
Querían poner el tema de la gentrificación en la mesa. Lo lograron.
Pero eso implica que el tema deba someterse a debate (claro, no nos alcanza para que sea muy riguroso) y que haya voces que tengan distintos puntos de vista al respecto.
Y sé que a algunos de que querían que se pusiera el tema en la mesa no les gusta esto. Pero es necesario.
Los debates son para ganar una mejor perspectiva del problema, no para decir lo que se quiere escuchar.
En teoría algo muy bueno debería salir de aquí: llegar a consensos, una sociedad muy informada sobre el tema que tome decisiones informadas al respecto. Tal vez estemos esperando mucho de una sociedad polarizada que exige respuestas simples ante un fenómeno que tiene muchas complejidades. Las respuestas simples:
- La culpa es de los gringos, hay que correrlos
- Hay que regular todo, prohibir
- Esto es una lucha de clases ¡muerte al capitalismo!
- La gente indignada es floja y huevona, la gente que los desplaza es trabajadora. ¡Pónganse a trabajar!
- Todas las personas molestas son resentidas que quieren que el gobierno les regale todo
- La gentrificación no existe, es un invento de la izquierda para imaginar problemas donde no los hay.
Verán que estas respuestas tan simplistas vienen de ambos lados del espectro. Naturalmente si este tipo de argumentos son los que dominan y si las políticas públicas se crean alrededor de estos argumentos, pues el resultado va a ser un desastre. Pero bueno, mucha gente quiere respuestas simples ya sea por sus condicionamientos ideológicos o porque están movidas por las emociones y no se detienen a pensar.
Quiúbole con la gentrificación

Ya de por sí el concepto de gentrificación tiene muchas aristas. La RAE la define así:
Proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo.
Claro. Es una definición sencilla, pero que deja entrever dos cosas:
- Que el barrio se renueva con todo lo que eso implica:
- Mejores servicios
- Circula más dinero
- Se generan más empleos y se crean negocios
- Y sí, que hay gente que ya no puede pagar por vivir ahí y se tiene que ir a otros lados.
En este entendido, la gentrificación no es buena o mala per sé, más bien se puede decir que tiene efectos tanto positivos como negativos. Es un fenómeno que ocurre en las distintas ciudades del mundo. La gente que es desplazada migra a otros lugares donde las rentas son más baratas y ellos mismos terminan, a su vez, gentrificando esos barrios y desplazando a quienes vivían ahí. Es decir, los desplazados pueden terminar, a la larga, beneficiándose del proceso de gentrificación que su presencia causa en los barrios a los que llegan.
Algunos de los gringos que llegaron a la Condesa fueron desplazados de sus barrios originales. Tal vez no sea en todos los casos, pero en el tiempo que viví en la Condesa escuché casos de personas que vieron como sus barrios se encarecieron y vieron con buenos ojos venir a México a un barrio que les pareció bonito y asequible para sus ingresos.
Es decir, muchos gringos fueron desplazados de sus barrios, a su vez, al llegar a la Condesa desplazaron a otros que van a vivir a otros barrios donde van a desplazar a otros. En ese proceso, los barrios donde ocurre este fenómeno mejoran, tienen mejores servicios.
Es claro. Ser desplazado no es nada grato. A nadie le gusta que el casero llegue y te diga que como no puedes pagar debes dejar tu departamento. Esto implica muchas cosas:
- Tener que irte a un lugar menos atractivo, con servicios no tan buenos, siendo que tienes el mismo ingreso o salario.
- La disrupción que esto implica para una rutina:
- Es posible que el trabajo o la escuela te quede más lejos
- Que tal vez esos servicios que tenías (gym, super) no queden tan a la mano
- En caso de haber socializado en el barrio, tener que romper con ello e irte a un lugar donde no conoces a nadie.
- El estatus es algo que no se menciona en el debate pero tiene mucho peso. Si eres desplazado a un barrio menos atractivo, ello puede tener un efecto negativo en el estatus percibido como persona.
- La incomodidad propia que implica una mudanza
- Si llevas mucho tiempo viviendo ahí (varios años o décadas), la pérdida de arraigo.
Los procesos de gentrificación son comunes y normales en las ciudades. Con el tiempo los barrios cambian, la gente se mueve de lugar por distintas razones. Las sociedades son dinámicas.
Es la crisis de vivienda, estúpido

