Soy usuario de Twitter desde 2008.
Esta red social, con todas sus virtudes y defectos, se ha convertido para mí en el principal recurso para consumir noticias, compartir opiniones y generar discusiones. Gracias a Twitter la información vuela. Es en esta red social, y no en los portales de los medios tradicionales, donde la gente espera la información más fresca y de primera mano.
Pero, a diferencia de los medios tradicionales, es el propio usuario el que tiene que saber «colocar los filtros» para que la información sea lo más fidedigna posible. Yo, por ejemplo, he creado varias listas de columnistas (tanto de izquierda como de derecha), políticos, diarios, medios alternativos, para poder consultar ahí la información que se va haciendo pública y poder contrastarla. Si se habla de un tema, no sólo quiero saber qué ocurrió, sino también conocer la mirada de dicho tema desde distintas perspectivas.
Es decir, para que Twitter sea funcional y productivo, hay que saber usar bien la herramienta. Más vale lo que aparezca en mi muro sea información que me sirva y no comentarios desagradables de la «legión de idiotas», como los llamaba Umberto Eco. Porque Twitter, vale decirlo, también es una herramienta que ha sido aprovechada por gente con fuertes resentimientos e incluso problemas psicológicos y de conducta para poder ser lo que no se atreverían a ser en la vida real. Varias de esas personas, que allá afuera son pusilánimes, inseguros, y tal vez hasta sumisos, se «desatan» en las redes. Se burlan de piedad de personas con síndrome de Down, atacan verbalmente a las mujeres que han sido violentadas o abusadas, critican igual a homosexuales que a religiosos.
La poca habilidad o más bien disposición de muchas personas en Twitter ha hecho que dicha red termine creando una especie de cámara de eco que polariza la opinión pública, creando cierto ambiente de intolerancia hacia el que piensa distinto. Es decir, muchos usuarios solamente siguen a aquellos líderes de opinión con los que simpatizan y les dicen lo que quieren escuchar. Prácticamente se aíslan de la gran diversidad de opiniones que uno pudiera encontrar dentro de la red social y sólo salen de su burbuja para atacar y linchar a quienes están fuera de ella, sobre todo a los líderes de opinión que no piensan como ellos.
El «chiste» de Twitter era que, hasta el día de hoy, sólo podías utilizar 140 caracteres a la hora de redactar. Si a algo te obligaba la red era a sintetizar (creo que en demasía). No pocas veces nos acostumbramos a abreviar el «qué» con una «q» o la palabra «por» con la letra «x». Es cierto que por un lado nos obligaba a desarrollar una gran capacidad de síntesis, pero creo que el límite era tan estricto que muchas veces le terminaba quitando naturaleza al lenguaje. Tener una idea o un argumento y tratar de hacer malabares con él para que cupiera en un tuit (cosa que era bastante común) terminaba, de alguna u otra forma, empobreciendo el lenguaje. A veces alguna persona decidía sacrificar el punto y final o romper alguna regla ortográfica para que «quepa todo».
Tal vez, en este sentido, creo que el aumento a 280 caracteres fue acertado. Para que el cambio fuera menos drástico, Twitter cambió la tipografía y redujo su tamaño hace apenas unos meses, y después habilitó el cambio del límite de caracteres sólo a unas cuentas seleccionadas para comprobar la experiencia de usuario. Yo, en lo particular, he visto varios beneficios:
Para empezar, gracias a la reducción del tamaño de la fuente y el cambio de tipografía, los tuits de 280 caracteres ocupan más o menos el mismo espacio (tanto en la PC como en el celular) que antes ocupaban los de 140, así que en cuestión de experiencia de usuario dicho cambio no significa, al menos para mí, un problema. Los 280 caracteres ya alcanzan para poder escribir un argumento corto sin preocuparte demasiado de llegar al límite de caracteres. 280 es lo suficientemente extenso para poder hacerlo y lo suficientemente restrictivo como para evitar que la gente use la red como si fuera un blog. Twitter no pierde la esencia de lo que es.
De alguna forma, todavía es necesario aprender a sintetizar, pero ya no al grado de quitarle elegancia al lenguaje y de permitirse algunos errores ortográficos y de puntuación para no vernos limitados.
Algunas personas están molestas con el cambio (tal vez por conservadurismo innato o aversión al cambio) pero me sigue siendo muy fácil navegar entre los tuits y el tamaño de ellos sigue siendo lo suficientemente corto. Naturalmente, algunas personas aprovechan dicha extensión para emitir puro ruido, tratar de hacer chistes, o incluso publicidad ingeniosa (como en el caso de algunas marcas), cosa que es natural ahora que se trata de una novedad. Pero puedo ver que, por ejemplo, los líderes de opinión a los que sigo se perciben escribiendo más cómodos. Ya pueden compartir información de forma más eficiente (evitando así colocar imágenes para completar el texto que no cabía en un tuit).
Mientras Facebook ha relegado el texto en favor de frases muy cortas, fotografías y videos, haciéndolo cada vez más torpe como herramienta de opinión o información y más eficiente como una herramienta para estar en contacto con tus seres cercanos y compartir experiencias, Twitter tomó un paso acertado al hacer más eficiente su herramienta con el fin con el que fue pensado, como una herramienta de microblogging donde los usuarios pueden opinar, discutir y compartir información en tiempo real. Así, creo que Twitter, poco a poco, puede absorber esa función que Facebook está dejando cada vez más en un segundo plano.
Pero quienes al final dibujan el ambiente de las redes sociales son sus usuarios. La capacidad de debatir, la capacidad de escuchar al otro y respetar su integridad no es algo que se pueda cambiar con unas líneas de código. Para que la herramienta funcione de mejor manera para todos, es indispensable que los individuos que participan en ella funcionen mejor.