Hay algo que no me gusta de las películas mexicanas cuando tratan de hacer alguna crítica sobre un tema controversial (véase Iglesia, matrimonios gay, etc), y es que sus críticas siempre se quedan en lo superficial, abordan el tema «por encimita». En vez de hacer una buena crítica, introducen escenas polémicas que harán despertar la furia de aquellos sectores que se sienten perjudicados para amplificar el impacto de la obra, y que de esta forma, les garantice una aceptable cantidad de boletos de cine vendidos. No es la dura y determinante crítica la que hace a estas películas, sino las escenas que rasgan las vestiduras de los devotos y estimulan los sentimientos de los detractores.
Spotlight es un claro ejemplo sobre como se debería de abordar este tipo de temas, sin pretensiones ni clichés. Si no la has visto, Spotlight básicamente trata sobre unos periodistas de The Boston Globe que tratan destapar una red de pederastia dentro de la Iglesia Católica. Los hechos que muestra la película son mucho más polémicos que El Padre Amaro u Obediencia Perfecta (que también aborda casos de pederastia tomando como punto de partida al infame Marcial Maciel), pero Spotlight no necesitó de una escena polémica o de un jovencito teniendo fantasías sexuales con la Virgen de Guadalupe para crear polémica, y de paso, ganar el Oscar como mejor película.
Lo que muestra Spotlight son hechos, hechos lo suficiente contundentes que en vez de generar un mar de críticas en el sector conservador por un insulto a su fe (que de todos modos existió en los sectores más reaccionarios), provocó cierta reflexión en la misma Iglesia, institución que en lo general no condenó la obra (no tenía argumentos para hacerlo). Spotlight no busca atacar a la Iglesia por el mero hecho de atacarla o para vender más entradas, simplemente la exhibe (con hechos reales). Que 6% de los sacerdotes de Boston fueran pedófilos es mucho más importante que una escena barata donde «le pervirtieron a la virgencita», o donde el padrecito espera que el pequeño seminarista le haga un blowjob.
Es decir, Spotlight dio relevancia (a un tema ya relevante) y le dio una dimensión. Generalmente leemos o escuchamos en los medios noticias de padres pedófilos, pero no sabemos bien cuantos, el impacto que este tiene, ni el papel de la Iglesia en aquellos lugares donde ese tipo de actos son frecuentes. Spotlight sí que supo contestar esas preguntas. Spotlight es una película que toda persona que profese la fe católica y miembros de la Iglesia deberían de ver para entender que es lo que está pasando dentro de su institución y luego busquen o promuevan medidas determinantes para combatir ese grave problema.
El Crimen del Padre Amaro u Obediencia Perfecta más que tomar hechos, se basan en clichés. La crítica de la película del Crimen del Padre Amaro languidece ante la escena sexual con el manto de la Virgen María y los besos de Gael García con Ana Claudia Talancón en la parroquia:
Obediencia Perfecta fue la oportunidad desperdiciada para hacer un filme sobre Marcial Maciel. Se pudo hacer un gran filme, el tema lo ameritaba. Pero terminaron creando una película pretenciosa. Sí, que toma como partida el caso del fundador de los Legionarios de Cristo, pero llena de clichés, generalizaciones y exageraciones para lograr vender el filme. Me llamó la atención, que por ejemplo, presentaran a los sacerdotes desde un inicio como seres depravados de una forma tan explícita, al grado en que dicha obra parecía ser más bien una comedia que un filme que trata un tema tan delicado como la pederastia. Aunque eso sí, al menos se agradece que ciertas escenas fueran tocadas con una mayor sutileza.
Al igual que con el Padre Amaro, uno de los momentos «cumbre» de la película ocurre cuando uno de los seminaristas tiene una fantasía sexual con la Virgen de Guadalupe, cosa que en realidad no tendría que ver nada con la crítica que busca hacer esta obra. Spotlight no necesitó de estos clichés para mostrar un mensaje más impactante, y vaya que el caso de los actos pederastas de Marcial Maciel tenían mucha tela de donde cortar.
Otra película mexicana que cae en este tipo de errores es Pink. La oportunidad de abordar un tema tan polémico como el matrimonio gay quedó tirada a la basura gracias al exceso de estereotipos e incluso prejuicios mostrados en esa obra. Tal parece que el director, Francisco del Toro, no ha convivido mucho con personas con diferente orientación sexual, porque los personajes que aparecen en esa cinta están demasiado estereotipados y presenta por un decir, lo más «vulgar de lo vulgar» del mundo gay como si fuera la norma.
Al igual que con el Crimen del Padre Amaro y Obediencia Perfecta, la crítica que hace Pink raya en lo superficial, en clichés y en generalizaciones. Y de igual forma, parece que su propósito es desatar polémica y no tanto fundamentar su crítica en hechos. Y al igual que ocurre con el Padre Amaro, lo único que logrará esta película es reforzar la posición tanto de los que están «a favor» y «en contra».
Los directores de cine mexicano deberían de aprender de Spotlight, una película donde los productores no se desbordaron en sus propias pasiones y mostraron un producto de gran calidad. Ojalá aprendieran a prescindir del cliché barato y trataran a su público como personas maduras invitándolos a pensar y razonar sobre el argumento que presentan, en vez de caricaturizarlo y sostenerlo con el morbo barato.