El Reino Unido acaba de cometer un error, uno bastante grave.
Es triste porque el populismo determinó una elección en la cual decidieron salir de la Unión Europea (UE). ¿Por qué me atrevo a decir esto?
Bueno, básicamente porque todos los pronósticos son sombríos para el Reino Unido (UK), con todo e información en la mano, los ingleses votaron por la cerrazón y por el nacionalismo. ¿Qué consecuencias podría tener esto para los ingleses?
- Podrían perder, según London School of Economics, entre el 6% y 9% de su PIB, e incluso con el panorama más positivo donde UK siguiera manteniendo un tratado de libre comercio con UE, perderían entre el 2% y el 3% del PIB. Se vea por donde se vea, la decisión tendrá consecuencias económicas.
- Tres millones de empleos dependen de la membresía con la UE. Tres millones de empleos en un país de sesenta y cuatro millones. Algo así como el 5%.
- UK podría perder influencia a nivel global, tal como lo creen en Washington y Beijing.
- Los recursos que obtienen las universidades británicas para investigación podrían reducirse en un 25%
No, el Reino Unido no dejará de ser una región importante y relevante, no creo que sea tan catastrófico como algunos sugieren, pero la apuesta que hicieron parece no tener mucho sentido y tendrá consecuencias negativas para su economía. Esto si pensamos sólo en términos económicos.
Pero nos tendríamos que preocupar aún más por las consecuencias políticas que puedan haber tanto para UK (Ya veo a Escocia e Irlanda del Norte haciéndose a un lado) como para la Unión Europea y el mundo.
Curioso es que quienes decidieron el futuro del Reino Unido fueron quienes no lo tienen, quienes por su edad ya no estarán en las próximas décadas:
Muchos de quienes votaron a favor de #Brexit lo hicieron por miedo (generado por los actos terroristas de tiempos recientes). Al tener mayor control de sus fronteras habría menos riesgo de que UK fuera víctima de un atentado terrorista.
Pero la mala noticia para quienes ahora lloran de felicidad por haber sacado a su país de «las garras de la Unión Europea», es que es menos gente la que llega de algún otro país de la UE (251,000) para vivir que la que llega del resto del mundo (292,000), quienes ya están sujetos a varias restricciones. Es decir, este nuevo contexto no será tan efectivo para combatir la «amenaza del terrorismo» como piensan.
Tenemos que hablar también del nacionalismo, quienes quieren cortar lazos con Bruselas en pro de una hipotética «independencia».
Hasta aquí podría afirmar que esto es problema del Reino Unido, que ellos votaron eso, que ellos sufran las consecuencias de sus decisiones.
Pero ese es el problema, esta decisión no sólo afecta a UK, afecta al mundo, y puede ser el inicio de un cambio en un orden mundial que se aleje de la democracia y abrace el autoritarismo. De ese calado es el #Brexit.
#Brexit va en contra del espíritu inglés, de la apertura, de la democracia, del libre mercado.
La historia no es complaciente con esa decisión, de hecho nos ayuda a entender el tamaño del error. #Brexit va en contra de un proceso histórico de integración global que tiene siglos de existencia, y que incluso UK aceleró con la Revolución Industrial y la democracia liberal. La última vez que amenazamos con romper ese proceso de integración fue esa vez que Mussolini, Hitler y Stalin irrumpieron en el panorama mundial. Las consecuencias son ampliamente conocidas.
Los paralelismos que uno puede encontrar entre el #Brexit y Donald Trump no son casualidad. Aunque #Brexit no tiene un líder visible e imponente como Donald Trump, el discurso es muy similar: Apología al nacionalismo, rechazo a los migrantes y a lo diferente. Y tampoco es coincidencia que quienes apoyen estas políticas populistas sean personas que tienen poca educación.
Composición del electorado estadounidense que simpatiza con Donald Trump:
Composición del electorado británico que votó sí a #Brexit:
En ambos casos, por más se simpatice con las ideas nacionalistas (ya sea apoyar a Trump o votar por salir de la Zona Euro) menos nivel educativo se tiene. Quienes tienen menos educación, tienen menos información para emitir un voto, y por tanto son mas proclives a caer en las trampas del populismo. Sabemos de antemano que los votantes no son racionales, de hecho, los humanos somos menos racionales de lo que pensamos, pero mientras más información y conocimiento tengamos a la mano, más probabilidad existe de que un individuo haga una elección racional.
