-Carlos Salinas (refiriéndose a la época de las privatizaciones) no tocó las estructuras corporativas, sólo hubo un cambio de personas – Macario Schettino.
Thomas Piketty en su libro «Capital» habla mayormente sobre la desigualdad que existe en el mundo, habla sobre sus causas, y sobre las razones por las que ésta disminuyó en el siglo XX (Guerras Mundiales que acabaron con los patrimonios así como las políticas redistributivas implementadas) para que en las últimas décadas esta volviera a aumentar debido a la disminución de impuestos así como por el surgimiento de los súper-ejecutivos. La realidad (que coincide con las proyecciones de Piketty) es que las 80 personas más ricas del mundo, poseen la misma cantidad de dinero que tiene el 50% de los habitantes más pobres del planeta, lo que seguramente está generando debates, donde muchos cuestionarán al libre mercado, y otros lo apoyarán afirmando que a pesar del incremento de la desigualdad, el bienestar de la mayoría de los habitantes del planeta ha aumentado con el tiempo.
El debate sobre estas políticas (llamadas por muchos como neoliberales) es necesario. El problema es que no tienen la misma dimensión en México, o más bien en nuestro país existen otros factores que exacerban más la desigualdad (aunado a un aumento del bienestar raquítico). Entonces nos damos cuenta que culpar directamente al «neoliberalismo» por la situación actual (como generalmente lo ha hecho la izquierda) es un error. En el caso de México tiene que ver más con el estado (es que temen que desaparezca, pero que al mismo tiempo detestan) y al régimen vertical heredado del PRI que ha oscilado desde el socialismo hasta el corporativismo (que es a lo que se llama erróneamente «neoliberalismo»).
López Obrador, crítico del sistema, pero a la vez, asiduo y promotor de regímenes verticales como el que sigue sosteniendo al país, habla de la «mafia en el poder», el término es contestatario y adecuado a su discurso populista, pero de alguna forma, tiene alguna razón de ser. Cuando se habla de potentados y privilegiados, no hablamos de empresas privadas que surgieron de la competencia y la innovación. Muchas de las grandes empresas en México surgieron al amparo del Estado y crecieron gracias a él. Eso ha generado una mayor concentración de la riqueza, al tiempo que ha obstaculizado el crecimiento de la ciudadanía.
Cuando hablamos de Telmex, Televisa, y demás empresas grandes, no hablamos de innovadores, ni de súper-ejecutivos que tuvieron una idea en un garage. Hablamos de empresarios que tuvieron las suficientes amistades dentro del gobierno para que en base a privilegios, pudieran crecer por encima de quienes no los tuvieron. Porque no es lo mismo Mark Zuckerberg que Carlos Slim (ambos en el ramo de las comunicaciones) ni es lo mismo la familia Rockefeller a Grupo Higa. Y el problema es que este régimen vertical sigue siendo promovido.
El llamado neoliberalismo tiene sus defectos, y entre ellos está el que por sí sólo no logra disminuir la desigualdad, sino por el contrario. Pero no es el caso de México. Estados Unidos es mucho más «neoliberal» que México (la intervención estatal es menor). El coeficiente de Gini de Estados Unidos es de 41.1 y el de México es de 48.1 (donde 1 es igualdad perfecta y 100 inequidad perfecta).
Si queremos combatir la desigualdad, tendremos que cambiar de enfoque y saber utilizar los términos. Por contradictoria que pudiera parecer la afirmación, en México, la intervención estatal en la economía es la que ha producido los niveles de desigualdad que ahora tenemos. El hecho de que existan corporaciones públicas y privadas que abusen de quienes no forman parte de ellos, provoca que casi no exista movilidad social (es decir, que las personas puedan aspirar a cambiar de posición social), ni competitividad. Necesitamos mexicanos que logren crear grandes empresas en base a su creatividad, innovación y esfuerzo, y no en base a los amigos o palancas que puedan tener en el gobierno.