Hay cosas que el dinero no puede comprar, para todo lo demás existe una marca de tarjetas de crédito que no está interesada en anunciarse en este sitio web.
Desmond Covey es un hipotético gurú de los libros de autoayuda, sus libros son unos best-sellers. Se encuentran a la vista en las estanterías del Sanborns y aparece como una de las obras recomendadas en el Apple Store. Su nueva obra (hipotética, claro), la cual se ha anunciado con bombo y platillo, se llama «El dinero no da la Felicidad». En la obra, esta autor de literatura ligera (un buen eufemismo que aplica a muchos libros de autoayuda), explica como es que el dinero no hace feliz a la gente; trae incluso datos duros donde estudiosos han demostrado que la acumulación de dinero no trae felicidad. Covey afirma que la felicidad tiene que ver con las relaciones con los pares, con el nivel de satisfacción personal, con los proyectos realizados. Covey no tiene la intención de engañar a su público, su tesis la ha desarrollado en base a sus creencias, pero…
Covey vive en una residencia en los suburbios de una ciudad estadounidense importante. A éste personaje nunca le ha gustado presumir de sus recursos y riquezas, e incluso algunos de sus amigos que ha ganado desde la infancia, son de estratos sociales inferiores y no son tan acaudalados. Covey tiene la capacidad de verlos como iguales y no de subestimarlos por sus recursos. Esto ha servido como argumento para que nuestro amigo Desmond Covey se sienta congruente con la tesis que plantea en este libro. -Sí, vivo cómodamente, pero no me gusta presumir mis recursos e incluso una parte de ellos los dono a ONG’s para sentirme responsable con la sociedad.
La editorial llama por teléfono a Covey para hablarle de los ingresos que ha obtenido con éste libro. Desmond Covey se alegra, porque con ese dinero, podrá pagar la ansiada carrera universitaria de su hijo en el MIT, porque gracias a ese dinero también podrá financiar la nueva obra que está escribiendo y publicitarla en diversas latitudes del mundo.
Hay que hacer un rewind y hablar de la infancia de Desmond Covey. Éste personaje empezó desde abajo, y su padre, a pesar de que no tuvo muchos recursos, siempre se la partió por traer algo de dinero a la familia. Covey trabajó doble turno para obtener el dinero que necesitaba para estudiar literatura en una universidad estatal. Se dio cuenta de sus talentos y consiguió un préstamo (que lo deja casi sin comer por un mes) para financiar la imprenta de su primera obra, la cual le trabajo los suficientes beneficios para escribir otro y poco a poco ir amasando su fortuna.
Después de narrar esta hipotética historia, ¿qué pasa si quitamos el dinero de la ecuación? ¿qué queda? Absolutamente nada, de hecho no habría historia que contar. De hecho este cuestionamiento pone en duda la tesis del nuevo libro de Desmond Covey.
La realidad es que nosotros los seres humanos necesitamos del dinero y las posesiones para autorrealizarnos. La tesis de Covey no es completamente falsa pero no termina de ser verdadera. Sería más prudente decir que el dinero como un fin no da la felicidad, el acumular riquezas por acumularlas no las da, pero como herramienta para lograr objetivos sí que es necesaria para la felicidad.
Covey cree estar desapegado al dinero, es su filosofía de vida; pero en realidad depende del dinero. Necesitó de él para lograr estudiar una carrera, necesitó de él para que su hijo pudiera estudiar en el MIT. Incluso para desapegarse de él, hizo donaciones, es decir, entregó «su» dinero a una buena causa, lo cual le proporcionó felicidad. Sin su dinero no hubiera podido haberlo hecho.
Así como hay corrientes de pensamiento y «gurús» que nos hacen creer que el dinero lo es todo y que nuestra vida debe de girar alrededor de los billetes (Donald Trump, Kiyosaki, muchas empresas piramidales y demás estafadores) hay otros que quieren hacer creer que el dinero no importa, que es poco menos que un pecado. Y la realidad no es de ninguna de las dos formas.
El dinero es una herramienta que nos ayuda a vivir mejor, a realizar nuestros propósitos y nuestros objetivos, pero lo importante, son los propósitos mismos. Pero para ir a una dirección necesitamos recursos, eso lo sabe desde un empresario capitalista hasta un dictador comunista.