumno.
Voy a poner un ejemplo para comprender su utilidad. Imagina que enfermas, no sabes qué enfermedad tienes y estás muy preocupado. ¿A quién vas a recurrir? Seguramente vas a ir con el médico porque, al ser la medicina su especialidad, él va a saber más que tú. Esa jerarquía, donde el médico por lo general sabe más que el paciente, fue la primera referencia que tuviste para ir a buscar a alguien que te auxiliara con tu enfermedad. A menos que también seas médico o que por alguna razón tengas un conocimiento excepcional de la medicina, tú sólo tienes dos referencias para buscar a alguien que cure tu enfermedad: al médico como tal y su reputación como médico. El médico no te está sometiendo, sin embargo, como sabes que el sabe más que tú, le tienes un respeto como médico y sigues sus indicaciones.
Lo mismo pasa con la relación entre un maestro y un alumno. Al reconocer esa jerarquía, se reconoce que, por lo general, el maestro sabe más, lo cual motiva al alumno a escucharle y aprender (lo cual no significa que no pueda hacer cuestionamientos). Tal vez, al final del curso, la jerarquía haya perdido su utilidad ya que el maestro logró que su alumno aprendiera lo que él sabe, pero para que eso sucediera era necesario el reconocimiento de la jerarquía.
De la misma forma, cuando vas a un curso de manejo, sabes que el instructor sabe más que tú y por ello tú decides escuchar sus indicaciones. Igualmente, el padre está en una jerarquía superior que el hijo, o incluso el jardinero se encuentra como tal en una jerarquía superior del dueño o dueña de la casa que quiere saber cómo tratar su jardín y sus plantas. El dueño, a pesar estar en una jerarquía económica superior, se coloca en una jerarquía inferior en cuanto al ámbito de la jardinería. El dueño, como no sabe sobre el tema, decide pedir consejo y escuchar.
Al reconocer la existencia de las jerarquías estamos reconociendo que los seres humanos, aunque igualmente valiosos, no estamos en las mismas condiciones ni tenemos las mismas habilidades. Unas personas son más inteligentes que otras, otras son más aptas en el deporte que otras, otras saben más que otras. Debido a esta diversidad, es que los seres humanos nos organizamos para que, como organismo colectivo, funcionemos mejor y así logremos satisfacer de mejor forma las libertades individuales.
Para que una jerarquía funcione es indispensable reconocer que no es un orden moral. Una persona que esté en una jerarquía superior a la tuya no es moralmente superior a ti, una jerarquía no puede nunca implicar dominación y ambas partes deben beneficiarse de ella, un policía tiene una jerarquía superior al ciudadano, pero el ciudadano también se beneficia de ella en tanto la presencia de policías crea un entorno más seguro para él.
Pero lo más importante es que un individuo solo puede tener privilegios relacionados a su propia jerarquía y no en otras, ya que ello termina corrompiendo el orden social. Por ejemplo, un gran empresario se encuentra en una jerarquía superior a alguien que no lo es. El empresario, por sus actividades empresariales, tiene derecho al privilegio de ser rico en tanto sea producto de su rol como empresario. Pero el empresario no debería poder, por un decir, comprar la justicia o poder político (ya que la justicia y la política son jerarquías diferentes).
Las jerarquías no son malas ni opresivas, son una condición natural de nuestra especie (y de las especies animales). Sin jerarquías habría sido imposible la civilización y posiblemente nuestra especie se hubiera extinguido. El reconocimiento mutuo de nosotros mismos, como individuos que tenemos el mismo valor en tanto seres humanos, pero que somos diversos en cuanto a nuestras capacidades, habilidades, creencias y formas de pensar, las hace imprescindibles.