Sí, hasta los países europeos de avanzada se pueden equivocar. Al final seguimos siendo seres humanos.
Aquí no paran las «coincidencias». Quienes votan por aquello que representa la democracia liberal (es decir, lo contrario que proponen Trump y el #Brexit) se concentran en las principales urbes. Trump no tiene mucha simpatía en ciudades como New York, Chicago, Los Ángeles o San Francisco. De la misma forma, #Brexit no tiene mucha simpatía en Londres, Manchester, Liverpool o Leeds. Tampoco tienen simpatías en aquellas regiones donde se encuentran las instituciones educativas más importantes. Boston para el caso de Trump (donde se encuentran Harvard y el MIT), y Oxford o Cambridge para el caso del #Brexit.
¿Qué tiene esto de relevante? Que quienes viven en las grandes urbes tienen mayor acceso al conocimiento. Aunque ciertamente en estas épocas del Internet y los medios digitales una persona que vive apartada en una cabaña a 100 kilómetros de cualquier poblado puede tener acceso a cualquier diario del mundo, lo cierto es que la cultura dentro de los poblados pequeños suele ser más conservadora y tienden a estar más aislados que sus pares de las grandes urbes.
Voy a agregar más coincidencias. Algunas más preocupantes.
No estoy sugiriendo de ninguna manera que vayamos a entrar en una Tercera Guerra Mundial, es demasiado precipitado e irresponsable hablar de un escenario así a estas alturas, pero podemos observar paralelismos con el panorama que se vivía en el periodo de entre guerras. Una crisis mundial que la antecedió (véase 1929 y 2008) y que derivó en el surgimiento de corrientes ideológicas de extrema derecha e izquierda.
No se asusten, no entraremos en una guerra, pero sí podremos ver un «proceso desglobalizador» donde varios países se atrincheren y cierren sus fronteras, lo cual ya de por sí es preocupante y puede tener consecuencias negativas tanto a nivel político como económico. La decisión de UK podría traer una reacción en cadena. Ciertamente el modelo de la Unión Europea no es perfecto y ha generado descontento en varios sectores de la región (euroescépticos), pero lo peor tanto para la economía británica como la economía mundial, sería cerrar las fronteras y regresar a un estado anterior de proteccionismo y aranceles altos.
Inclusive, dentro del Reino Unido, podremos ver una Escocia que se separe por su marcado europeísmo. No es casualidad que los escoceses hayan votado abrumadoramente en contra del Brexit.
No quiero imaginar un año después a un Donald Trump intentando sacar a Estados Unidos del TLC. No quiero imaginar a un López Obrador inspirado (en caso de que llegara a la presidencia, cosa que no se puede descartar) que lance su referendum para sacarnos del TLC y regresar a la economía de los años 70.
E insisto, esto va contra la propia esencia del Reino Unido, del país de las fronteras abiertas y del comercio con otros países. Esto va en contra de eso que hizo grande al Reino Unido.
Y quiero entender a la gente que votó sí al #Brexit, y como demócrata debo respetar su decisión aunque afirme que dicha decisión se tomó con base a la ignorancia. Quiero imaginar a quienes tienen miedo de ser parte de un atentado terrorista, quienes no tienen empleo mientras una persona de origen árabe sí lo tiene, quiero imaginar a la gente mayor que no tiene recursos económicos. Quiero ser empático y ponerme en sus zapatos, pero al final no me cuadra. Y como he dicho, al final somos humanos y podemos equivocarnos. Ni los países desarrollados son infalibles, y a través de la historia hemos visto una y otra vez como incluso ellos pueden tomar decisiones que afecten a sus propios intereses.
Hoy es un día triste, e históricamente triste. En dos años, podríamos tener a las dos naciones emblema de Occidente, Reino Unido y Estados Unidos, cerrados, promoviendo medidas proteccionistas.
Y no está demás imaginar la repercusión que eso podría traer dentro del orden mundial.
Y de verdad, el dólar a 20 es lo menos importante.