Y es que el problema subyacente, real, es la crisis de vivienda.
Ya dije cómo la gentrificación implica que personas de más alto poder adquisitivo llegan a un barrio mejorando la calidad de los servicios y la seguridad mientras que los habitaban ahí, al ver los precios encarecidos, tienen que irse a vivir a otros barrios.
La crisis de vivienda puede convivir mucho con la gentrificación y hay quienes consideran a la gentrificación como un componente de la crisis de vivienda, pero no son lo mismo. La crisis de vivienda es un problema generalizado donde, por el alza de precios y la escasez de oferta (ambas cosas completamente interrelacionadas), las personas tienen una mayor dificultad para acceder a una vivienda digna. Esta crisis es una realidad que afecta a muchos países del mundo.
Aunque se considere la gentrificación como un componente de la crisis de vivienda, es completamente posible que la gentrificación exista sin ella. Es decir, un barrio se puede encarecer pero hay la suficiente oferta como para que 1) los precios del alquiler no suban tanto y 2) que las personas que dejan el barrio por el alza de precio no tienen dificultad en encontrar otro hogar con servicios que sigan siendo relativamente buenos.
Es decir, considero que la molestia con los procesos de gentrificación, que siempre han existido (la Condesa se ha gentrificado varias veces) se disparó por la crisis de vivienda donde la demanda de hogares supera en exceso a la oferta. Eso pasa en la CDMX, en California, Barcelona, Madrid, Londres. Así, atacar el problema de la gentrificación per sé y sin comprender el problema de crisis de vivienda probablemente lleve a políticas públicas equivocadas.
Considero que la pregunta sobre la que todo tendría que girar es ¿por qué no hay oferta de hogares que logren satisfacer a la demanda? ¿Por qué mientras se construyen muchas torres de lujo al tiempo que se construye poca vivienda para personas de clase media y, sobre todo, para los sectores populares? Ahí entonces tenemos que hablar de restricciones excesivas que el gobierno pone, la corrupción en este ámbito, la especulación inmobiliaria.
Dado que la crisis de vivienda es un fenómeno multicausal, debe abordarse desde distintas posturas e incluso con un enfoque interdisciplinar. Importa mucho el componente económico y financiero, pero también el social y humano y tal vez hasta el político. Yo soy escéptico sobre las excesivas regulaciones como medida para resolver el tema y, en la mayoría de los casos, tal vez me inclino más hacia un enfoque liberalizador: que haya menos restricciones para construir vivienda (quitando las que son absurdas y dejando solo las necesarias como las que tienen que ver con estructuras resistentes a sismos, entre otras) y más incentivos para para que la iniciativa privada lo haga, que el gobierno construya más vivienda. Eso no implica que no crea que en alguna situación particular alguna política regulatoria pueda llegar a funcionar, pero cualquier propuesta debe de ser validada en la medida de lo posible con evidencia empírica y experiencias previas.
Antes de ser presas de las emociones o la indignación, habría que investigar qué es lo que se ha hecho en otros países (por ejemplo, una de las propuestas más comunes habla sobre regular Airbnb. Sin embargo, en Nueva York, aunque estas medidas desaceleraron el incremento de las rentas de 7% a 3%, estas siguieron incrementándose y no aumentó la oferta de vivienda como se esperaba). Habría que investigar los efectos tanto de las políticas regulatorias como de las políticas liberalizadoras, de estrategias de construcción de vivienda (ya sea tanto por el gobierno como por el sector privado). Aunque es un fenómeno global que no ha sido solucionado, muchos países (sobre todo Europeos y Estados Unidos) ya tienen más experiencia
La xenofobia

¿Se justifican las agresiones y los deseos de que los gringos sean corridos de La Condesa? Por supuesto que no.
No podemos hacer generalizaciones y pensar que todos los manifestantes son vándalos o que todos eran xenófobos, pero lo cierto es que, aunque hayan sido los menos, hicieron mucho ruido y se hicieron notar. Constantemente hemos visto expresiones de xenofobia frente a este fenómeno y este es, en mi punto de vista, un sentimiento irracional que conforme toma más forma, se comienza parecer cada vez más a la xenofobia que existe en Estados Unidos hacia los migrantes mexicanos.
Los gringos no son los únicos que están gentrificando barrios en México, pero se han convertido en el chivo expiatorio y creo que esto ocurre por diversas razones:
- La gentrificación gringa en la Roma – Condesa es más agresiva dado que ellos tienen un poder adquisitivo mucho más alto que el mexicano porque trabajan para empresas de origen
- Algunos norteamericanos deciden no adaptarse al barrio al que llegan, solo hablan inglés y establecen sus microcomunidades (aunque en mi experiencia no todos y sí hay varios que se integran).
- El roce histórico con Estados Unidos
- El contexto actual de la relación con Estados Unidos, deportaciones y discursos de odio contra migrantes desde el poder político estadounidense.
Creo que ello no es razón suficiente para usar al estadounidense como chivo expiatorio. Es cierto que la gentrificación es más agresiva, pero al mismo tiempo hay mayor derrama económica y se generan más y mejores empleos que benefician a mexicanos. Algunos pierden (los que son desplazados) otros ganan. Mucha gente parece ignorar hasta deliberadamente eso, la llegada de los gringos también ha beneficiado a varios mexicanos.
Es cierto que, a lo largo del tiempo, muchos de los derechos que hoy gozamos no se ganaron pidiendo permiso, pero el caos generado por los vándalos atentando contra muchos negocios que no tienen ninguna responsabilidad ni culpa en el problema no ayuda mucho a la causa y solo perjudicaron a emprendedores y trabajadores mexicanos que trabajan duro para ganar dinero, porque no solo fueron tiendas estadounidenses las afectadas (cuyos franquiciatarios y empleados son mexicanos y, por tanto, la mayoría del perjuicio se la llevan los mexicanos) sino también negocios y restaurantes mexicanos.
Nada de esto ataca el problema de raíz, la crisis de vivienda. El gobierno (y ya lo estamos comenzando a ver en su discurso) podría estar motivado a establecer «parches» para mantener contenta a la gente molesta sin reparar que a largo plazo las consecuencias podrían ser peores en vez de tomar el tema de la crisis de la vivienda por los cuernos.